Un celoso vigía mantiene a raya desde hace poco más de medio año a los vecinos del municipio zamorano de Muelas del Pan que osan asomar por su calle, camino de la Iglesia parroquial. Como buen mastín, el instinto le convierte en un vigilante feroz, nacido para cuidar con suma entrega al rebaño de ovejas que se le encomienda y a alejar al lobo. O, en este caso, para velar por la integridad física de su dueño, que le tiene como mascota.

El joven animal no duda en lanzarse “contra todo aquel que se aproxima” no ya a su dueño, sino a la vivienda que este ocupa en la calle que conduce a la iglesia, una casa familiar que ya ningún vecino se atreve a sobrepasar desde que el mastín fuera más allá de mostrar sus grandes fauces a un par de vecinas. De momento, son las únicas que llevan el “sello” de sus dientes, la una, en un pie; y la otra, en un brazo.

El animal, de dimensiones considerables por su raza, “tiene al vecindario atemorizado”, explica un hombre que reside en Muelas, quien se ha visto obligado a denunciar en el cuartel de la Guardia Civil la situación. No es el único habitante de Muelas que vaticina que “algún día va a pasar una desgracia”. Otra mujer explica que no se atreve a pasear con su madre por esa zona y “tengo miedo de que ella salga sola cuando yo no estoy” porque el perro pueda atacarla. “A mí misma me da miedo, pero si a mi madre le pasa algo..., ya le he dicho que no pase por allí”.

El temor al perro, que ladra con suma energía en cuanto otea a algún lugareño, es generalizado, ha vaciado una de las calles de mayor tránsito del pueblo, explican los afectados, “no puedes acercarte ni a varios metros”. Nadie comprende la actitud del dueño del mastín, se le ha instado a que no lo tenga en la calle, menos si está atado con una cuerda que “puede romperse en cualquier momento” y que le dejaría campar a sus anchas por el pueblo. Y así lo tenía el propietario hasta que llegó la primera denuncia a la Guardia Civil y la primera queja al Ayuntamiento de la localidad. La advertencia de que debía tenerlo atado la cumplió, el mastín permanecía a la puerta de la casa de su dueño amarrado, pero con una cuerda que medía más de tres metros y proporcionaba un radio de acción suficiente como para continuar amedrentando a los lugareños.

Los malos augurios se cumplieron: el mastín rompió la cuerda y en ese tiempo de libertad “mordió en el pie a una señora que pasaba por la calle”. De nuevo, el caso terminó en la Guardia Civil, que ha dado trámite de la denuncia al Juzgado para que investigue el suceso y tome medidas. El propietario mantiene a la mascota a la puerta de su casa, atada con una cuerda más corta aunque lo tiene más tiempo en casa, pero sin renunciar a darle sus paseos nocturnos, “lo saca a la una o dos de la mañana y te lo puedes encontrar”. A pesar de los incidentes, “su dueño lo sigue dejando suelto de vez en cuando y por las noches cuando sale con el perro que, si no hay nadie, lo deja suelto. Pero es que puede aparecer cualquiera y qué pasa”, añade otra vecina. Ante las quejas de los ciudadanos, el dueño del can replica “que la gente sale mucho de casa”.

“Un día pasará algo gordo con este animal porque se tira a la gente”

Los excrementos del perro que el dueño deja frente al parque infantil del pueblo, el que ahora disfrutan los vecinos mayores, es otro problema para el vecindario de Muelas del Pan. “Es un vergüenza lo que está pasando con ese perro”, no duda en afirmar otro vecino, que vuelve a incidir sobre las situaciones de peligro que genera la presencia de este animal en el pueblo, “es que un día va a pasar algo gordo”. Cuenta cómo en una ocasión, cuando se dirigía con otra persona a visitar a unos familiares, “hemos visto al perro suelto, ha echado a correr hacia nosotros y nos hemos tenido que meter en la casa rápidamente”. Nadie hace nada por poner freno a esta situación, consideran los vecinos, que describen al propietario del mastín como “alguien desafiante con todo el mundo”. Se trata de un hombre que ha estado viviendo fuera de la localidad, en Vitoria, con sus padres siempre, en Muelas veraneaba, pero este año se ha quedado a vivir allí con este mastín y con otro perro “que es tranquilo y no da ningún problema, pero el otro es malo, se tira a la gente”. El asunto está ya en el juzgado, por lo que los vecinos de la localidad de la Tierra del Pan confían en que se agilice el caso y la juez tome cartas en este asunto. Por otro lado, el Sacyl acaba de requerir a una de las personas heridas por el mastín para que abone la factura correspondiente al coste de la asistencia sanitaria a la que tuvo que someterse por las heridas que sufrió en el ataque, según ha podido saber este diario de fuentes conocedoras del caso.