Han pasado entre cuatro y cinco horas cargando agua, a través de enormes distancias y bajo el agobio de temperaturas extremas, y sin embargo ahí están, orgullosas, mostrando su belleza como una parte esencial de su vida cotidiana, de su identidad y de su dignidad. Sus ropajes coloridos, conchas, cuentas de plástico y tiras de cuero crean una estética femenina que, junto con su gracia natural en cada movimiento, dejan una fortísima impresión en el visitante desprevenido. Son las mujeres afar: un reducto de exuberancia en una de las regiones más inhóspitas del mundo.