La peste, la viruela, el cólera, la gripe, la poliomielitis, las enfermedades infecciosas emergentes (como el síndrome pulmonar por hantavirus, la diarrea sanguinolenta, la tuberculosis o el sarampión), el sida, el mal de las vacas locas, el SARS y MERS, el ébola y las arbovirosis emergentes y reemergentes son solo algunas de las epidemias y pandemias a que la humanidad ha sufrido, y seguirá padeciendo a lo largo de la historia. De todas ellas, se ha aprendido algo, por más que se sigan cometiendo graves errores en su gestión, como ha ocurrido con la del coronavirus. De todo ello habla en su último libro “Pandemias. Las epidemias que asolaron la humanidad” Juan J. Gestal Otero, catedrático emérito de la Universidad de Santiago de Compostela. Gestal (Muros, 1947) fue director general de Salud Pública de la Xunta de Galicia y está considerado uno de los mayores expertos en Salud Pública. Es un rostro habitual de los medios de comunicación durante la pandemia para informar de los avances sobre la enfermedad y la importancia de las medidas preventivas.

—Nosotros nunca habíamos vivido nada parecido al coronavirus, pero la humanidad si.

—Las enfermedades infecciosas y su presentación en forma de epidemias o incluso de pandemias afectando a todo el mundo conocido en cada momento en la historia de la humanidad se han presentado desde siempre. Tenemos pandemias de tiempos muy antiguos de las que no sabemos cuáles eran los agentes causales y otras en las que ya se han podido identificar, a partir de la Peste de Justiniano del siglo VI.

El culpable principal de las pandemias ha sido un virus o una bacteria.

—Aunque ha habido bacterias, generalmente han sido más los virus los responsables de las pandemias. La viruela, posiblemente la enfermedad que a más personas ha matado a lo largo de la historia, está producida por un virus. Pero la hemos conseguido erradicar, porque el último caso de viruela endémica se produjo en 1977 en Somalia y en 1980 la Organización Mundial de la Salud la declaró erradicada.

¿Qué otra enfermedad destacaría como la más mortífera de la historia?

—Producida por bacterias está el cólera, que es una enfermedad endémica en la India. A raíz del movimiento de tropas y los desplazamientos de la colonización británica en el siglo XIX el cólera va a a salir de los lugares donde era endémico. La primera pandemia no llega a Europa pero la segunda si y en España va a entrar en enero de 1833 por Vigo. Era un barco que venía de Europa con tropas mercenarias para participar en la guerra civil portuguesa entre don Pedro y don Miguel. Paran en las Cíes, en Vigo, para reparar el barco. Se contagia un carpintero de playa, se producen unos brotes y de ahí se va a extender por la península. Poco después va a entrar por Huelva, se extiende y más tarde entra también por el Mediterráneo. Se suceden una serie de pandemias del cólera a lo largo del siglo XIX que van a ocasionar una mortandad terrible.

¿Qué importancia tiene el cólera en el aprendizaje de la gestión de las pandemias?

—En el siglo XIX, los gobiernos de Europa no saben cómo parar la difusión de la enfermedad porque el conocimiento de los gérmenes no empieza a tenerse hasta el último tercio del siglo XIX. Pero al cólera se le ha llamado y con razón el maestro de la sanidad. A raíz de un brote producido en Londres, John Snow, da lugar al origen del método epidemiológico. Por esa época William Farr pone en marcha las estadísticas sanitarias. Y es cuando los estados convocan las primeras reuniones sanitarias internacionales para tratar de poner freno a una enfermedad que salta de un país a otro. Es el origen del reglamento sanitario internacional y el antecedente de la Organización Mundial de la Salud.

—¿En España tuvo algún efecto?

—Si, porque da lugar a la aprobación de las primeras leyes de sanidad. La organización moderna de la sanidad en España parte de 1855, cuando se aprueba la Ley Orgánica de Sanidad. Y hay que citar también la vacuna frente al cólera que desarrolla en Barcelona Jaime Ferrán y que prueba en Valencia. No tuvo éxito pero es importante porque es la primera vacuna moderna que se lleva a cabo.

Cuando llegó el coronavirus de lo primero que nos acordamos fue de la gripe española de 1918.

—Fue una de las pandemias más mortíferas que se han producido y tenía similitud con el coronavirus, puesto que también está producida por un virus y la transmisión ocurre a través del aire. Pensamos que la pandemia del COVID es la más grave de toda la historia, porque la estamos sufriendo nosotros, pero en realidad otras fueron mucho más graves. Esta del 18 fue en realidad mucho más grave, ya que se estima que produjo entre 50 y 60 millones de muertos, incluso hay quien habla de cien millones.

