A principios de los años 90, cuando la provincia ya perdía población, la cifra de nacimientos por curso se situaba entre los 1.500 y los 1.600 niños; en 2020, cuando la urgencia demográfica ya apremia, la cifra de alumbramientos ha bajado a la mitad y continúa un descenso imparable que contribuye a la pérdida de capital humano de la provincia. Este jueves, el Instituto Nacional de Estadística confirmó el último dato oficial, correspondiente a 2020: en el año del COVID vinieron al mundo 798 bebés. Son 39 menos que en 2019 y 300 menos que hace una década. Se trata del peor dato de toda la serie histórica, que arrancó en 1975.

Además, esa cifra ha venido acompañada de un incremento inusitado de la mortalidad, apoyado por el impacto del coronavirus. Los números resultan desoladores: durante el 2020, perdieron la vida 3.230 zamoranos; son casi 500 más que en 2019. El resultado de vincular estos decesos con el número de nacimientos mencionado anteriormente arroja un saldo vegetativo negativo de 2.432 personas en un solo año. El lastre de estos datos para la recuperación demográfica es muy pesado.

No en vano, con estas cifras en la mano, se puede concluir que las muertes cuadruplicaron a los nacimientos el año pasado en una provincia donde el envejecimiento también juega un papel importante. El descenso del número de personas en edad de tener hijos, unido al hecho de que Zamora tiene la proporción de mayores de 80 años más elevada del país, por encima del 12%, ensombrece el futuro de un territorio que precisaría de una atracción de nuevos habitantes repentina y elevada para invertir la tendencia a corto o medio plazo.

En todo caso, los datos correspondientes a 2020 resultan especialmente malos por culpa del impacto del COVID. El golpe de la pandemia se aprecia mes a mes, con un detalle que revela cómo los puntos álgidos de la primera y la segunda ola trajeron consigo un incremento de la mortalidad muy acusado. Así, tanto en abril como en noviembre del año 2020, perdieron la vida 383 personas en la provincia, más que en cualquier otro momento del curso, según las cifras del INE. Cabe esperar que, en la futura estadística del año actual, también se detecte un repunte similar en enero y febrero, cuando más se dejó notar el golpe de la cruenta tercera ola del coronavirus en Zamora.

En cuanto a los nacimientos, el mes con más bebés en la provincia fue julio, con 78. La diferencia entre el pico de mortalidad y el de alumbramientos exhibe con claridad el escenario en el que se maneja el territorio con la tasa de natalidad más baja de España.

Malos datos autonómicos

Castilla y León anotó uno de los datos más negativos del país en la estadística del movimiento natural de la población. La comunidad registró en 2020 el peor saldo saldo vegetativo de España, con 22.543 muertes más que nacimientos, según los datos provisionales publicados por el Instituto Nacional de Estadística, que ponen de nuevo sobre la mesa el problema del envejecimiento y de relevo generacional. En España, la caída fue de 153.167 personas.

De hecho, solo cuatro autonomías apuntaron un saldo positivo: Murcia (1.432) y Baleares (815) además de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla (188 y 338). Las cuatro repiten respecto a 2019, pero con datos muy inferiores. Es decir, que incluso en estos territorios la cifra de muertes superó a la del año previo. El resto apuntaron descensos, pero no tan acuciantes como Castilla y León. Así, cerca se encuentran Cataluña, con 21.659 personas, o Galicia, con 17.610. También, Madrid, con 14.696, que se ve penalizada especialmente por la mortalidad del COVID.