“Los avances en la historia suelen venir de estudios locales, que son los que ofrecen muchas veces más claves que los análisis más generales”. Con esta sentencia presentó ayer el director de la UNED en Zamora, Juan Andrés Blanco, el libro “Pino y el linaje Cancelo. Siglos XIV-XX”, una investigación desarrollada por Enrique Ventura Crespo tras varios años de arduo trabajo entre libros y documentos de todo tipo.

El punto de vista humano es lo que diferencia esta investigación sobre la localidad alistana de Pino —que adoptó el apellido “del Oro” en 2002— y esa aportación se la otorga la familia de los Cancelo, en quienes se ha centrado el autor. “Se trata de una familia de origen orensano, afincada en 1731 en esta villa zamorana, aunque con el tiempo se acabó extendiendo por toda la provincia”, explica Ventura Crespo. De hecho, la saga llegó a tener incluso un alcalde en la misma capital, Cruz Horacio Miguel Cancelo, que fue el regidor entre los años 1917 y 1919. Una gran familia que siguió “conquistando” otros lugares. Así, a finales del siglo XVIII se asentaron en diversas ciudades de España y, como tantos otros linajes, tuvieron familiares que incluso emigraron fuera de las fronteras nacionales, encontrándose descendientes en Chile o Bahía Blanca, en Argentina.

Aunque los Cancelo se convierten en el hilo conductor de esta investigación, el escritor no olvida su contexto, arrancando con los antecedentes históricos de la villa de Pino, las costumbres y mentalidades de la comarca de Aliste, las enfermedades como la viruela o la lepra que asolaron a la población o un lugar especial para construcciones como la iglesia de San Juan Bautista, reedificada con Rafael Manso siendo obispo de la diócesis de Zamora, entre finales del siglo XVIII y principios del XIX.

Tras este primer capítulo que ubica al lector en el lugar, el libro se centra en la genealogía Cancelo, con su asentamiento en la zona de Aliste y su mencionada extensión por diferentes lugares. Un lugar especial se le dedica en la investigación también a la aristocracia de la villa de Pino, con familias como Ocampo y Quijada, los condes de Peñaflor de Argamasilla o la casa noble de los marqueses de Valdecarzana —cuyo escudo de familia se puede encontrar en la iglesia de los santos Justo y Pastor, en Cerezal de Aliste—, finalizando el régimen señorial en la zona en 1837.

El Duero siempre ha tenido una estrecha relación con Pino y por ello se le dedica un capítulo a la famosa barca de Pino, con sus antecedentes históricos, sus protocolos notariales, su conexión con el linaje Cancelo, las defunciones en el Duero o incluso los propietarios de este transporte fluvial.

Definido como “lugar de recogimiento espiritual, desgraciadamente muy expoliado”, la ermita de San Esteban también está presente en este trabajo y, por supuesto, no podía faltar un capítulo dedicado al puente de Requejo. “Fue el sueño de Práxedes Mateo Sagasta que finalmente hizo realidad Federico Requejo y Avedillo, quien desarrolló la obra”, apunta el autor, quien también ha querido dedicar otro capítulo a la emigración. “Es el capítulo que más duele a los zamoranos, este auténtico cerco de la emigración”, apunta el investigador. En Pino fue una constante en los siglos XVIII, XIX y XX. “Zamora se viene despoblando desde hace décadas”, lamenta.

Los últimos capítulos se dedican al beato Pedro Martínez Ramos, mártir de la Guerra Civil, y a los vecinos que dieron su vida en las guerras de Cuba y Filipinas, para completar estas pequeñas grandes historias.