El día de Santa Águeda transcurrió entre el cielo gris y la lluvia en Zamora, como si extrañara el color y la alegría de las mujeres que normalmente celebran el 5 de febrero como la fiesta mayor del año. Esta vez, la tradición que se libró por los pelos del impacto del COVID en 2020 no pudo huir de la tercera ola, y los trajes, los bailes, las canciones y las procesiones tuvieron que quedarse en casa. A cambio, apareció la mezcla entre la resignación y la esperanza de las protagonistas, conscientes de que este año el virus ha secuestrado el bastón de mando que habitualmente les cedía el Ayuntamiento, pero deseosas también de recuperarlo con todas las de la ley a partir de 2022.

Las águedas de La Morana pasan por Viriato en 2019. | Emilio Fraile

Así lo explicó Pilar Esteban, una de las águedas de San José Obrero. Ella y sus 70 compañeras se resignaron hace semanas a un año en blanco, o casi, y es que un nutrido grupo de componentes sí acudió a la misa celebrada en el barrio para honrar a la patrona. Eso sí, algunas se mantuvieron fuera para evitar complicaciones con el aforo, y pocas se vistieron como un 5 de febrero cualquiera. Para eso, habrá que esperar. “Este año es raro y nosotras también tenemos miedo”, subrayó la representante de este colectivo, sabedora de que la salud es lo prioritario.

Las águedas aceptan esa realidad, pero la nostalgia en estos días resulta inevitable: “Siempre lo celebrábamos en fin de semana, y un día como hoy habríamos hecho la procesión con la santa o la cena de las mayordomas”, remarcó Pilar Esteban, que lamentó también que el coronavirus ya se ha llevado a una de sus compañeras este año: “Espero que en 2022 no falte ninguna más”, indicó. No en vano, esta pandemia ha recordado intensamente el valor de la salud y de la vida de un modo inédito para toda una generación.

Más allá de eso, las águedas de San José Obrero también piensan en la cantera: “No queremos que esto se pierda. Por eso llevamos a las niñas, para que vean cómo es”, señaló Pilar Esteban, que ya se imagina la explosión de júbilo que supondrá desempolvar el traje el año que viene para lucirlo con más sentimiento que nunca: “Será por todo lo alto”, advirtió esta águeda, que además auguró el estreno de muchas piezas para los trajes: “Ha habido tiempo para tejer”.

Águedas de San José Obrero, ayer, en la iglesia del barrio. | Cedida

La sensación de orfandad y las ganas de resarcirse el año que viene son comunes a las águedas del resto de los barrios de la ciudad y de los pueblos de la provincia donde esta tradición tiene un peso muy grande en el calendario de festejos del año. Sin salir de la capital, las representantes de La Morana publicaron ayer mismo un emotivo vídeo salpicado de imágenes de años anteriores y de canciones tradicionales que suelen acompañar el baile de las mujeres: “Este año, el COVID nos impide salir”, expresaron desde la asociación, ávidas de devolver a la calle en 2022 su “pícara alegría e ilusión”.

También desde las instituciones hubo mensajes de recuerdo, apoyo y buenos deseos. Por ejemplo, el alcalde de la capital, Francisco Guarido, reconoció que la ciudad echa de menos durante estos días “la alegría, los coloridos trajes, las canciones picaronas o el baile ‘arrejuntao’” de las águedas.

El responsable municipal, que suele compartir todos los años un rato bastante divertido con estas asociaciones en el Salón de Plenos, quiso dejar patente por escrito la cesión del bastón de mando del Ayuntamiento a las águedas, aunque esta vez sea de forma más simbólica que nunca, y también elogió el papel de todas las mujeres a la hora de batallar contra la pandemia: “Sirvan estas sencillas palabras para reconocer la importancia de vuestro trabajo, y para la defensa tradicional de la igualdad con los hombres que lleváis reivindicando tantos años en el día de Santa Águeda con gracia, alegría y sencillez”, apostilló Guarido.

Por su parte, la Diputación publicó un vídeo con imágenes del último encuentro provincial de águedas, celebrado en Carbajales de Alba, a modo de homenaje a estas mujeres. “Les mando desde aquí un abrazo y mi apoyo”, apuntó el presidente de la institución, Francisco José Requejo, que se mostró optimista ante la posibilidad de recuperar en 2022 un evento que normalmente reúne a más de 1.500 personas en el municipio de la provincia al que le toque ejercer como anfitrión: “Esto, más tarde o más temprano, va a pasar”, recordó el dirigente provincial.

Así lo esperan también las protagonistas, que ponen el foco en el próximo año y que planean un regreso más fuerte y alegre que nunca para dejar atrás el paréntesis de la crisis sanitaria. Mientras tanto, queda el grito lanzado bajo la mascarilla: “¡Viva las águedas de Zamora (y de su provincia)!”.