Peor, mucho peor nos lo ponían y yo también me imaginaba que las obras de la calle de Santa Clara y zonas anejas darían bastantes más problemas a los transeúntes y a los comerciantes. No digo que todo vaya sobre ruedas, ojo, pero se ve que nos hemos hecho mayorcitos y asumimos en mayor o menor grado que las molestias producidas por las zanjas, vallas, cortes y reducción de aceras son inevitables. Desde luego se está poniendo más cuidado -bastante más- que en algunas zonas de los Barrios Bajos en alterar lo mínimo posible la vida de los ciudadanos. Los propietarios de los negocios sí lo notan, por supuesto, porque los accesos nos son los mismos y parte de la clientela opta por lugares más cómodos. No hay más remedio que aceptar que las obras son necesarias y que alguna vez había que hacerlas. Y esperar a que terminen cuanto antes, claro.

De todas formas, por si le sirve de consuelo a alguien, me he topado esta semana con diez o doce calles abiertas en Salamanca, en un área tan céntrica como la Plaza del Oeste y las proximidades del Paseo de Carmelitas, y aquello es un caos total para los vecinos, comerciantes y clientes, aunque de éstos últimos no vi ni uno durante las dos o tres horas que anduve haciendo "treking". Calles totalmente cortadas en la práctica, con un par de vallas a la entrada y dos más a la salida, sin pasarelas transversales, ni aceras provisionales, ni alambradas de seguridad, ni nada que facilite el acceso a viviendas y comercios. Para ir de un lado a otro hay que sortear zanjas, máquinas, montones de tierra movida e incluso a los operarios, que andan a lo suyo y no reparan si te meten una tubería en un ojo o si te dan con la pala en la cabeza. Comparando?, lo de Santa Clara me parece una broma con gracia y todo. De verdad.

En cuanto al riesgo de retrasos en la ejecución de esta primera fase de las obras zamoranas, supongo que la probabilidad es alta. Presumo que a nadie habrá pillado por sorpresa el hallazgo de restos arqueológicos cuando se hacen hoyos junto a una iglesia como Santiago El Burgo o en el subsuelo donde hasta hace nada se levantaba el edificio del antiguo Museo de Zamora. La contingencia, como antaño ocurriera en los trabajos del Casco Viejo, estaría prevista en el contrato de las obras y en los plazos. Y además hay que confiar en que los científicos hagan su tarea de forma rápida. La eventual demora sería perniciosa, no tanto porque obligara a desviar de su itinerario tradicional a alguna procesión, como por el daño económico que sin duda se infringiría al comercio en fechas tan señaladas como la Semana Santa. Pero con todo -aunque entiendo que la oposición tiene que dar caña como sea-, yo pondría más celo en vigilar y controlar la calidad de las obras y que no se produjeran desfases económicos o cosas raras, como las que se denuncian en la urbanización de la zona antigua o en Valorio. Prisas, las justas y necesarias. Pero antes que nada hay que asegurar que se hagan bien las cosas, correctas y con las características pactadas. Es mejor que lamentarnos luego.