Palmira Manuel y Pablo Gómez revivieron en la tarde de ayer los mejores recuerdos de aquel día de 1.974 en que contrajeron nupcias. El matrimonio de toresanos, acompañado de un nutrido grupo de familiares, amigos y vecinos, volvieron a pasar por vicaría y fueron los protagonistas de la gran boda tradicional de adultos que se marca con tinta roja en el calendario. Ni los elementos pudieron chafar semejante fecha y medio centenar de personas, perfectamente ataviadas con los trajes típicos de la comarca, desfilaron por la principal rúa contigua a la Plaza Mayor tras el enlace, en un ejercicio de «perseverancia en pos del folclore de la zona», como dijo el alcalde Jesús Sedano, que los ciudadanos se niegan a dejar que muera.

Las agujas del reloj se inclinaban ya más hacia arriba, pero finalmente llegaron los novios. Eran las seis menos diez de la tarde y el cortijo nupcial hacía su entrada en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Toro. Allí, en el estrado, aguardaba el maestro de ceremonias. Jesús Sedano, en su calidad de alcalde de Toro. Él fue el encargado de dirigir el oficio, no sin antes pronunciar un breve discurso sobre lo que la boda tradicional significa, tanto para la ciudad, como para el buen discurrir de las fiestas que actualmente ocupan a la población. «Es una tradición que conserva la raíz de Toro y de toda su comarca, una fecha que ha permitido que hasta el día de hoy podamos seguir viendo las indumentarias que a lo largo de los años se han vestido con orgullo y que es una buena muestra de la cultura popular», explicaba el alcalde.

Tras su emotivo parlamento, que en algún momento consiguió los aplausos del respetable, Jesús Sedano llegó al punto álgido de la ceremonia. Ese momento en el que la persona que oficia las nupcias dice «toda esa retahila de la salud y la enfermedad», como apuntó el alcalde, y que ambos novios aceptaron. Primero fue el turno de Palmira, que, ante su sosegada voz, se las tuvo que ver con el público asistente. «Más alto, Palmira, que aquí no llega», se escuchaba desde las butacas. Posteriormente, Sedano repitió la misma pregunta a Manuel. Esta vez, el novio -que lleva 39 años casado- se ganó la admiración de los invitados al decir alto, claro y con rotundidad ese «Sí, quiero», que pudieron escuchar desde las salas contiguas del Ayuntamiento.

Tras el oficio y ante la actitud del tiempo, el alcalde Jesús Sedano recordó que serían los mismos novios quienes decidirían el recorrido del desfile nupcial. Sin acobardarse, Palmira y Pablo decidieron cumplir con lo establecido y salir del Ayuntamiento en dirección al Arco del Reloj, aunque apenas pasada la carpa de La Glorieta, una ventolada dio vuelta y media a la capa del novio y consensuaron que lo mejor sería diluir la pasarela. Una decisión que gustó a los asistentes y que, finalmente, dejó el turno al ansiado convite de toda boda que se precie.