Se han sabido adaptar a las circunstancias de la mejor manera posible para seguir dando un servicio que comenzó ya hace cincuenta años, cuando nació Cruz Roja Juventud. En Zamora, este departamento lo organizan cinco trabajadores, que cuentan con la inestimable ayuda de 230 voluntarios que son los que hacen posible poder llevar a cabo los múltiples programas que tienen como receptores a niños, adolescentes y jóvenes hasta los 30 años.

“Con el COVID nos hemos ido adaptando de una manera bastante coordinada, velando por el bienestar de la infancia”, explica Raúl Galán, director provincial de Cruz Roja Juventud desde hace seis años. Y es que, lejos de renunciar a alguno de los proyectos, lo que se ha hecho desde la institución es adecuarse a la nueva normalidad. “Quizá el programa que se ha visto más afectado haya sido el de infancia hospitalizada”, considera Nuria Gato, voluntaria de Cruz Roja. Y es que en ese programa han tenido que prescindir del aula que tienen en el Hospital Virgen de la Concha para atender a los niños ingresados y cambiarlo por la entrega de kits para realizar diferentes actividades con los familiares que les acompañan, en vez de con los voluntarios que solían acudir al hospital.

También tuvieron que adoptar durante el confinamiento el programa de promoción de éxito escolar. “Este apoyo educativo se pasó a hacer de manera telepresencial a través del voluntariado. Gracias a las donaciones, pudimos dejar tanto tablets como tarjetas de datos a los niños para que pudieran seguir con el curso”, recuerda el director provincial de Cruz Roja Juventud. Los voluntarios, por su parte, se conectaban durante unas horas a la semana, siempre con el mismo grupo, para ayudarles a hacer los deberes.

Este programa también se desarrolla durante el verano, con campamentos tras el curso, que también se han visto modificados en su forma de desarrollarse. “El año pasado teníamos a grupos de hasta 27 niños, de tres a trece años y hacíamos muchas actividades, tanto en interior como en exterior. Este año se han tenido que reducir los grupos a ocho personas, siempre los mismos, y con actividades al aire libre, además de las medidas de precaución que la situación requiere”, compara Gato.

En estos meses de vacaciones también se han puesto en marcha otro tipo de actividades para infancia y juventud, como las de prevención de conductas violentas con diferentes talleres por pueblos de toda la provincia; charlas sobre igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres a través de diferentes juegos o programas para la salud con talleres de alimentación, nutrición y adicciones, para edades de entre 8 y 14 años, entre otros.

Con todos, el director provincial indica que la adaptación no ha sido muy complicada. “Desde la autonómica nos indicaban las pautas a seguir y nosotros hemos replanteado a partir de ahí las actividades, buscando buenas alternativas. Ha sido mucho trabajo y muy duro, pero todos hemos aportado y se ha hecho más sencillo”, afirma.

Más allá de los programas en sí, los responsables también aseguran que han tenido que trabajar con los usuarios en otros aspectos más personales. “Ha sido todo un largo proceso, porque había que intentar que emocionalmente estuvieran equilibrados, ya que es una situación que a todos nos venía de nuevas”, reconoce la voluntaria. “Ha habido en este sentido mucho acompañamiento, se ha hablado mucho con los padres y se ha repartido desde juguetes hasta meriendas”, pone como ejemplos. Y es que las familias cuyos hijos participan en estos programas de Juventud tienen necesidades diferentes, pero coinciden en que todas ellas han necesitado apoyo emocional. “El ver a otras personas y el poder compartir momentos era esencial para los menores”, apunta Nuria Gato.

“Hay que saber adaptarse a estas nuevas circunstancias, aunque para ellos sea más complicado entender por qué las cosas son así y por qué no pueden estar todos juntos como antes”, reconocen desde Cruz Roja Juventud para finalizar.