El parecido de Gilberto Araujo con un fallecido confundió a su propia familia. Gilberto soltó una carcajada cuando un amigo le dijo que se estaba celebrando su velatorio. Pero esa sonrisa se le heló al llegar a la casa de su familia: "Cuando entré por la puerta y vi el ataud me quedé atónito. Pregunté ¿qué pasa aquí?. Y me dijeron que era mi funeral. Entonces les respondí, ¡que estoy vivo!, ¡que no me he muerto!", argumenta. Entre los asistentes al funeral hubo desmayos y gente que huyó corriendo como si hubiese visto un fantasma.