Ana Isabel Almendral Oppermann acaba de publicar el libro que lleva por título "Una trilogía de recuerdos y valores".

-¿Qué le mueve a publicar ahora estos textos escritos hace un tiempo?

-Se trata de diferentes trabajos y no quería que quedaran desperdigados. En el libro aparecen el pregón que di en el año 1995, una conferencia que efectué cuando se celebró el centenario de la procesión del Cristo de las Injurias así como una relación que hubo entre Sigismund Thalberg y Franz Liszt. El vínculo entre estos dos hombres lo encontré en Alemania de manera casual. Al ver aquello me llamó la atención y como zamorana quise saber más. Hay una parte anecdótica de la relación vinculada a los instrumentos, dado eran muy personales y entonces no se dejaban.

-¿Qué es para usted la semana Santa?

-Yo creo que lo que para todos los zamoranos, es una cosa completamente visceral, tal y como sucede con todos los pueblos con sus fiestas ancestrales. Son manifestaciones de carácter visceral y genético. Una cosa es la Semana Santa de quien viene a ver los desfiles y otro aspecto es el mundo interior de cada uno creado a partir de sus vivencias más íntimas y personales.

-En su pregón pronunciado hace más de dos décadas ya decía "cuidad lo vuestro, protegedlo y defendedlo".

-Aquello levantó ampollas, pero lo sigo defendiendo. Es vergonzoso que fuera de Zamora se asocie la Semana Santa de Zamora con el alcohol en la madrugada del Viernes Santo e incluso que se relacionen los desfiles con la procesión de los borrados, como he tenido que oír fuera de la ciudad, algo que me sentó fatal. Creo que es una auténtica vergüenza. Soy consciente de que actualmente se está trabajando para mejorar muchos aspectos, pero todavía persiste lacras como la del botellón.

-La procesión del Cristo de las Injurias protagoniza un apartado del volumen.

-Mi familia tiene una estrecha relación con la cofradía porque mi abuelo junto con don Manuel Bueno, entre otros, la pusieron en marcha. Se da el caso curioso de un poema de Miguel de Unamuno escrito al Cristo de Velázquez que parece que lo ha escrito con la imagen del Cristo de las Injurias porque existen muchos paralelismos. También me consta que existe un documento que habla de los fundadores que está dentro de la cruz. Estoy unida a la cofradía del Silencio desde mi niñez al igual que me sucede con la Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias.

-¿Por qué?

-El médico de los donantes de la imagen era el padre de mi abuela y cuando mi abuela fue adolescente fue nombrada camarera de la Virgen, de tal forma que yo he vivido como ella vestía la imagen. Iba con ella y con su criada, que llevaba toda la ropa planchada en un cesta, hasta la iglesia pero cuando mi abuela se metía en la capilla a la criada y a mí nos echaba. Estaba ella sola con la imagen porque para ella era un ser humano y no quería que la viéramos desnuda. No me dejó nunca ayudarla sino solamente acompañarla. Son unas vivencias que tuve en los 40 del pasado siglo.

-Una época donde la Semana Santa no era lo que es ahora.

-Efectivamente no había tanto cofrade, pero existía una gran devoción.

-¿Cuál es su momento de la Semana Santa?

-Varios. Me impresiona el aire moviendo el manto de la Soledad y mi paso que es Redención, que es, ante todo, emoción. También oír la marcha de Thalberg, una música que me emociona y que he observado que ahora se toca muy deprisa. Habría que cuidar esos pequeños gran detalles porque la música es muy importante en los desfiles.

-¿Qué vida va a tener este libro?

-Vamos a realizar una presentación en marzo antes de la Pasión y lo organizará Luis González, el responsable de la editorial Semuret. El libro me lo prologa Herminio Ramos Pérez, con quien me une una gran amistad.

-Usted es una mujer muy activa, ¿en qué está trabajando en estos momentos?

-En estos momentos estoy enfrascada en un volumen que recopilará trabajos que he realizado sobre el mundo judío. Es un campo en el que llevo trabajando muchos años, desde que de niña leí "El diario de Ana Frank". Los artículos ya los tengo preparados, una intervención que he hecho en congresos sobre judíos en Centroeuropa, en tanto que una segunda parte correspondería a un acercamiento a "La judía de Toledo", del escritor alemán Feuchtwanger y la tercera parte es la lengua yiddish, el judío que hablaban en Centroeuropa.