La casa de acogida “Madre Bonifacia” de Cáritas ha dado cobijo y alimentado durante los últimos meses, especialmente duros por el COVID-19 para la población más vulnerable, a 64 personas, de las que la mitad ha conseguido “normalizar su situación con el acceso al mundo laboral o prestaciones mínimas”, gracias a las gestiones llevadas a cabo desde la ONG. En la actualidad, 19 personas viven de forma estable en la casa al no haber logrado cubrir sus necesidades básicas de forma autónoma, indican desde Cáritas Diocesana. “Madre Bonifacia” atiende cada día a personas que están de paso, aunque la pandemia ha reducido considerablemente ese trasiego de ciudadanos sin hogar.

Hasta las dependencias de la Casa de Acogida se acercan diariamente otros usuarios para recoger su comida, en total el personal reparte 50 menús para llevar. La vivienda ha adaptado su funcionamiento, incluso sus instalaciones, para cumplir las medidas de seguridad frente al COVID, “dar una mejor respuesta a las personas sin hogar, que viven en situaciones extremas”. Esta pandemia “agrava la carencia de bienes”, indica Cáritas en un comunicado, en el que se apuna que la Casa dispone de tres plazas para cubrir el aislamiento por contagios, como exige Sanidad.

Las medidas de prevención se convierten, a veces, en graves problemas de aislamiento, afirma la organización, que “ha realizado un gran esfuerzo por que nadie se quede fuera”. Entre las actuaciones, se encuentran el fomento de la ayuda a domicilio, la estancia larga en el centro de acogida y otros apoyos sociales. Durante esta “nueva normalidad” acudieron al centro tan solo “un 26% de personas con respecto al año pasado”, lo que se explica porque el miedo a los contagios han llevado a muchos transeúntes “a establecerse en un lugar concreto de manera” y no arriesgarse a ir de una ciudad a otra.