Sevilla.- La bahía de Cádiz, cuyos fondos son ricos en preciosos restos arqueológicos de los tres últimos milenios, se ha convertido en una codiciada zona de actuación para los cazadores de tesoros. La pasada semana, una red dedicada a este tipo de expolio submarino fue desarticulada

en El Puerto de Santa María (Cádiz). La banda estaba integrada por unas diecisiete personas y trabajaba con la ayuda de historiadores, cuya labor era esencial para sus tropelías.

En la operación, denominada "Bahía", se requisaron dos barcos y se practicaron tres detenciones, aunque no se descartan otras, puesto que la investigación continúa abierta. También fueron intervenidas veintisiete bolas de cañón del siglo XVII, tres anclas romanas de piedra del siglo II antes de Cristo, un cuello de ánfora fenicia de 68 centímetros de diámetro y una bolsa con balas de metralla de la batalla de Trafalgar.

Según informó ayer la Guardia Civil, los delincuentes se ven a sí mismos como piratas del siglo XXI. De hecho, uno de los barcos que utilizaban llevaba en su interior una enorme bandera pirata y se han encontrado fotos de la tripulación posando con la negra enseña de la calavera y las tibias. En lugar de espadas, los modernos bucaneros portan rifles de asalto M-16 americanos, se sirven de ordenadores portátiles y están bien provistos de todo tipo de instrumentos de última tecnología.

Uno de los barcos requisados durante la operación zarpó de EE UU en julio de 2004 con tripulación húngara. En ella figuraban mecánicos e historiadores, además de buzos especialistas americanos y australianos. Los cabecillas de la red estaban afincados en Texas (EE UU).

Un navío, de nombre "Louisa", era utilizado como base principal de operaciones, mientras que un segundo barco, el "Géminis", actualmente en dique seco en Puerto Sherry, cambió varias veces de nombre y de apariencia para no levantar sospechas en los puertos donde atracaba, siempre según la Guardia Civil. El "modus operandi" de los piratas se basaba en que el "Louisa" actuara de nave nodriza mientras el "Géminis" se encargaba de remover las arenas del fondo marino y hacer las extracciones. Éstas se realizaban fundamentalmente en la costa de Cádiz, aunque también hubo algunos movimientos en la zona próxima a la vecina costa de Málaga.

Los datos sobre entradas y salidas de galeones con cargamentos de metales precisosos eran obtenidos por los historiadores de la banda en el Archivo de Indias de Sevilla. Su procesamiento se hacía en el "Louisa", que contaba a bordo con una importante biblioteca para hacer localizaciones en mapas cartográficos y, posteriormente, proceder a las inmersiones, encontrar los barcos y arrancarles sus tesoros.

La red disponía también de apuntes sobre yacimientos en América, como algunos mapas de interés histórico encontrados en Puerto Rico, informó la Guardia Civil, que resaltó que el material de submarinismo utilizado es de vanguardia y muy costoso, lo que les permitía descender a gran profundidad, ayudados por un robot, para visualizar las piezas y luego extraerlas.