Uno de los monumentos más grandiosos y asombrosos que tuvo la ciudad de Zamora fue el monasterio de San Jerónimo, el cual se encontraba ubicado a las afueras de la ciudad, entre los barrios de San Frontis y el Sepulcro, muy próximo al convento de San Francisco. El monasterio tiene su origen en el año 1543, cuando la Orden Jerónima decidió trasladar el monasterio de Nuestra Señora de Montamarta a la ciudad de Zamora por razones de insalubridad.

Columnas pertenecientes al desaparecido convento de San Jerónimo, que cierran los jardines del Castillo de la plaza de la Catedral. Emilio Fraile

El monasterio, tras varios siglos de intensa integración en la vida cotidiana de la capital zamorana, desapareció con la desamortización española, aquel largo periodo histórico, económico y social iniciado a finales del siglo XVIII por Godoy y culminado por Mendizábal en 1836, que supuso un gran golpe al patrimonio que poseía la ciudad. Aún así, el Ayuntamiento de Zamora documentó el pasado año más de un centenar de restos pétreos hallados en la ciudad, entre ellos algunas columnas y capiteles pertenecientes al convento de San Jerónimo.

Además, en el parque del Castillo, enfrente de la Catedral, se conservan aún varias columnas de uno de los claustros, así como la portada del convento en arco de medio punto. Respecto a los bienes muebles, algunos de los lienzos que lo adornaban se conservan en el Museo de Zamora. La Catedral, por su parte, posee el Cristo de las Injurias, una Virgen con el Niño y San Juan, obras procedentes del mencionado monasterio y que fueron trasladadas a la Seo de la ciudad. En el solar, en cambio, tan solo se conservan la cerca y restos de algunos elementos como muros con puertas y ventanas, alberca, pozo de nieve, pajar, palomar, noria y bodegas.

Ahora, la reforma realizada en una conocida tienda situada en el centro de la ciudad ha dejado al descubierto una nueva columna, que perteneció al convento de Los Jerónimos. “Estaba totalmente tapada y los obreros al hacer la obra se la encontraron. Ellos no sabían que podrían encontrarse algo así en este lugar”, explica la encargada de la tienda Stradivarius, establecimiento donde ha quedado descubierto este nuevo resto arqueológico, visible para todos los ciudadanos que deseen acudir.

“Nos hemos quedado todos sorprendidos, tanto los obreros en el momento que la descubrieron como nosotras cuando vinimos aquí y la vimos ahí en el medio porque la verdad es que es una verdadera pasada haberla descubierto aquí y es muy bonita”, manifiesta.

La localización de algunas de estas columnas y el debate sobre si habían desaparecido o no de los jardines del Castillo generó cierta polémica política unos años atrás, aunque quedó demostrado que algunas de ellas están, efectivamente, en algunos puntos de la ciudad e incluso también de la provincia. Algunas de ellas, desmontadas y sin uso ornamental en la ciudad, como las aparecidas el pasado año 2020 en el almacén municipal de Zamora.

El monasterio de San Jerónimo se trataba de un recinto de gran extensión con 147 metros la fachada este por 130 de la que daba al sur. Así pues, la iglesia era de dimensiones catedralicias. Su fachada tenía unas líneas semejantes a la Basílica de San Ambrosio de Milán. Su interior constaba de tres naves con coro en la central. El complejo monacal constaba, además de cinco claustros, una rica sala capitular, una gran biblioteca, estudios, escalera imperial y una torre de alrededor de 30 metros de altura.

Había además hospedería, caballerizas, botica, enfermería, varias cocinas, bodegas, refectorios, una gran huerta, pozo de la nieve, fuente de agua viva, pajar, palomar, noria y alberca. Sin duda, un monumento grandioso, al que muchos comparaban con la Catedral. A pesar de todo ello, la destrucción a la que se vio sometido el monasterio tras la exclaustración de los monjes fue prácticamente total.

No obstante, la ciudad de Zamora sigue asombrando y un nuevo resto del grandioso convento de Los Jerónimos podrá ser visualizado por los ciudadanos zamoranos, simplemente acudiendo a la nueva tienda de Stradivarius en la ciudad donde, bajo la sorpresa de todos, ha quedado descubierta una columna perteneciente al convento tras realizar una obra en el local.