Sin embargo, ahora teníamos más armas para evitarla que entonces, ¿no?

—Tenemos sistemas sanitarios muy potentes que con una capacidad que hacen cosas que parecen de ciencia ficción. Entonces, ¿cómo es que algo tan pequeño como un virus pueda poner a todo el mundo patas arriba, el mundo en shock, que es como subtitulo el capítulo del COVID?. En realidad, ha llegado la pandemia y lo que hemos hecho es aplicar las mismas medidas de prevención para contener la difusión del virus que ya se habían aplicado en la historia desde siempre, los cordones sanitarios, cierres perimetrales y todo eso. Y hemos cometido los errores de siempre como anteponer los intereses económicos en contra de las actuaciones sanitarias.

¿También se hacía antaño?

—Sin ir más lejos en última gran pandemia de peste de Europa, la de 1720 de Marsella. Venía un barco del Líbano con mercancías y durante la travesía se producen casos de peste y fallecimientos. No dejan entrar al barco en distintos puertos y cuando llega al de Marsella, con una importancia comercial extraordinaria con Oriente y América y comerciantes muy poderosos, las autoridades lo ponen en cuarentena y no permiten bajar las mercancías. Pero intervienen los comerciantes, presionan y consiguen que les autoricen a bajar las mercancías, con ellas bajan las ratas, coincidió que había una feria importante en una ciudad próxima y se extendió la peste. Murieron 50.000 personas en Marsella y otras tantas en los alrededores. Los muertos estaban tirados por las calles, amontonados, no había forma de enterrarlos. Estos errores los hemos cometido nosotros abriendo demasiado pronto las actividades y eso que parece que nos iba a favorecer a la economía, al contrario, es peor.

¿Cómo habría que haber actuado?

—Para la economía era mejor que hubiéramos hecho como Australia, China o Nueva Zelanda, controlar bien la enfermedad, que desapareciese la circulación del virus en la comunidad y eso permitiría abrir la economía, llegar antes a la nueva normalidad. Y cuando apareciera un caso, como ahora por ejemplo este brote con esa macrofiesta de Mallorca tendría que haberse actuado con medidas de cierre o de lo que fuera para evitar la transmisión. Seguro que ahora estaríamos a punto de tenerlo controlado. Con las medidas blandas para no dañar la economía, acabamos por dañar más la economía.

Hemos dado por muerto al virus varias veces pero ha resucitado más vigoroso todavía. ¿Tropezamos dos veces en la misma piedra?.

—Esto es lo que en este libro podemos ver, cómo hemos acertado y equivocado a lo largo de la historia, no dos veces, si solo fueran dos veces o tres, sino cientos de veces tropezamos un poco en la misma piedra.

Estamos en shock. ¿Nos acordaremos de lo que hemos pasado para llevar una vida más sana?

—El recuerdo tiene que perdurar, pero la memoria es muy frágil y es verdad que nos vamos a olvidar. La memoria de la pandemia del 18 también se olvidó, porque si no se hubieran tomado otro tipo de medidas. En el último capítulo del libro, el desafío de las pandemias en la era global, hacemos una reflexión sobre que la motivado que hayamos sufrido ahora esta pandemia, si va a haber más pandemias. Por supuesto que va a haber más pandemias, aunque a mí me gustaría vivir muchos años y no conocer ninguna más. Me preguntan muchas veces si esta es una de esas pandemias que aparecen cada cien años, para decir que es una de las importantes, pero la periodicidad nadie la sabe.

Quizá el elemento más novedoso de esta pandemia es que tenemos vacunas.

La medida que nos va a salvar son las vacunas. Es muy importante potenciar la investigación. Nunca en la historia habíamos tenido investigadores tan bien formados y capacitados. Pero fíjese, al grupo de investigación que yo dirigía Santiago, como les sucedió a todos los grupos de investigación, cuando llegó la crisis lo primero que hizo el Gobierno fue retirarle los fondos. Tuvimos que despedir a personas que estaban trabajando en investigación. Tras esta pandemia ha quedado claro, aunque tal vez lo volvamos a olvidar, que hay que potenciar la investigación básica, la carrera investigadora por parte de la Administración y que los empresarios inviertan en el campo de la biotecnología.

Andábamos escasos también de laboratorios y capacidad industrial hasta para fabricar mascarillas.

—El laboratorio no se puede improvisar en una pandemia, porque desarrollar una línea de investigación lleva años. Pero sí se pueden tener los laboratorios ya para estar preparados para cualquier eventualidad y mientras tanto utilizarlos en los problemas que tenemos todos los días. Y lo que dice de las mascarillas o los respiradores, nos hemos dado cuenta de que hemos deslocalizado gran cantidad de potencial empresarial por cuestiones económicas, porque era mucho más barato producir en China que aquí y hubo un momento que lo necesitábamos y no teníamos esa capacidad. Habrá que ver y determinar, y aquí el olvido creo que va a ser muy grande, en qué actividades tenemos que ser autosuficientes y mantenerlas con las ayudas que sean necesarias.

