Generoso, emprendedor, culto y un enamorado de la vida y de su Toro del alma. Así era el toresano, Javier Vila Tejero, fallecido el pasado viernes en Madrid, a los 74 años de edad, cuya pérdida deja un gran vacío en el corazón de sus familiares, amigos y vecinos. El triste desenlace conmovió ayer a muchos toresanos que apreciaban a Vila por su incesante lucha para preservar del patrimonio de Toro y, sobre todo, para mantener vivo y divulgar, junto a su hermana María Dolores, el valioso legado de su tía, la artista Delhy Tejero. Vila compaginó su profesión, aparejador, con su pasión por el arte y desempeñó un papel fundamental en proyectos que han permitido poner en valor algunos de los monumentos más destacados de su querida ciudad.

Entre otros muchos proyectos, Vila coordinó los trabajos de rehabilitación de la torre-campanario de la Colegiata, que permitió abrir al turismo un espacio en el que el visitante puede descubrir el proceso de construcción del templo o disfrutar de las imponentes vistas de la ciudad o la vega del Duero. Vila también impulsó la restauración de la antigua iglesia de San Agustín, ubicada en la plaza del mismo nombre, junto a la que rehabilitó su vivienda en la que pasaba largas temporadas para disfrutar, en compañía de familiares y amigos, de una ciudad que amó sin límites. En la citada iglesia, que cada "Noche blanca del patrimonio" Vila enseñaba con orgullo a toresanos y turistas, encontró el marco idóneo para desarrollar una faceta creativa que siempre estuvo latente y que plasmó en una colección de obras creadas a partir de piezas a las que otorgaba otros usos. Vila, también ideó el conjunto escultórico que, desde el pasado mes de junio, se puede admirar en la rotonda situada junto al Arco de Santa Catalina y que sustituyó a uno de los emblemas de la ciudad, el "toro de piedra" tras su traslado a San Agustín. Para la citada rotonda, el aparejador toresano creó una escultura acorde a la identidad y tradiciones más arraigadas de la ciudad, aunque también representa un homenaje al sector del vino y a la afición taurina que conserva Toro. Al margen de sus incontables aportaciones a la ciudad, Vila también trabajó sin descanso para divulgar la obra de Delhy Tejero y para que la artista obtuviera el reconocimiento que merecía por su marcada personalidad y su indudable talento.

Para lograr su objetivo, Vila cedió numerosas obras de la artista para incontables exposiciones y, en 2018, trabajó codo con codo con su hija Inés en la muestra retrospectiva "Cruce de miradas" que se exhibió en Toro con motivo de la conmemoración del 50 aniversario del fallecimiento de Delhy Tejero. Pocos meses después, Vila vio cumplido otro sueño cuando Toro saldó una deuda histórica contraída con la artista y el Ayuntamiento, durante una sesión plenaria solemne, le concedió el título de Hija Predilecta de la ciudad.

A lo largo de su vida, Vila forjó sólidas relaciones de amistad en su ciudad natal como la que le unía a Roberto Castaño, director del Museo del Vino, quien le definió como "un enamorado de la vida y de su Toro del alma, le dolía Toro en el corazón", aunque también precisó que proyectos como la musealización de la torre de la Colegiata "fueron posibles gracias a su trabajo, su empeño y su enorme generosidad". El alcalde, Tomás del Bien, compartió con Vila su pasión por la historia y el patrimonio, temas en torno a los que giraban muchas de sus conversaciones. Además, resaltó que Vila era una persona educada y culta, que "siempre daba buenos consejos y magníficas ideas, de manera desinteresada". "Luchó por Toro, por su patrimonio y por el legado de todos, también por el de su tía, Delhy Tejero", resaltó Del Bien, quien manifestó públicamente su tristeza porque "se va un toresano ejemplar que nos ha dado mucho". Por este motivo, el alcalde aseguró que "recordaremos a Vila con enorme cariño y seguiremos luchando por las cosas por la que él tanto luchó".

Los restos mortales de Vila fueron incinerados ayer en Madrid aunque está previsto que, en próximas fechas, se celebre una misa de funeral en Toro para brindar a los toresanos la posibilidad de despedir a un hombre ejemplar, generoso, apasionado, emprendedor, creativo y muy querido en la ciudad.