Primero querían tapiarle los micrófonos a la COPE y ahora quieren darle dos puntadas en la boca a los obispos. En algunos socialistas radicales es tanto su afán anticlerical, que lo único que quieren es expulsar de la vida social a los religiosos, ridiculizarles, negarles el pan y la sal.

En su reunión de las familias cristianas, dos obispos expresaron opiniones cuando menos discutibles, pero de ahí a tener que practicarle por ello un pespunte en el labio parece excesivo. Sobre todo por parte de algunas agujas por cuyo ojo pasa más que un camello un elefante con la trompa estirada. Chaves el andaluz, por ejemplo, con una mano pone una vela a Dios y con la otra una al diablo. Este sujeto, al tiempo que pone de chúpame dómine a la jerarquía eclesiástica le pide la catedral de Sevilla al obispo para casar a su hijo.

Otros que tal bailan son José Blanco y Llamazares. El primero quiere que la iglesia no se exprese sobre temas políticos. Dice que para opinar que pase por las urnas. El de Palas de Rei olvida que la libertad de expresión es un precioso don que consagra la Constitución española ¡para todos! También para los mitrados que no se postulan para diputados.

De Llamazares casi paso palabra. Dice que el Gobierno cría obispos y que le sacan los ojos. Vamos, como si los socialistas fueran la gallina clueca que incubara el huevo episcopal. Se olvida de que, en todo caso, estarían más cerca de retorcerle el pescuezo al huevo que de darle calor. Este pollo sí que se quedó en las cavernas del pensamiento y el respeto al prójimo.

Quieren que los obispos metan la mitra bajo el ala. Y no. Tienen derecho a expresar su opinión. También la tienen los socialistas de poner a caldo a los obispos en tanto en cuanto pisen charcos políticos. Esa es la grandeza y la amplitud del refajo democrático que todos deberíamos ceñir.

No todo lo que legitima la política es lo válido, lo único. Ni tan siquiera lo que legitiman las urnas es palabra de Dios. Los obispos tienen la urna dominical por la que pasan los fieles a millones para depositar su credo. Esos fieles se identifican con el mensaje de los obispos. Yo creo que hay que respetar a cada uno en su ámbito. Cuando José Blanco asoma por la gatera la pata anticlerical se le ven los pelos de su formación de administrativo ramplón incapaz de aprobar primero de Derecho.

Parece el socialismo Zapatero estar más cercano a hacer alianza de civilizaciones con los asesinos de Eta que con los obispos de Dios. O con los hijos del Islam que castran la dignidad de sus mujeres y se inmolan causando crueles

matanzas de inocentes para preservar su pensamiento único. Las alianzas zapateras quieren ir con todos y no van con nadie. Ni con

el entorno que tanto sarpullido le produce cada vez que le da gusto

a la lengua.

No es plato de gusto la libertad de expresión para los socialistas mediocres. En carne viva vivo esa desazón. Algunos prohíben a sus correligionarios, mismo en este trocito de cielo que es Zamora, que dirijan la palabra a quien discrepa o blande espada de tinta para rasgar sus chapuzas y denunciar sus mamoneos. Deberían alegrarse los socialistas de verdad y que lloren salitre los que en el socialismo ven la fórmula ideal para sentar el culo

en un buen sueldo, per sécula seculórum. Amén.