—Hemos podido comer porque la agricultura no está deslocalizada. Nos va a servir de reflexión sobre el mundo la globalización.

—Debiera de hacernos reflexionar sobre esto y cambiar y por ejemplo ahora en uno de los capítulos del libro el de la arbovirosis, enfermedades transmitidas por insectos que eran tropicales o subtropicales. Veíamos por ejemplo la chikungunya en algún viajero que venía del índico. Pues ya en 2007 hubo un brote en el norte de Italia, luego hubo en Francia y en otros lugares. Enfermedades transmitidas por artrópodos, como los anófeles, que habíamos eliminado de muchas zonas, como el paludismo ahora con el cambio climático, el aumento de las temperaturas se está dando las condiciones para que esos artrópodos se desarrollen en nuestro medio. Entonces si hay una persona que viene infectada de un país tropical o subtropical donde eso es frecuente, puede propagarse aquí. El comercio de neumáticos ha permitido que un pariente del mosquito tigre procedente de Asia llegue a Estados Unidos y Europa, y resulta un vector muy bueno para el dengue, el chikungunya o el zika. El cambio climático nos trae la amenaza de este tipo de enfermedades que creíamos que habíamos eliminado como el paludismo. Por no hablar de otros fenómenos como los golpes de calor, como el que sufrimos en 2003, que provoca mortalidad en la población.

¿Como valora el comportamiento social?.

—Ha habido siempre algunos chistosos, pero en general el comportamiento ciudadano ha sido ejemplar. Los gobiernos no han estado a la altura del comportamiento de los ciudadanos. Y ahora está el tema este de los jóvenes. Para mí es todavía incomprensible que después de un año en el que se hizo un esfuerzo enorme y se consiguió mantener la docencia presencial con mucho esfuerzo, se consiguió que los colegios no fueran un lugar de difusión del COVID, que después de todo eso se les ocurra organizar en plena pandemia unos viajes de fin de curso y tenga lugar todo eso del macrobrote de las Baleares y los comportamientos que continúan actualmente por los jóvenes realmente para mi es inconcebible.

¿Cómo se han comportado las estructuras del sistema sanitario?

—Pensábamos que teníamos un sistema sanitario maravilloso, el mejor del mundo y de hecho tenemos a unos profesionales muy buenos y un sistema sanitario aceptable. Pero que no era ese mejor del mundo que nosotros pensábamos porque la crisis económica anterior lo había privado de recursos para actualizar toda la tecnología y esa crisis había llevado a una reducción el personal, se había jubilado anticipadamente a las personas a los 65 años se perdió ahí una experticia importante, disminuyó mucho el número de trabajadores sanitarios médicos, enfermeros… Fue un ahorro para ajustar un presupuesto de un año o dos y las consecuencias las vimos ahora que hacía falta ese personal y no estaba. Y otro problema grande y que se ha puesto de manifiesto ahora es que la cenicienta del sistema, la salud pública solo recibe el 2% del presupuesto de sanidad y el 80% de ese presupuesto va para comprar las vacunas.

¿Aquí también se necesita una reforma no?

La salud pública, está mal financiada, no tiene personal suficiente. En 1986, la Ley General de Sanidad supuso una mejora muy grande de la asistencia sanitaria, se crearon centros de salud, la atención primaria mejoró mucho, se especializó a los médicos de Primaria. Ahora también necesita una serie de mejoras, con el diagnóstico hecho en 2019, que, por cierto, no se ha llevado a cabo.

—Qué habría que hacer en salud pública

—La salud pública, la vigilancia epidemiológica son los ojos del sistema, el soldado que está ahí vigilando si viene el enemigo y están muy atrasadas, hay que modernizarlas con los big data, la tecnología, con laboratorios de genómica, y los que ya están de microbiología y virología. Y hay que acercar a la salud pública a la asistencia sanitaria. La asistencia la organiza la ley general sanitaria por áreas de salud y la salud pública se quedó en las provincias, alejada a las áreas de salud. Ahora en la pandemia los servicios de Medicina Preventiva de los hospitales fueron la cara visible de la salud pública luchando en sus áreas de salud para controlar la difusión de la enfermedad. Estos servicios de Medicina Preventiva pueden ser el embrión al que se acerquen los recursos, los medios, se lleve la sanidad de las provincias a las áreas de salud y se modernice.