La corneta y el tambor volvieron a anunciar ayer la celebración del Vía Crucis que, cada Miércoles Santo, se reza en las angostas calles de Toro y que este año, por el COVID, ha tenido lugar al refugio de los muros de la iglesia del Santo Sepulcro.

Cofrades de la Asociación del Santo Sepulcro y la Soledad, responsables de otras cofradías, autoridades y fieles compartieron con emoción el rezo de las 14 estaciones del Vía Crucis en las que la pandemia estuvo muy presente.

Las imágenes de Jesús Yacente, La Soledad, La Magdalena y San Juan presidieron desde el altar mayor del templo un conmovedor acto, que la cofradía organizó de forma ejemplar.

Imágenes de la cofradía presiden el altar mayor del templo durante el Vía Crucis M. J. C.

El párroco, José Alberto Sutil y los cofrades Javier López e Inmaculada Guerra fueron los encargados de leer la oración de cada una de las 14 estaciones del Vía Crucis, durante el que recordaron a los fallecidos por el COVID y pidieron por los enfermos, sanitarios, investigadores, sacerdotes, personas que han perdido su empleo por la pandemia o por los gobernantes que gestionan la crisis sanitaria.

Uno de los momentos más emotivos del Vía Crucis fue el rezo de la duodécima estación, “Jesús muere en la cruz”, cuando el coro interparroquial de Toro entonó el himno del Cristo de la Expiración.

El párroco José Alberto Sutil se dispone a iniciar la oración del Miércoles Santo M. J. C.

Una vez concluido el Vía Crucis, los toresanos revivieron el rito del rezo y canto de las “Cinco llagas”, heridas abiertas en las manos, pies y el costado de Jesús.

Con el rezo de las llagas, los toresanos ofrecieron su mano a los necesitados y pidieron ser guiados por la senda de la paz, la justicia y la libertad y por los fallecidos cuyo corazón ha dejado de latir por el COVID.