Lo que fue un soplo de aire fresco, principalmente para la hostelería, tardó apenas 72 horas en convertirse en contención. El pasado lunes 8 de marzo, la Junta de Castilla y León devolvía a los bares y restaurantes la posibilidad de recibir clientes en el interior de sus locales, aunque nunca por encima del 33% de aforo. Unos límites que podrían superarse de manera quincenal, como así establecía el plan de desescalada, si los indicadores sanitarios eran favorables y siempre de manera provincializada.

Así, estaba previsto que el próximo lunes día 22 se hiciera una revisión de la situación para que la hostelería pudiera completar la mitad de su aforo y quince días después, si todo seguía igual, se podría avanzar hasta el 75%. Paso a paso se podían consumir niveles hasta alcanzar cierto punto de normalidad, pero todos esos planes quedaron truncados el pasado jueves. Ese día, el Consejo Interterritorial de Salud acordó paralizar cualquier tipo de desescalada hasta que transcurriera el periodo vacacional asociado con la Semana Santa. De esta manera, las expectativas de la hostelería se echaron por tierra, como mínimo, hasta el próximo 6 de abril. En esa semana, la Junta podría retomar la desescalada si los datos epidemiológicos lo permiten.

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