Circula por la ciudad un dicho que afirma que Toro podría ser denominada como la BBC: bares, bancos y conventos. Pero lo cierto es que no sólo de establecimientos hosteleros, financieros y lugares de clausura vive Toro.

Además de su extensa oferta de iglesias cuya obra insigne es, sin duda, la Colegiata de Santa María La Mayor, la ciudad muestra a quienes recorren sus calles un catálogo de palacios que fueron los aposentos de gran cantidad de nobles que poblaron esta tierra en siglos pasados.

Toro, conocida también con el sobrenombre de la Ciudad de las Leyes, toma esta denominación del Palacio de las Leyes, de estilo tardogótico, y del que a día de hoy sólo se conservan su portada y el enchinarrado de la entrada como consecuencia de un incendio que lo asoló en 1923.

Allí se promulgaron, en 1505, las célebres 83 Leyes de Toro, que han sido la base del Código Civil vigente. En el edificio también se dio lectura, en enero de ese mismo año, al testamento de la reina Isabel I de Castilla, "la Católica", y se proclamó como su sucesora en el trono a su hija Juana I, "la Loca".

La Casa de la Nunciatura, en la calle Judería, es, quizá, uno de los edificios más representativos de la edificación civil de la ciudad. Su trazado principal data del siglo XVI, aunque conserva el alero volado como característica tardo-medieval.

Los Marqueses de Alcañices también tuvieron aposentos en la ciudad. El palacio que lleva su nombre se construyó en el siglo XVI en la que hoy es la calle Santo Domingo. Los acontecimientos más significativos que tuvieron lugar entre sus muros fueron la celebración de las bodas de la hija de Carlos I, doña Juana, con el príncipe de Portugal don Juan Manuel, en 1552; y allí murió el valido de Felipe IV, el conde-duque de Olivares, tras ser desterrado por el monarca. Mirando con curiosidad, se puede observar la ausencia del balcón de forja de la esquina, que fue robado por los franceses durante la invasión.

Próximo a aquel, el palacio Episcopal o del Obispo fue prisión para el rey Pedro I "el Cruel" hasta que consiguió escapar de allí. Aunque el edificio está completamente renovado, conserva la fachada y el patio originales.

Casi frente a él, se encuentra el lateral de la que fuera morada de Santa Teresa de Jesús, el palacio de los Bustamante. El cuarto que habitó la santa mística todavía conserva una inscripción que recuerda su estancia en el lugar. Edificado en varios estilos arquitectónicos, su estado de conservación actual está muy deteriorado.

La Casa de las Bolas, situada en la calle de mismo nombre, toma su denominación de los elementos que decoran su fachada principal. El edificio fue construido en el siglo XVIII sobre los restos de alguna edificación gótica anterior.

Aunque se le conoce como palacio de la Inquisición, no se tiene constancia documental de que este edificio situado en la calle Antigua fuera sede de dicho tribunal. Sus restos son representativos de una casa toresana con una bodega a la que se accede por un portal.

El palacio de los Condes de Fuentesaúco es el edificio más renacentista de la ciudad. La mayor parte de su rejería es la original y puede contemplarse al pasear por la calle San Lorenzo.

En la calle de mismo nombre se encuentra el palacio Rejadorada, que toma su denominación de la reja que se encuentra en una de las ventanas de la fachada principal. Esta fue mandada dorar por la reina Isabel "La Católica" como conmemoración del ajusticiamiento en dicha reja de Antona García, que se había sublevado, junto con otros toresanos, ante las tropas portuguesas que invadían la ciudad y había prestado su apoyo a los reyes católicos en la guerra civil contra Juana "La Beltraneja".

El palacio de los Valparaíso, situado también en la calle Rejadorada, fue famoso en su día por albergar una gran colección de arte en la que se incluían, entre otras obras, algunos cobres del pintor flamenco Peter Paul Rubens.

En estilo gótico renacentista fue construido el palacio de los Condes de Requena en el siglo XV. Hoy, sólo se conserva el patio interior ya que el resto del edificio, tras ser utilizado como cuartel de milicias, fue demolido y reconstruido con su forma actual. Sus instalaciones albergan la sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Toro, la de la Policía Local y el estudio de Radio Toro, entre otros.

El palacio de los Marqueses de Castrillo hace hoy las veces de Casa de la Cultura municipal y alberga también la sede de la fundación González Allende. Construido en estilo renacentista, presenta asimismo algunas influencias tardogóticas como su portada exterior. En la galería de su patio interior, se muestran objetos y restos arqueológicos hallados en Toro y sus alrededores que datan desde la época romana hasta fechas más recientes.

Toro muestra un recorrido por su Historia a través de una docena de pedazos palaciegos que transportan a lugareños y foráneos a épocas pasadas, en las que la ciudad contaba con una gran presencia nobiliaria. Toro es, como bien suele decirse, cuna de reyes y de leyes.