Esta experta zamorana en violencia de género, doctora en Psicología, criminalista y escritora, descendiente de Pozuelo de Vidriales, donde vive su familia, pone el acento en la importancia de educar para romper estereotipos, “los sesgos inconscientes” a los que están atados el rol de hombres y de mujeres, los que “muchas veces están en la base de la desigualdad”, indica María José Garrido Antón. La capitana de la Guardia Civil conoce bien el perfil criminal, “se puede llegar a matar sin ser violento”.

–¿La pandemia ha contribuido a destapar más casos de violencia de género? En Zamora, han aumentado en los últimos meses.

–Para aquellas parejas que no conviven la pandemia ha favorecido que se disparen los casos de ciberviolencia de género como reflejo de la sociedad y el cambio tecnológico. Pero en las parejas que sí comparten el mismo domicilio ha habido más incidencia de casos de violencia de género que no han podido denunciarse por la situación de aislamiento que se ha vivido.

–Usted ha validado los protocolos que se usan para determinar el nivel de riesgo de las mujeres víctimas de maltrato, un sistema que se cuestiona con frecuencia, ¿cómo explicaría su fiabilidad?

–Efectivamente, con mi tesis doctoral validé los protocolos VPR y VPER en parámetros de fiabilidad, validez y robustez, con índices estadísticos muy confiables. El problema que socialmente existe es que se confunde violencia de género con homicidios de pareja. Ambos fenómenos comparten el mismo denominador común (la violencia hacia la mujer) pero obedecen a factores de riesgo diferentes.

–¿Cuando habla de homicidios de pareja se refiere a los perpetrados por hombres sobre mujeres?, ¿esos no se enmarcan siempre en la violencia de género?

–La manifestación más extrema de la violencia es siempre el homicidio y este hecho perturba más a la ciudadanía cuando se comete en el seno de una relación afectiva. Estadísticamente cada vez que esto ocurre se “cuentan como víctimas de violencia de género”, pero gracias al estudio de feminicidios que iniciamos en Guardia Civil, se puede decir que ambas tipologías delictivas difieren en los factores de riesgo que las predicen. La violencia de género no existe como tal en el Código Penal, es un delito transversal. Los homicidios sí existen y la pena es más dura con el agravante de género.

–La sociedad sigue cuestionando a la mujer que denuncia por maltrato a su pareja, a pesar de que se sabe que solo un 0,1% son falsas, porcentaje que también se pone en entredicho.

–Uno de los aspectos en los que más me he centrado en mi trayectoria profesional ha sido el de sensibilizar a los agentes involucrados en la violencia de género para considerar la emocionalidad de este delito y para entender que es relativamente frecuente. Incluso, se puede llegar a entender que una víctima que ha denunciado regrese con su victimario o quebrante ella misma la orden de alejamiento porque en este delito confluye un laberinto de variables tanto afectivas, emocionales como del terreno de las dependencias que hacen de este delito una tipología particular.

–¿Qué puede haber en esa marcha atrás tan frecuente en las denuncias?

–Barreras psicológicas mayormente, desconocimiento por lo que va a pasar, vergüenza, culpabilidad, confianza en que el agresor va a cambiar, resistir por el bien de los hijos en común. A veces la mujer no se atreve a volver a denunciar porque tiene vergüenza de admitir este tipo de hechos.

–Como experta en la materia, ¿es fácil fingir una situación de violencia de género?

–Independientemente del delito de que se trate, se pueden llegar a manifestar hechos que no se corresponden con la realidad. No hay una forma de reaccionar homogénea ante la violencia de género. Quien que más llora no es a quien más le duele y viceversa.

–¿Diría que existen negacionistas y en aumento?

–No se pueden negar hechos y evidencias. La violencia física se visualiza perfectamente en los partes médicos y, lamentablemente también a la vista. La violencia psicológica siempre va aparejada a la física y es más difícil de demostrar, pero las consecuencias son mas desgarradoras para la mujer que la sufre.

–¿Por qué es más desgarradora esa violencia psicológica?

–Porque una bofetada, una patada, un tortazo duele físicamente, si se recibe por un desconocido también se padece, pero al minuto el dolor físico se evapora. Si se recibe por la pareja o expareja, el dolor emocional aparejado no desaparece, genera ansiedad y va acomodándose en el organismo minando la autoestima y el autoconcepto de la víctima.

–Los fiscales expertos en estos delitos ponen el acento en el poco avance en igualdad en adolescentes y jóvenes, ¿cómo lo explicaría usted?

–Es cierto que en adolescentes y jóvenes se ve muchas veces cómo comportamientos de “cibercontrol” se encuentran normalizados. Es fundamental la educación y el rol de los agentes de socialización primarios y secundarios es absolutamente imprescindible, por ello hay que trabajar en los sesgos inconscientes que muchas veces están en la base de la desigualdad.

