Ocho enfermeras llegaron en taxi ataviadas con llamativos chalecos naranja y cargadas con las neveras donde viajaban las primeras dosis de vacuna de Pfizer, el primer remedio contra el coronavirus que había llegado a Sanidad de la plaza de Alemania el día anterior. Era una mañana fría pero no demasiado desapacible y en torno a las diez se ponía la primera inyección contra el coronavirus de Zamora tal día como hoy de hace un año.

El elegido, Francisco Tejedor, que unos meses después, el 24 de septiembre sería también la primera persona de la provincia inmunizada con la tercera dosis. “Me dijeron que fuera yo el primero. Soy el presidente del consejo, una reunión donde llevamos todo lo del centro; si hay quejas, recibimos a la gente. Soy también el presidente del consejo del centro de día”. Vestido impecablemente con su traje y corbata, como siempre que ha ocasión lo requiere, Francisco es hombre activo y dialogante: “Tenemos reuniones cada cierto tiempo, viene el gerente algún día también y lo que se propone lo llevamos a cabo”.

VÍDEO | Así han sido la dos primeras vacunaciones contra el COVID en Zamora

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Francisco tiene 76 años y lleva ocho viviendo en la residencia de Los Tres Árboles. “Soy de Fresno de Sayago. ¿Sabe usted dónde cae eso?, entre Bermillo y Almeida, a cinco kilómetros de Torrefrades.He sido toda la vida agricultor y ganadero, últimamente de vacas”.

Se quedó soltero, “no me casé porque no quise”, aunque tiene familia, hermanos y sobrinos. “Me decido a venir a la residencia, porque el vivir solo en un pueblo caes malo y no hay quien te atienda”. Hombre previsor, presentó la solicitud con antelación y entró en una residencia ideada para personas válidas, aunque el paso del tiempo requiera más adelante asistencia. “Es muy difícil que se quede la gente en los pueblos porque está todo muy atrasado, los médicos en los pueblos vienen cada ocho días y las residencias es lo mejor que hay, aquí se está estupendamente”.

“ La libertad la tengo aquí también porque no paro en todo el día ando de arriba para abajo, estoy todo el rato moviéndome”. Y tanto que es así. Es Francisco lleva el huerto, cuida las flores: “Soy como el jardinero, porque estoy bien y porque quiero”. También se encargaba de las actividades del Hogar, sobre todo antes de la pandemia, cuando la sesión de baile de los domingos atraía a gente “de la otra punta de la ciudad” para aprender bailes como el de la línea (se colocan los participantes en hileras frente a frente), y el bingo hacía furor los sábados. “Huy, el bingo, venían de la otra punta de Zamora, la gente mayor se divierte, no cuesta mucho, porque son cinco céntimos, pero como había mucha gente, había quien sacaba su dinero. Nunca mucho, claro”.

Pero “llega la pandemia, te acostumbras a quedarte cada uno en su habitación y se acabó. No había ni visitas ni nada, estuvo todo cerrado, pero lo hemos superado y aquí estamos”.

Confiesa que “nunca tuve miedo a que me entrara la enfermedad, una vez puesta la vacuna, es lo mejor que hay. No tuve dudas en el tema de la vacuna. Y tampoco sufrí ninguna reacción, fue como tomarme una taza de manzanilla, es una cosa que debe de ponerse todo el mundo, es una cosa estupenda. Aquí nos hemos vacunado todos de gripe y de todo ya para estar protegidos. La vacuna es una cosa muy buena, de verdad, es buena para todo el mundo. Ahora ya no es la gente como antes, hay pestes pero ahora con la vacuna tenemos una resistencia buena”.

Francisco fue el primero de una inmunización que poco a poco cogió ritmo y gracias a los vacunódromos, llegó a lo largo del año a toda la población de Zamora que quiso vacunarse. Se han puesto en Zamora 352.523 vacunas. El 85,29% de la población, es decir, 144.112 personas, tiene la pauta completa, dos dosis y 65.934, el 39,35% la tercera. Y todavía quedan muchas vacunas que poner en esta pandemia interminable.

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