“Es un excelente escultor y tenemos la suerte de contar con obras que se conservan de su taller, que se trajeron desde París, tal y como estaban cuando él murió y la posibilidad de poder acceder a este material de trabajo, el poder exhibir uno de esos bocetos en mármol le convertían en un artista idóneo para estar en esta exposición”, argumenta la directora del Museo Nacional de Escultura, María Bolaños, quien ha apostado por incluir en la muestra “Non finito. El arte de lo inacabado” la pieza bautizada como “Cabeza de caballo” que el artista terracampino no llegó a concluir.

María Bolaños. | E.F. Natalia Sánchez

Para la responsable del centro nacional y experta en la producción de Baltasar Lobo, la cesión de la obra por parte del Ayuntamiento de Zamora “era fundamental” para el discurso expositivo, ya que esta creación representa “el encierro del artista en su taller, la ilusión por empezar de una pieza informe e ir dándole una apariencia figurativa”.

Entre las peculiaridades de la obra destacan que en ella se aprecian perfectamente las marcas a lápiz que trazó Baltasar Lobo y que evidencia por dónde debía de seguir golpeando, por donde quería que fuera la obra. En opinión de Bolaños “Cabeza de caballo” supone una “pieza conservada en un momento privilegiado, en un momento en el que el artista está pensado cómo concluir su obra”. Además, desgrana que el artista tiene “algunos mármoles que estaban en su taller que los que acabó haciendo en una versión definitiva”, pero de Lobo “no se conserva ninguna cabeza de caballo como esta” que habitualmente no puede contemplar el público.

La directora del Museo Nacional de Escultura atestigua que “el visitante se fija en ella porque tiene una singularidad que no tiene el resto de obras con las que comparte sala”. “Sin duda es una pieza que destaca muchísimo”, apostilla.

El boceto en mármol inconcluso efectuado por el autor de muchas maternidades se encuentra en una sala donde dialoga con piezas que están hechas “muchos años antes”, pero se produce “una conexión muy interesante con la modernidad”, remarca María Bolaños, autora de la monografía “Baltasar Lobo: El silencio del escultor 1910-1993”.

“Non finito. El arte de lo inacabado”, que podrá verse hasta el mes de enero en el Palacio de Villena de Valladolid, reúne un conjunto de 85 obras procedentes de un total de 40 museos y colecciones públicas y privadas de Reino Unido, de Francia y de España. Entre los artistas representados figuran, entre otros, Vasari, Rembrandt, El Greco, Sorolla, Dégas, Picasso, Tatlin, Schwitters, Fellini, Oteiza, Chillida, Sugimoto, Sam Francis, Picasso, Ingres, Salzillo, Beuys, Duchamp, Gargallo, Van Gogh, Goya, Fellini o Keaton. La muestra se divide en seis ámbitos donde se ofrece un acercamiento a la creación inacabada a través de distintas disciplinas artísticas.

No es la primera vez que el Museo Nacional de Escultura otorga visibilidad a la producción del zamorano Baltasar Lobo. Así en el año 2018 el centro, en la sede de la Casa Sol, dedicó una interesante exposición al artista nacido en Cerecinos de Campos. En aquella ocasión el planteamiento correspondió a una unión entre el escultor y la antigüedad. Bajo el nombre de “Baltasar Lobo. Un moderno entre los antiguos” se propuso un diálogo entre 35 obras ejecutadas en diversos materiales y en distintas épocas del escultor zamorano, que forman parte del legado del artista, y una serie de piezas de la antigua colección nacional de reproducciones que estaba en Madrid y que se adscribió al Museo Nacional de Escultura en el año 2011. Esa exposición fue posible gracias al préstamo de los fondos que posee del Ayuntamiento de Zamora y la Fundación Baltasar Lobo, en colaboración con el Museo de Zamora que alberga en depósito más de 650 obras del legado del escultor.