Falta de acceso

Sólo una de cada diez personas con trastornos mentales recibe tratamiento psicológico

La Sociedad Española de Psicología Clínica-ANPIR advierte sobre las desigualdades socioeconómicas y de género, la excesiva medicalización y las dificultades para acceder al sistema

La mitad de recursos en salud mental, en la sanidad privada.

La mitad de recursos en salud mental, en la sanidad privada. / Shutterstock

Nieves Salinas

El acceso a la atención a la salud mental, cuyo día mundial se conmemora este martes, debería ser universal, sin importar el género, la clase social o el nivel socioeconómicoSería lo deseable. La realidad es otra bien diferente. Lo advierte Laura Armesto, vicepresidenta de la Sociedad Española de Psicología Clínica-ANPIR, en conversación con El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica: sólo una de cada diez personas con trastornos mentales comunes recibe tratamiento psicológico. Un dato "triste", admite Armesto y contundente en un contexto, puntualiza, en el que se ve "mucho sufrimiento" en personas cuya estabilidad está en jaque muy a menudo por los avatares y las dificultades de la propia vida. No siempre fácil.

Las desigualdades socioeconómicas y de género, la excesiva medicalización, y las dificultades para acceder al sistema ponen en jaque la atención a la salud mental de los ciudadanos, subraya la Sociedad Española de Psicología Clínica-ANPIR de cara a un día en el que se habla, más que nunca, de salud mental. Una jornada en la que los profesionales de la psicología llaman la atención sobre un hecho: a peores condiciones de vida, menos estabilidad. Es más que sabido. Rentas insuficientes, bajo nivel educativo y social, desempleo o falta de apoyo social son condicionantes importantes, recuerda Armesto.

A medida que desciende la clase social y el nivel educativo, la prevalencia de ansiedad y depresión aumenta, advierten los psicólogos clínicos

Es decir, a medida que desciende la clase social y el nivel educativo, la prevalencia de ansiedad y depresión aumenta"Me encuentro mal, no tengo tiempo para dormir, para cuidar mi ocio, tengo relaciones sociales no satisfactorias, no puedo independizarme... Eso causa insatisfacción y sufrimiento. Ante ese sufrimiento diario, no llegan los fármacos y una terapia también se va a quedar corta", describe sobre ese malestar que ve a menudo en su trabajo en las consultas externas de salud mental en el ambulatorio de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz).

Malestar generacional

"A veces el discurso de la salud mental puede encubrir situaciones que a las personas les hacen sufrir. Hay un malestar generacional. Cuando se ha recortado tanto en prestaciones sociales y todo se ha derivado a lo sanitario, uno quiere ayuda, quiere un alivio", indica la psicóloga clínica que aprovecha para recordar, ante ese malestar, y frente a los fármacos, los pacientes prefieren el tratamiento psicológico. Otra cosa es la dificultad para acceder a los recursos, apunta.

"Hay más recursos a nivel general, pero viniendo de diez años de recortes, ha quedado en insuficiente. La población demanda más", señala Armesto

"Hay más recursos a nivel general, pero viniendo de diez años de recortes, ha quedado en insuficiente. La población demanda más. Las listas de espera están peor que hace tres años", sostiene Armesto. Las inequidades en el acceso a la atención a la salud mental también tienen que ver con el código postal: el ratio de especialistas en psicología clínica por habitante varía mucho en función de la comunidad autónoma de residencia, apuntan desde la sociedad científica.

Excesiva medicalización

Es ahí donde la vicepresidenta de la Sociedad Española de Psicología Clínica-ANPIR llama la atención sobre un hecho: la excesiva medicalización de los problemas de salud mental. Se tiende a tratar de forma farmacológica problemas que responderían mejor a tratamientos psicológicos. El 80% de los trastornos mentales se pueden tratar sin incluir psicofármacos. Ahí viene el pero: la realidad del día a día, en la que sólo recibe tratamiento psicológico una de cada diez personas diagnosticadas de trastornos mentales comunes y, en la mayoría de los casos, se terminan recetando psicofármacos.

"En los casos leves, moderados, el tratamiento farmacológico no debe ser la primera opción y no debería nunca ser la única", indica la psicóloga clínica

"Eso está más que estudiado. A nivel europeo, lo que se sabe es que, en los casos leves, moderados, el tratamiento farmacológico no debe ser la primera opción y no debería nunca ser la única. Pero, ¿qué pasa?. Si estas personas están atendidas en un contexto de Atención Primaria con sobrecarga, muchas prisas, seis minutos por consulta...no da tiempo y la solución inmediata es el fármaco, pese al nivel de riesgo, de efectos adversos, de cronicidad. Las terapias psicológicas no funcionan como otros tratamientos biomédicos. Se trata de que las personas comprendan sus circunstancias, que hagan cambios", apunta Armesto.

Los traumas de la infancia

Y si esta vulnerabilidad se sufre durante la infancia, el daño se magnifica en la etapa adulta: existe una fuerte relación entre haber sufrido algún trauma en la infancia -maltrato infantil, haber padecido violencia física o psíquica, abandonos, negligencias en el cuidado, abuso sexual- y el desarrollo de trastornos: hay estudios que señalan que más del 70 % de las personas con Trastorno Límite de Personalidad han sufrido en la infancia algún tipo de trauma psíquico.

Otro aspecto sobre el que llama la atención es sobre cómo el género, el lugar de residencia y los recursos económicos condicionan el acceso a los recursos. Un claro ejemplo de ello es el tratamiento que se da a hombres y mujeres, ya que se tiende a considerar los problemas de salud mental "desde un sesgo muy biológico". En el caso de las mujeres, dice ANPIR, se suelen atribuir a características genéticas o factores hormonales, minimizando el impacto de los factores sociales, los antecedentes traumáticos o las situaciones de violencia y estrés social que pueden estar sufriendo en ese momento las pacientes.

Mujeres aisladas

Además, las mujeres tienen más probabilidades de recibir un diagnóstico de depresión o ansiedad, trastornos para los que se les prescriben hasta el doble de psicofármacos que a los hombres, según citan algunos autores. "En las mujeres, se suele hacer una lectura mucho más biológica de lo que les ocurre. Trabajo en un contexto rural y se aprecia más porque hay mujeres muy aisladas, en su casa, que no tienen apenas relaciones de iguales, con muy poca energía o muchas patologías físicas que no se atienden como se debe. Hablamos de mujeres de mediana edad, adultas", precisa Laura Armesto.

En este contexto, los profesionales de la psicología clínica hacen lo que pueden pero, advierten, tienen pocas posibilidades de coordinar o liderar servicios. "Con mayor capacidad de organización y con los propios recursos que tenemos, los tratamientos psicológicos podrían ser reamente accesibles" concluyen desde la Sociedad Española de Psicología Clínica-ANPIR que apuesta por servicios orientados a la recuperación que incluyan psicoterapias aplicadas por especialistas, así como evaluaciones para comprobar que los programas que se implantan funcionan y aportan soluciones a la población.