Tras la intensa jornada de pegada de "pasquines" vivida por los quintos toresanos el pasado fin de semana, ayer, los más de setenta mozos y mozas que este año celebran la tradicional Festividad de los Quintos, han retomado las actividades, con más intensidad aún si cabe. Y es que ayer fue una jornada de esas que los chicos y chicas de la ciudad no suelen olvidar... Antiguamente por el significado de un día tan especial en el que los mozos se preparaban para incorporarse "a filas", para hacer la ya inexistente "mili" o servicio militar. Hoy este acontecimiento vivido por muchos españoles y por muchos toresanos ya no es más que un símbolo en el que también se ha introducido la novedad de la participación de las mujeres; las chicas, como en otros muchos campos de la sociedad, han ido acogiéndose a estas tradiciones y, ayer mismo, festejaban su condición de quintas.

Quintos y quintas comenzaban a disfrutar de la fiesta desde primeras horas de la mañana. A las diez en punto, tal y como manda la tradición, los jóvenes acudieron a la Iglesia de Arbas de la ciudad acompañados de padres y familiares para asistir a la Santa Misa que en este día tan señalado se ofrece en este templo, pues es una de las escasas ocasiones en que se abren las puertas de la conocida como iglesia de San Antón. Todos, ataviados elegantemente para la ocasión, asistieron a la celebración religiosa oficiada por el párroco local Luis Miguel Rodríguez. La misa, amena y entrañable, fue aplicada a los jóvenes que al término de la misma entonaron al unísono la copla confeccionada para la ocasión.

"Hoy se cubren nuestras calles con cantares de esperanza...", comenzaban cantando los quintos que proseguían con alegría, "los de los nuevos soldados que Toro le ofrece a España". Una letra, cuyo autor es el toresano Amador Carral, que mezcla haciendo referencia a las antiguas tradiciones, las adapta a la perfección a la realidad de los nuevos tiempos... No se escapan en estas letrillas las alusiones a ilustres hijos y personajes que dan renombre a la Historia de la ciudad: "Son las canciones que nacen con raíces toresanas, como en tiempos de Fray Diego del Tío Babú o Doña Juana, voces de mozos alegres que servirán a su patria". Tampoco han faltado este año las referencias a la Patrona de Toro y su alfoz o al Cristo de las Batallas: "que nuestra Virgen del Canto o el Cristo de las Batallas siempre estarán con vosotros, protegiendo nuestras casas. Madres, dejad de sufrir, niñas abrid las ventanas". También se acuerda la copla, cuya música ha sido compuesta por otros dos músicos toresanos de pro, David Rivas y Manuel Gato, de los monumentos más emblemáticos de la ciudad: "Viva la Colegiata y el Arco del Reloj...". Y, además, esta canción en cuyo membrete se saluda, como es costumbre, a las autoridades y al pueblo toresano, no ha dejado pasar la alusión a la nación, un concepto tan en auge y que ha creado tantas controversias en los tiempos que corren: "Somos los del 2006, los quintos de esta mañana que obedecen a su Rey como la nación nos manda; cual españoles patriotas, cual toresanos de raza. Que nadie se llame a engaño, que es nuestra nación quien manda. Nosotros la obedecemos dichosos con cuerpo y alma". Y con los vivas a Toro, España y el Rey termina esta copla que los muchachos fueron cantando a lo largo de toda la mañana por calles y plazas; aunque, con anterioridad y tras la misa, los quintos y quintas fueron recibidos en el Ayuntamiento por el alcalde de la ciudad; una recepción en la que los munícipes ofrecieron a los jóvenes un vino español y un acto que se producía por primera vez enmarcado dentro de este evento.

Repuestas fuerzas, los quintos continuaron con sus coplas recorriendo las casas de los compañeros donde eran recibidos con un refresco y un aperitivo y donde ellos mismos amenizaban la fiesta entonando la copla. Entre destino y destino, repartían coplas entre los toresanos que les recompensaban con una propina. Las quintas, por su parte, "patearon" las calles colocando "banderitas" en las solapas de los ciudadanos que, igualmente que a sus compañeros", obsequiaban con unas monedas.

Una larga jornada que culminaba por todo lo alto con un gran baile en la discoteca "Q" de la ciudad. Allí, quintos y quintas continuaban la fiesta en la que también se produjeron múltiples condecoraciones; los jóvenes seleccionaron entre el grupo a las misses y los mister de esta quinta: los más guapos, los más simpáticos, los más elegantes... fueron distinguidos con la imposición de una banda que acreditaba el singular título. De esta particular forma, quintos, familiares y amigos disfrutaron de la fiesta hasta altas horas de la madrugada.