“Cuando te vi, fue como ver a Dios”. Julia Jiménez de Motos, casi inconsciente y sin poder hablar después de tres horas a pleno sol, tras caer a una arqueta de la calle de Arañuelos, , sin fuerza para responder, solo pudo levantar un brazo, cuando el silencio que la envolvía desde las tres de la tarde, por fin, se rompió. Escuchó cómo sus hijos la llamaban y apenas alcanzó a ver a lo lejos a su Casimiro. Con la pierna en cabestrillo tras romperse el fémur, en la parte próxima a la cadera, la vecina de Alviar de 73 años permanecerá un mes inmovilizada, tras ser operada la semana pasada, cuatro días después del accidentado paseo con sus perros. A sus mascotas debe la vida, ya que “lograron llamar la atención de los vecinos, iban y venían todo el tiempo a la puerta de la casa de mi madre", cuenta Casimiro Mateos Jiménez.

Los canes arañaban la puerta, gesto que fue observado por uno de los vecinos. Los perros no se dieron por vencidos durante las tres horas y media que la mujer estuvo solo acompañada por uno de los canes, el más pequeño, e insistían en “visitar” a otro vecino que terminó por avisar a Casimiro, "extrañado porque mi madre nunca deja los perros sueltos". La búsqueda comenzó tras ver que la mujer no estaba en la casa, donde "estaba el móvil y la tele seguía funcionando", explica el hombre. De inmediato, salió con su hermano en busca de la madre, “yo sé la ruta que hace, aunque ella crea que no, la controlo porque me da miedo que la pase algo cuando sale”, declara Casimiro. Ese control fue decisivo para que la localización de Julia fuera cuestión de minutos. Fueron derechos "al camino en el que hay varias arquetas sin tapadera y una alcantarilla", por donde la mujer sale cada día. Allí estaba, tendida en el arcén, junto a la arqueta. 

La mujer, a pesar de la lesión sufrida en la pierna al caer a un agujero de más de medio metro de profundidad y otro medio de ancho, pudo arrastrarse hacia el exterior, aunque “no recuerda cómo”. En el camino sin asfaltar, esperó inútilmente a que alguien la viera. Uno de sus perros, “el más pequeño”, aguardó a su lado, mientras que los otros se fueron para alertar a los vecinos. “Al del bar y a una vecina les salió de ojo que algo pasaba”. Del accidente, recuerda poco. Va siempre por el camino “porque en la acera hay más agujeros”, me ha contado. Como cada día, salió a las 15.00 horas para pasear a sus canes, “y cuando pensó que había pasado los dos agujeros, “eché el pie derecho y caí al agujero”.

Allí estuvo hasta que la encontramos a las 18.30 horas, extenuada y casi con insolación”. Casimiro siempre está pendiente, pero el día del accidente “tuve que irme a hacer y volví a las seis”, justo cuando le fueron a buscar por la extraña conducta de los perros. Casimiro y su hermano fueron a la casa de la madre, “la tele estaba encendida y el móvil allí. Pregunté a un vecino y me dijo que se le hacía raro que los perros fueran a su taller a beber agua. Ya salimos a buscarla”. En cuanto llegaron al camino donde estaba tirada “levantó el brazo y la vimos, ni hablaba, iba con unos dolores tremendos”. Julia ya está en su casa, al cuidado de los suyos, “hasta los biznietos han ido a verla”. 

No es la primera persona que termina dentro de los agujeros, "se han caído personas, alguna ha sufrido rasguños y otras han andado un poco cojas, pero no como mi madre; y algún perro también se caído", agrega Casimiro, que "una vez vi caer a una mujer cuando había oscurecido y no se explicaba cómo podía estar sin arreglar".