Dos de marzo. Esa es la fecha en la que el coronavirus se descontroló en la provincia de Zamora y en toda Castilla y León. Prácticamente dos semanas antes de que el Gobierno decretara el estado de alarma la pandemia ya era muy difícil de controlar. Así lo estima un estudio que acaba que publicar el Instituto Carlos III, estudio en el que se tiene en cuenta la fecha de inicio de síntomas de los enfermos, su procedencia y su lugar de residencia. Desde ese dos de marzo hasta el veinte de ese mismo mes es cuando se produjeron en Zamora la mayor parte de los contagios. A partir de esa fecha el confinamiento comienza a ofrecer resultados y la famosa curva empieza a doblarse. Hoy la tendencia aún es buena.

Los datos muestran que la región fue de las primeras en las que se descontroló la situación. Los contagios se dispararon ya en Madrid el 24 de febrero, siendo la capital de España el punto más delicado. En La Rioja el punto de inflexión llegó el 27, dos días antes que en el País Vasco. El uno de marzo la epidemia se vuelve incontrolable en Castilla-La Mancha y, un día después, en Castilla y León.

Las causas son varias, pero el Carlos III apunta claro en una dirección: las residencias de ancianos. El elevado número de jubilados internos en estos centros en Zamora y en otras provincias de Castilla y León y la entrada del virus a estos recintos antes de decretarse el estado de alarma es lo que ha propiciado que la situación en la comunidad haya sido la que ha sido. “El efecto más alto ha sido el número de plazas en residencias por cada 100 mayores de 70 años, teniendo un efecto moderado el porcentaje de personal sanitario infectado así como el riesgo infectivo de la movilidad interna. El riesgo infectivo de la movilidad externa desde Madrid tiene una intensidad moderada baja mientras que los movimientos desde el País Vasco han tenido una intensidad muy baja”. Esto, claro, a nivel regional, porque es innegable que la movilidad desde País Vasco ha afectado más a las provincias del norte de la comunidad y que las comunicaciones con Madrid supusieron un problema para las provincias de Segovia y Ávila. Los mapas indican que Zamora permanece al margen de esta situación, ya que los viajes con origen en las provincias vascas y destino en Zamora fueron pocos antes del estado de alarma y la llegada de madrileños o zamoranos afincados en Madrid tampoco provocó una oleada de contagios.

EL INFORME IMPUTA INFECCIONES AL CARNAVAL Y A LAS MARCHAS DEL 8M

Sin decir exactamente cuántos contagios acarrearon, el estudio del Instituto Carlos III da por seguro que ciertos eventos celebrados en Zamora y Castilla y León durante los últimos días de febrero y los primeros de marzo tuvieron un efecto negativo en la propagación de la pandemia. De los que tuvieron impacto en Zamora destacan dos: los desfiles y los actos del carnaval y la manifestación feminista del 8M. El Carlos III los incluye en una lista que cuenta con varios partidos de fútbol de segunda división en toda la comunidad y que llega incluso a la manifestación por la autonomía leonesa celebrada el 16 de febrero. La salida de los niños y el comienzo de los paseos y de las reuniones de grupos de personas tras el estado de alarma son también variables que se tienen en cuenta. “Se puede observar una coincidencia temporal entre diversos eventos y acontecimientos sociales y la evolución de la pandemia a nivel nacional y en los distintos territorios. Pero hay que ser cautos en cuanto a la interpretación del papel de los mismos en la propagación y difusión de la enfermedad”, asegura el estudio.

Por lo demás, el documento asegura que la movilidad interna en ámbitos urbanos con gran actividad, la difusión a partir de focos iniciales a territorios contiguos y la falta de contención en el ámbito socio-sanitario han sido clave en el acenso de la pandemia y permite identificar los elementos a los que prestar mayor atención a la hora de definir futuras estrategias de control ante potenciales rebrotes. “Finalmente, hay que insistir a la población en el uso de medidas de protección para que los movimientos de la población sean más seguros”, entre las que se incluye el uso de mascarilla, lavado de manos, distanciamiento social y aislamiento en caso de infección. Por otro lado, “es fundamental tomar las medidas necesarias para proteger al personal sanitario y a los residentes y trabajadores en residencias” para evitar que la situación vuelva a complicarse como sucedió en marzo.