Zamoreando

A ver la Semana Santa

Los hermanos de calle tenemos que guardar la debida compostura

Procesión de la Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Buena Muerte

Procesión de la Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Buena Muerte / Emilio Fraile

Carmen Ferreras

Carmen Ferreras

A cualquiera que le preguntes, todo el mundo coincide en señalar que han venido a Zamora a ver la Semana Santa. La fama de la Semana de Pasión zamorana trasciende fronteras. Ya no son las lindes provinciales, que también, son las fronteras internacionales. Gentes llegadas de distintos puntos del mundo: Francia, Reino Unido, Turquía, Italia, también Portugal, Bélgica… En fin. Zamora convertida en una especie de Babel pero de entendimiento, porque el carácter zamorano, lo asegura un viejo dicho, se distingue por ser amable con el de fuera y un poco fiera con el de dentro, entendiendo que los de dentro somos los propios zamoranos.

Esa imagen de internacionalidad, de amabilidad, de cercanía, de cortesía, de delicadeza es la que estamos en la obligación de dar a propios y sobre todo extraños. La Semana Santa de Zamora es única, es especial, no hay otra igual por mucho que intenten buscar comparaciones que, por otro lado, son odiosas. Austeridad, recogimiento, piedad, religiosidad… Esa es la Semana que vienen buscando los que llegan atraídos por la justa y merecida fama de este evento de religiosidad popular en la que Dios Nuestro Señor debe estar más presente que nunca.

Como ocurre en Navidad, celebramos a su Hijo, el que vino a redimirnos, el de la Pasión, Muerte y Resurrección. Lo demás es folclore, lo demás son costumbres y alguna que otra tradición que hunde su raíz en la gran manifestación religiosa de Zamora. No entiendo los gritos, los insultos, los botellones, los vasos con muchos grados de alcohol en la mano, los empujones a propósito, y alguna mano que otra que se desliza por cuerpo ajeno y que tiene un nombre. Los hay que deben pasar mucho frío porque se arriman cosa fina. Menos mal que ahí está, al quite, nuestra Policía Nacional y nuestra Policía Local que cumplen su función y que con su sola presencia trasladan seguridad a los ciudadanos.

Los hermanos de calle, tenemos que guardar la debida compostura. Y el que no sepa estar a la altura, que abandone, que no venga, ¿para qué? ¿Para armarla? En Zamora pasamos de esas cosas. Además, el dron de Jesús Caramanzana que está realizando una brillante labor, capta absolutamente todo, incluso esas manos indeseadas. Zamora vive y vibra con la misma intensidad. Todo evoluciona, pero si la mala educación, el griterío y la falta de respeto al paso de los desfiles procesionales es la evolución, algo funciona mal o no funciona.

La Semana de Pasión zamorana, no lo olvidemos nunca, tiene unas características que la diferencia de cualquier otra y que estamos en la obligación de respetar y hacer cumplir. El aviso, también para los procesionantes.

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