La pandemia del coronavirus alteró la rutina diaria de Eladio Navas Rodríguez que, cada mañana y cada tarde, visitaba a su esposa, María del Carmen López Velasco, enferma de alzhéimer, en la residencia Ciudad de Toro. Las restricciones impuestas por la declaración del estado de alarma obligaron a suspender las visitas de los familiares a los usuarios y Navas optó por solicitar su ingreso en la residencia para pasar el confinamiento cerca de su esposa. Navas y López contrajeron matrimonio hace 31 años y, aunque nacieron en dos pueblos de Valladolid, Carpio del Campo y Fresno el Viejo, respectivamente, hace tres décadas se trasladaron a vivir a Toro para trabajar en una explotación de árboles frutales.

Pocos meses después, el nacimiento de su hijo colmó la felicidad de una pareja que, hace tres años, sufrió un duro revés cuando Navas comenzó a percatarse de que su esposa podría sufrir una enfermedad neurodegenerativa. Los peores pronósticos se cumplieron cuando a López le diagnosticaron Alzhéimer y Navas tuvo que renunciar a su trabajo para poder cuidar a su esposa. En la etapa inicial de la enfermedad y con la ayuda de su hijo Navas pudo atender las necesidades de su esposa, pero el avance del deterioro cognitivo le obligaron a adoptar la decisión de ingresarla en la residencia Ciudad de Toro, porque "era imposible cuidarla las 24 horas del día, los siete días de la semana". Desde hace año y medio aproximadamente, López recibe los cuidados profesionales que precisa por su enfermedad en la residencia Ciudad de Toro, en la que cada día recibía la visita de su esposo.

El inexorable avance de la pandemia obligó a la residencia a adoptar medidas urgentes y restrictivas para intentar que sus instalaciones no se convirtieran en un foco de infección y preservar la seguridad y la salud, tanto de sus usuarios como del equipo de profesionales que se encarga de su cuidado. Ante la nueva situación y la imposibilidad de visitar a su esposa, Navas decidió solicitar su ingreso en el centro porque la declaración del estado de alarma le obligaba a pasar el confinamiento solo en su casa y "el hecho de no poder verla en un tiempo era muy doloroso".

Remarcó Navas que su ingreso en la residencia ha sido una decisión personal que no está relacionada con la enfermedad de su esposa, ya que López recibe en el centro todos los cuidados profesionales que precisa, sino que "he ingresado por estar cerca de ella". Navas se ha adaptado sin problemas a su nueva vida en la residencia aunque, como reconoció, al inicio de la pandemia "había más nervios y tensiones", sobre todo porque comenzaron a divulgarse casos de contagios en centros geriátricos. Sin embargo, la eficiente gestión de la dirección de la residencia Ciudad de Toro que, ante la amenaza del coronavirus adoptó medidas severas y una férrea disciplina, ha permitido que en el centro no se hayan registrado casos de contagio y que ninguno de sus empleados, según han confirmado los test diagnósticos realizados, estén infectados. En este punto, Navas ensalzó el trabajo de todo el equipo de profesionales de la residencia que, además de velar por la salud y la seguridad de todos los usuarios, desarrolla su trabajo con familiaridad y cercanía, lo que favorece la convivencia.

Cada mañana, la primera llamada telefónica que realiza Navas es para hablar con su hijo que, por el confinamiento, no ha podido viajar a Toro desde Valladolid, ciudad en la que reside, para poder ver y pasar tiempo con sus padres como cada fin de semana antes de la explosión de la pandemia. El contacto con su hijo, como apuntó Navas, es continuo y diario porque "necesita oír la voz de su madre" y espera que, en breve, se puedan retomar las visitas en la residencia para que ambos puedan reencontrarse. En unos días, una vez que ha sido aprobada la desescalada, Navas regresará a su hogar para "retomar la normalidad", aunque es consciente de que tendrá que esperar un tiempo para poder visitar a su esposa en la residencia y, de la mano, volver a pasear juntos por Toro.