Una persona de 55 años que vive, o vivía, en la provincia china de Hubei. El paciente cero de la pandemia residía posiblemente en la ciudad de Wuham, una más de las grandes urbes asiáticas desconocidas para la mayor parte de los ciudadanos de occidente hasta el año pasado. La ciudad, de cerca de doce millones de personas, destacaba hace doce meses por ser uno de los principales centros financieros, educativos y de alta tecnología de China. Hoy es para todo el mundo el lugar donde apareció un virus que ha cambiado el planeta y que en doce meses ha provocado la mayor crisis sanitaria del siglo. Más de 1.200.000 muertos y más de cincuenta millones de contagios en todo el mundo lo atestiguan. De ellos, 7.000 contagios y 360 muertos están en la provincia de Zamora.

Una madre y su hija, asomadas a la ventana en pleno confinamiento. | N. R.

La opacidad de China es la tónica dominante en las primeras semanas de la pandemia, una opacidad que ha tenido unas consecuencias ya conocidas. El gigante asiático detecta la enfermedad hace hoy un año, una patología catalogada en Occidente como “neumonía de Wuham” en los primeros meses. El 31 de diciembre de 2019 China reconoce la existencia de casi una treintena de contagiados de un virus cuyo origen todavía hoy se desconoce. China comunica el brote a la OMS ese mismo día, ya mes y medio después de tener constancia del primer caso. En enero la Organización Mundial de la Salud empieza a hablar del tema. También en enero el virus salta a otros países mientras Occidente hace oídos sordos a la amenaza.

En la hemeroteca, la primera referencia al virus data del 22 de enero de este año. “La OMS estudia declarar como emergencia la neumonía que se extiende desde China”, era el titular. Desde entonces, la información del COVID no ha faltado ni un solo día. El 26 de enero se investiga si un turista chino en Granada tiene el virus. El 31 la OMS declara la alerta internacional. Febrero es un rosario de informaciones que avanzaban el peligro. En Zamora, el primer diagnóstico se confirma el diez de marzo, un paciente de Montamarta que se había infectado en un viaje a Benidorm. Es en esos días cuando se produjeron las conocidas imágenes de zamoranos arrasando los supermercados, con especial interés en llevarse a casa papel higiénico y jabón de manos.

Estantes arrasados de un supermercado al inicio de la pandemia. | J. L. F.

Zamora, como el resto de España, toma de golpe conciencia de lo que sucede, ya con la pandemia declarada oficialmente por la OMS. El 16 de marzo, primer día del estado de alarma que marcó la primavera, hay en la provincia cinco contagios. La provincia se confinaba para luchar contra un virus que, en ese momento, parecía no impactar con demasiada virulencia. Zamora acabó marzo con 213 casos confirmados y otros mil en seguimiento por los profesionales de Atención Primaria. La ocupación del hospital, dedicado casi en exclusiva a luchar contra el COVID, aumentaba hasta superar los cien ingresos y los 14 atendidos en la UCI. Solo en marzo 23 personas perdieron la vida en Zamora.

Abril marca el cénit de la pandemia, con la población aún confinada y aplaudiendo a las ocho de la tarde a unos profesionales sanitarios que trabajaban, en muchas ocasiones, con unos EPI defectuosos, como no se cansaban de denunciar. Justo en Semana Santa se registraban los momentos más complicados. En abril se confirmaron 400 casos y hubo cientos de sospechosos.

El “paciente cero” en la provincia se registró en Montamarta el 10 de marzo

La historia de la desescalada es conocida. Las medidas de relajamiento comienzan a imponerse a primeros de mayo y Zamora encuentra la nueva normalidad en unas fechas en las que se hubiera celebrado la Feria de San Pedro. Relajación. Julio es un mes tranquilo pero los casos empiezan a despuntar de forma preocupante en el mes de agosto. La Junta empieza a tomar las primeras medidas para controlar la epidemia. Limitación de aforos, cierre de discotecas, adelanto de la hora de cierre de la hostelería (la gran perjudicada por el impacto del virus) y, sobre todo, uso obligado de la mascarilla en todos los espacios públicos.

Desde septiembre las restricciones han sido mayores, como también lo ha sido el aumento de los casos. Primero llegaron unos confinamientos de municipios que no se llegaron a implantar en Zamora, aunque la capital estuvo a punto a finales de mes. En octubre, con un nuevo estado de alarma, se ha impuesto el cierre perimetral de la comunidad y el conocido “toque de queda” que prohíbe estar en la calle entre las diez de la noche y las seis de la mañana de no ser por causa justificada.

Hoy, un año después de que se detectara el primer caso, Zamora tiene 7.087 casos confirmados y 360 muertes registradas en hospitales y residencias, aunque hay informes que dicen que esta cifra se queda corta por estar infrarrepresentada la primera ola. El Complejo Asistencial tiene a más de 140 pacientes de COVID en planta bastantes en la UCI. 224 profesionales sanitarios se han contagiado. Es el centro de la segunda ola de un tsunami que se originó hace hoy, justo, un año, cuando los zamoranos jamás hubieran imaginado la situación que iba a existir 365 días después. Avanzar hoy el panorama del próximo 17 de noviembre es, cuanto menos, complicado.