“Del agua al fuego” es el cuarto trabajo en tres años del zamorano Benito Pascual, un libro de poesía inspirado en la naturaleza.

—¿Cómo surge el nacimiento de su última obra?

—El pasado año publiqué otro libro de poemas, “Vientos difíciles”. Siguiendo un poco la misma estela aparece este segundo. El lenguaje poético es caprichoso y la creación poética lo es aún más. De alguna manera, es una continuación, bien por el estilo, por el tono o por la atmósfera de los propios poemas. Tienen en común que se refieren a elementos naturales como es el agua, el fuego o la lluvia, elementos de inspiración común. Me encuentro a gusto en esa parte tan introspectiva como puede ser la observación de la naturaleza.

—¿En qué sentido le inspira la naturaleza?

—Siempre lo ha hecho, incluso en la novela. Mi primer libro está inspirado en un viaje a Laponia, territorio muy primigenio, donde la naturaleza se muestra de forma descarnada y directa. Después llegó “Un bosque dentro”, con esa visión que entronca y se relaciona con mi forma de ver las cosas. Es algo constante en todo lo que he escrito y creo que lo va a seguir siendo.

—El mar también cobra protagonismo en este último libro, de una manera especial.

—Escribir poesía, al menos a mí me lo parece, es algo muy caprichoso, no como una novela, que tiene una estructura explícita. Sin embargo, la poesía nace de lo irracional, de lo que no se puede captar. ¿Por qué el mar? Porque entendía que su observación hacía nacer en mí ciertas imágenes, así que escribí a partir de sensaciones y momentos que he tenido y que, de alguna manera, podían incluirse dentro de esta línea de observación de la naturaleza.

—Su anterior trabajo, “Icebergs. Microrrelatos”, también une persona y naturaleza.

—Es el hilo conductor de todo lo que he escrito. Pero en ese libro hay un matiz, porque parte de lo oculto, lo que hay por debajo. En la profundidad hay algo mucho más que le da significación. Y, sin embargo, el iceberg también es hielo y agua, así que sí que existe una relación que se puede encontrar fácilmente. En cualquier caso, “Del agua al fuego” es un viaje, porque considero que todos los libros deberían ser un viaje. En este caso, a través del agua, la lluvia y el mar. Me gusta esta forma de concebir la literatura y que el viaje termine siéndolo hacia uno mismo. De hecho, creo que ese viaje te debería transformar y, en cierta medida, la pretensión como escritor viene a ser algo parecido. Uno escribe porque necesita mirarse por dentro y porque quiere invitar a los lectores a meterse en ese viaje en un mundo, que también es el del lector. Me gusta esa idea, me atrae y me estimula para escribir.

—Además de naturaleza y de viajes, habla del paso del tiempo.

—Escribiendo, leyendo o viviendo se está construyendo pasado constantemente. Es la fugacidad, que además es inaprensible e intangible, no se puede coger ni tocar. La memoria o el tiempo están metidos en este trabajo, pero también en todos los libros en general de la literatura.

—¿No hay poder de escapatoria?

—Es imposible salir de él y quizá más aún en estos tiempos. Por ejemplo, durante el confinamiento, ante la imposibilidad de salir, mucha gente que se ha volcado en la literatura y en la poesía concretamente. Ha sido un escape para ellos, quizá porque teníamos todo el tiempo del mundo o, al menos, lo parecía. El libro es tiempo, primero, porque lo necesitas para leer y segundo, porque el libro irradia ese tiempo. Según vas leyendo, vas construyendo una especie de transcurso. Y, de alguna manera, también es terapéutico. Todos recurrimos en algún momento a la memoria como una especie de salvación que te conecta con tu propia realidad.

—¿Está entonces la poesía en un buen momento?

—Nunca lo ha dejado de estar porque, para mí, como para otra mucha gente, la poesía es la esencia de la literatura. Lo que ha ocurrido es que su percepción en muchos momentos ha sido muy diferente, algo que pertenecía a las elites, oscuro, hermético e inaccesible. Pero la poesía contemporánea es capaz de derrotar ese mito. Hay poesía de todo tipo, como en la literatura, y considero que ahora se hace buena poesía, a pesar de lo que opinen los más ortodoxos. Yo estoy leyendo a buenos poetas, hombres y mujeres indistintamente, y coincido. Creo que la poesía siempre estará en buen momento.

—Como escritor, ¿en qué campo se siente más cómodo?

—Me siento a gusto en todos, tengo la suerte de ser versátil y adaptarme. Soy un poco camaleónico en ese sentido. Ahora mismo me está ocurriendo algo insólito, que es estar escribiendo poesía y novela al mismo tiempo, algo que nunca he hecho. Concibo la literatura como un viaje; es como visitar lugares de la belleza, que está en la poesía, pero también en el relato.

—¿Dónde se puede encontrar su libro de poemas?

—Está a la venta en la mayoría de las librerías de Zamora. Se trata de una edición de autor, donde he regresado tras malas experiencias con editoriales, logrando un libro a mi medida.