EN GRANADA

La última llamada del nieto secuestrado y asesinado por su abuelo: "Papá, ¿puedo quedarme a dormir con él?"

El anciano reclamaba ver más tiempo a los niños, pero su yerno se negaba. Hace dos meses, el abuelo conducía el coche en el accidente en que murieron su mujer y la madre de los menores

Amenazó al padre de los chavales con una escopeta y se atrincheró con ellos durante diez horas. Mató al mayor de un disparo y asfixió al pequeño. Luego, se suicidó en el baño

Varios guardias civiles, ante la puerta de la casa de la familia en Huétor Tájar (Granada).

Varios guardias civiles, ante la puerta de la casa de la familia en Huétor Tájar (Granada). / EFE/ Miguel Ángel Molina

Nada fue igual en la familia desde el 19 de marzo. Ese día, el abuelo Pepe, 71 años y enfermo de apnea, se durmió al volante de su coche y se empotró contra la entrada de un túnel en la carretera de Loja a Huétor Tájar (Granada). Llevaba a su mujer, su hija y sus dos nietos. Las dos mujeres murieron. La noche del domingo al lunes, dos meses después de aquello, el abuelo Pepe se encerró con sus nietos y los mató antes de pegarse un tiro con su escopeta.

Desde aquellos días de marzo, el abuelo sufría una depresión. Vivía en el segundo piso de la casa familiar. En el primero quedaban sus nietos y su yerno, viudo, que según los testimonios recogidos por la Guardia Civil, no podía evitar, en ocasiones, culpar al anciano de la muerte de su esposa.

Desde aquellos días, el yerno no dejaba que el abuelo disfrutara de mucho tiempo con sus nietos. "Apenas los buenos días y las buenas noches", han contado personas de su entorno a los investigadores.

Escopeta de caza

Los agentes están reconstruyendo lo que ocurrió en la casa familiar la noche del domingo. Los datos que han recabado hasta ahora indican que el abuelo Pepe le reprochó una vez más a su yerno que no le dejara pasar más tiempo con sus nietos. Enfurecido, bajó al primer piso con su escopeta de cazador, calibre 12. Apuntó con el arma directamente a su yerno, que salió huyendo de la casa y llamó a los servicios de emergencia. Eran las once menos veinte de la noche.

Un niño escayolado

El anciano se llevó entonces a los dos niños, de 10 y 13 años, al piso de arriba, donde él vive. El niño mayor, Pablo, aun lleva escayola en una pierna por el accidente de tráfico del mes de marzo. El abuelo se asoma entonces al balcón y pega dos tiros de escopeta al aire.

Poco después llegan a la zona los primeros guardias civiles. El abuelo Pepe se niega a salir, no pide nada, solo que se vayan y le dejen con sus nietos. Tiene tres teléfonos con él -dos móviles y uno fijo-.

Los guardias civiles se entrevistan con el yerno, padre de los niños. El hombre les dice que el anciano quiere a sus nietos, cree que quiere hacerle daño a él, nunca a los críos. Antes de las once de la noche, el padre de los chavales recibe una llamada desde un teléfono del abuelo. Es su hijo mayor. Va a ser la última vez que hable con él.

-"Papá, ¿puedo quedarme a dormir con el abuelo?".

El hombre intenta ganar tiempo para recuperar a sus hijos.

-"Puedes, pero antes quiero que te vea un médico, a ver cómo tienes la pierna".

Alguien corta la comunicación. Los investigadores creen que es el abuelo. La voz del nieto mayor ha sonado tranquila. Del pequeño, Guillermo, no se sabe nada. La casa queda en silencio. De vez en cuando, el abuelo sale a la ventana.

"Luego hablo con vosotros"

Hacia las tres de la mañana llegan desde Madrid agentes de la Unidad Especial de Intervención, especialistas en rescates de rehenes. El abuelo insiste en que no quiere hablar con nadie y pide que se vayan. Anuncia que hablará con los guardias más tarde, por la mañana, después, dice, de vestir a los niños y que vayan al colegio.

Otra vez el silencio. Pasadas las ocho y veinte de la mañana los guardias civiles deciden entrar en la casa. Lanzan varias granadas aturdidoras. Encuentran al abuelo Pepe en el cuarto de baño. Se ha pegado un tiro con su escopeta. En una habitación está el nieto mayor, que tiene otro disparo letal en el cuerpo. Y en otro dormitorio, encuentran al pequeño, Guillermo. Su abuelo lo había asfixiado.

A falta de los resultados de las autopsias, los investigadores creen que el abuelo mató a sus nietos hacia las once de la noche, poco después de la llamada del mayor al padre pidiéndole permiso para dormir con él. Piensan, además, que el abuelo se disparó ya de madrugada, después de su última conversación con los negociadores.