–¿Qué implica trabajar en esos sesgos inconscientes?

–Visibilizar estereotipos asociados cultural y socialmente a uno de los dos colectivos, tanto a mujeres como a hombres.

La guardia civil zamorana durante una práctica de tiro. | Cedida

–Educar, concienciar desde la infancia resulta esencial para erradicar esta lacra, ¿el maltratador se hace o nace?

–La educación es fundamental. Gracias a las Leyes Orgánicas de Violencia de Género de 2004 y de Igualdad de 2007, se ha avanzado mucho en todos los sectores y especialmente en educación. En base a mi experiencia, se puede llegar a matar sin ser violento, ni tener antecedentes, ni una personalidad determinada.

–¿Cualquier persona puede matar?

–En mi opinión, sí. Otra cosa es que haya personas que mienten, matan, roban y, por cuestiones biológicas, sufren más, tienen más remordimientos o llegan al gesto autolítico (suicidio) porque no soportan lo que han hecho. Hay cuestiones biológicas y también sociales para que se cometa el mal. En el capítulo 3 de mi novela “Sobre personas y monstruos” hablo de esta realidad con un caso real.

–Dice usted que hay componentes biológicos y sociales que pueden condicionar las conductas conflictivas, ¿existe un determinismo en el maltratador imposible de atajar?

–Hay predisposiciones biológicas que hacen más fácil que una persona infrinja la norma, pero también hay programas dirigidos por expertos que ayudan a controlar la impulsividad y la hostilidad en momentos de ira.

–Los expertos suelen decir que un maltratador es muy difícil que se rehabilite, de hecho, por el programa Fénix, voluntario, creado hace 15 años para tal fin solo han pasado 56 hombres.

–Depende de varios factores entre ellos que quiera rehabilitarse, que cuente con apoyo social y familiar y una red de profesionales con perspectiva de género que le sensibilicen, formen y reconduzcan.

–¿La igualdad en derechos entre hombres y mujeres tiene aún un largo camino por delante?

–Sí. Precisamente estoy escribiendo un libro ahora que llevará por titulo “Potenciando la igualdad real”, en el pongo de manifiesto que, a pesar de que a nivel legal se ha evolucionado mucho y se han conseguido muchos avances, aún no se puede hablar de una igualdad efectiva de oportunidades en función del género.

–Trabaja en la Guardia Civil, un cuerpo de seguridad que tardó en incorporar a la mujer, ¿ha sufrido discriminación?

–En general, no. Alguna vez me he sentido más observada, o he tenido que demostrar un pelín más, también influye el efecto saliencia (somos pocas mujeres oficiales aún).

–¿Tardará en cambiar esa situación, esa visión del “sexo débil” o queda aún mucho por hacer dentro del Cuerpo?

–Se ha avanzado muchísimo, pero todavía queda mucho por hacer. Yo creo que hemos demostrado por activa y por pasiva, directa e indirectamente, que somos igual de fuertes, resilientes o resistentes que ellos, otra cosa es que históricamente se nos haya dado las mismas oportunidades.

–¿Es necesario el feminismo?

–Es necesaria la equidad, la igualdad de oportunidades y la igualdad de trato.

–¿Y el 8M?

–Respeto a todas las personas que quieran manifestarse por sus derechos, pero en la situación que estamos viviendo en estos momentos, no creo que sea lo más conveniente.

–El movimiento 8M ve discriminación, se muestra molesto porque ni siquiera ha indicado cómo se desarrollarán los actos, pero se cuestiona sin más esa manifestación, lo que no ocurre con otros sectores sociales, políticos o profesionales que se han movilizado en pandemia. ¿Tienen cierta razón?

–No se puede olvidar que el 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer y se celebra la lucha de las mujeres por alcanzar la erradicación de la desigualdad, lo polémico es la reivindicación de las convocatorias públicas en una situación tan delicada como la que estamos viviendo.

–Es una experta en criminología, ¿este nueva sociedad dominada por las nuevas tecnologías puede ser más violenta que la actual?

–Se aprecia una cultura de la inmediatez, poca tolerancia a la frustración y un curso vertiginoso de la nueva tecnologías. Han aparecido muchos comportamiento criminales que combinados con esas características del aquí y ahora, y las propias características del ciberespacio, entre ellas el anonimato, crean un campo de cultivo más vulnerable. Uno puede llegar a comportarse online de manera diferente, incluso más violenta o agresiva, que offline. Hay que estudiar los nuevos perfiles cibercriminales.

–¿Y los delitos más difíciles de perseguir, se diluye el delincuente en las redes?

–Las redes tienen innumerables ventajas para todos, también para los “malos”. Si además el trasgresor cuenta con una inteligencia alta, una personalidad determinada y conocimientos en informática se hace más complicado pero no imposible.