Cada vez son más las bodegas que apuestan por el enoturismo y ofrecen a los visitantes la posibilidad de disfrutar de experiencias relacionadas con la recolección de la uva. El auge del turismo enológico contrasta con el problema de la escasez de la mano de obra que, aunque no es nuevo, este año se ha generalizado y no solo ha ralentizado la campaña en la Denominación de Origen del Vino de Toro, ya que en todas las zonas de producción de la provincia los viticultores están teniendo serias dificultades para formar “cuadrillas” de temporeros que recolecten las uvas, un producto perecedero que, en muchos casos, se recoge al ritmo que marcan las bodegas.

Los presidentes provinciales de las organizaciones agrarias COAG y Asaja, Lorenzo Rivera y Antonio Medina, respectivamente, coinciden al apuntar que son varias las causas que confluyen a la hora de explicar el problema de la falta de mano de obra y, reconocen que, gracias a los jornaleros inmigrantes y a que la presente campaña se está desarrollando de forma escalonada, se podrá “salvar” la cosecha de uva.

No obstante, advierten de que el problema se repetirá en futuras campañas de vendimia si las distintas administraciones no comprenden la “singularidad” del sector agrícola y si se sigue “persiguiendo” a los productores de uva con continuas inspecciones, que pueden derivar en actas de sanción y elevadas multas.

Una de las razones esgrimidas para explicar la falta de mano de obra en el campo es que campañas como la vendimia se solapan en el tiempo con el Plan de Fomento de Empleo Agrario. En concreto, este año, los Ayuntamientos que forman parte del Consejo Comarcal de Empleo de Toro han contratado a 94 trabajadores del régimen especial agrario durante 115 días para la ejecución de proyectos de interés general.

En la provincia, según los datos que baraja COAG, entre 800 y 900 desempleados pertenecen al régimen especial agrario, por lo que si casi un centenar son contratados por Ayuntamientos, renuncian a trabajar en el campo y se priva a los agricultores de contar con mano de obra cualificada para campañas como la vendimia o la de recogida de patatas y cebollas, que coinciden con el periodo en el que se desarrolla el Plan de Fomento del Empleo Agrario.

Aunque la contratación de mano de obra inmigrante es habitual en los últimos años para campañas como la vendimia, este año los viticultores han tenido que recurrir en mayor medida a “cuadrillas” de trabajadores rumanos y búlgaros. Otros jornaleros, en menor cantidad, proceden de Marruecos o de países de Sudamérica.

La mano de obra inmigrante, como precisaron desde COAG y Asaja, permitirá este año “salvar” la campaña de recolección de la cosecha de uva y que, en proporción, representa entre el 70 y el 80 por ciento del total de trabajadores contratados para la vendimia en las zonas productoras de la provincia, mientras que el resto son jornaleros nacionales. No obstante, temporeros inmigrantes rumanos y búlgaros han fijado su residencia en municipios como Toro o Morales de Toro y, durante todo el año, se dedican a trabajar en las distintas campañas agrícolas en las que se encargan de recolectar uvas, patatas o cebollas.

Una cuadrilla de temporeros recoge racimos de uva en una parcela de Morales de Toro Cedida

La vendimia ha dejado de ser una manifestación de una tradición muy arraigada en zonas como la Denominación de Origen Toro en la que, hasta hace pocos años, familiares y amigos ayudaban a los viticultores a recolectar el fruto de la vid y muchos estudiantes aprovechaban la campaña para ingresar sus primeros jornales.

En la actualidad, las normas establecidas por las administraciones impiden que familiares o amigos puedan colaborar en la vendimia si el destino de las uvas recolectadas es su venta. Tampoco pueden colaborar en las tareas de recolección personas jubiladas que perciban una pensión y la mano de obra que, hasta hace pocos años aportaban los estudiantes, en la actualidad ha pasado a ser “residual”. En la provincia de Zamora, según los datos que barajan las organizaciones agrarias, la cifra de vendimiadores que son necesarios para recolectar toda la cosecha de uva supera el medio millar.

Para COAG y Asaja el salario que perciben los vendimiadores no es una de las causas principales del problema de la falta de mano de obra, aunque si reconocen que la vendimia es un “trabajo muy duro” y que no todos los jornaleros “aguantan”, especialmente aquellos que carecen de experiencia.

En este sentido, hay que apuntar que en la presente campaña, viticultores de la principal zona de producción de vino de la provincia, la Denominación de Origen Toro, están pagando entre 8 y 12 euros por hora de trabajo y que un temporero puede obtener un salario diario que ronda entre 80 y 100 euros. No obstante, temporeros cualificados, sellan acuerdos con viticultores para percibir un salario por kilos de uva recolectados durante la campaña.

La percepción de la prestación por desempleo o el Ingreso Mínimo Vital son, a juicio de las organizaciones agrarias, ayudas necesarias para proteger a colectivos vulnerables, pero también suponen una barrera para que personas en paro decidan trabajar en el campo durante la campaña de la vendimia. En este sentido, apuntaron que personas sin ocupación laboral prefieren seguir cobrando las citadas ayudas a ganar un jornal recolectando uva.

Por este motivo, recuerdan que los parados pueden paralizar la prestación por desempleo mientras trabajan en la vendimia, aunque también sugieren la posibilidad de que la administración permita compatibilizar el cobro de ayudas de protección social con el desempeño de un trabajo temporal en las campañas agrícolas.

Aunque la falta de mano de obra supone un problema para el normal desarrollo de la campaña, tanto viticultores como sindicatos agrarios añaden a esta dificultad las continuas inspecciones que en las últimas semanas se están realizando en el campo para controlar que los temporeros están dados de alta en la Seguridad social, que se respetan sus derechos y que se cumplen los planes de prevención de riesgos laborales.

Aunque consideran que las inspecciones son necesarias para evitar “abusos”, también apuntan que, en algunos casos, los viticultores se sienten “perseguidos” y que la escasez de temporeros ha agravado el problema porque tienen que delegar en empresas de servicios vitivinícolas la contratación de temporeros y la tramitación de su alta en la seguridad y, no en todos los casos, se cumplen las normas exigidas.

Por este motivo, los sindicatos agrarios instan a las administraciones a exigir un aval y a ejercer un mayor control sobre las citadas empresas porque, en algunos casos, podrían ser el origen de un presunto “fraude” en la contratación. Las sanciones a las que pueden enfrentarse los viticultores oscilan entre 600 y 6.000 euros por temporero que esté en una situación “irregular”.

Racimos de uvas recolectados en cajas para preservar la calidad de los futuros vinos Cedida

El desarrollo escalonado de la presente campaña está permitiendo que los temporeros disponibles puedan atender las necesidades de mano de obra, porque cuando terminan de recolectar el viñedo de un agricultor se incorporan a cuadrillas de otros productores.

En otras épocas la vendimia se prolongaba entre dos y tres semanas, pero en la actualidad algunas bodegas adelantan el inicio de la campaña a finales del mes de agosto para recolectar uvas de parcelas o pagos muy seleccionadas y se extiende hasta la segunda quincena de octubre. Este cambio de tendencia, permite a los jornaleros prolongar la campaña y obtener un mayor beneficio económico por el trabajo que desempeñan en el campo.

No obstante, la mayor duración de la vendimia, que este año volverá a producirse por la desigual maduración de las uvas, también provoca que se solape en el tiempo con otras campañas agrícolas, para las que los agricultores también precisan jornaleros.

La escasez de mano de obra para campañas como la vendimia podría derivar en una reconversión del viñedo y que las nuevas plantaciones se realicen en exclusiva en espaldera. Las organizaciones agrarias recordaron que en zonas como Toro el 80% del viñedo se mantiene en vaso, lo que obliga a los viticultores a su recogida manual.

Por este motivo, Medina no descarta que productores se decanten por la reconversión de sus vides en espaldera para poder recolectar con máquinas y no depender de la disponibilidad de temporeros. Además, las nuevas plantaciones de viñedo se podrían limitar a espalderas para poder recolectar el fruto de una forma mecanizada. La uva es un producto perecedero que, además, en los últimos años se recolecta al ritmo que marcan las bodegas, por lo que la escasez de jornaleros dificulta su recogida, situación que se repite con otros cultivos y que puede derivar en una mayor mecanización del campo.