La Opinión de Zamora

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Manuel Sevillano

Tres cosas del verano

Cuando todo es blanco o negro, sin espacio para la serie de grises

Redes sociales e Internet.

Este verano he estado aquí y allá, que si San Sebastián, que si Pinilla, que si Toro y entre idas y venidas dos cosas, bueno tres, me han llamado la atención.

La primera es la polémica que han sufrido las amigas del podcast Estirando el chicle, la segunda es el anuncio de que el acuerdo al que habían llegado la gestora de fondos Black Rock y ONU mujeres quedaba en suspenso y la tercera es una serie belga que he visto entre sesteos, Dos veranos.

El pod cast de Carolina Iglesias y Victoria Martín, Estirando el chicle, invitó a Patricia Sornosa. Una invitación que no gustó a sus seguidores porque la acusaban de tránsfoba por sus críticas y chistes contra la Ley Trans. Los seguidores, entre gritos y aspavientos, decían que la invitada no estaba en coherencia con el pensamiento de gran parte de su comunidad. Ambas presentadoras sufrieron durante varios días, no solo críticas, si no ataques bastantes virulentos en redes sociales. Primero una, luego otra y luego ambas pidieron perdón; incluso Victoria Martín llego a eliminar su cuenta de Twitter y reconocer que no sabía cómo gestionar esta situación.

Black rock, el fondo de Inversion dirigido por Larry Flink, una suerte de Greta Thunderberg de los fondos, firmó un acuerdo, un Memorandum de entendimiento por usar sus palabras, con ONU mujeres, la entidad de las Naciones Unidas, con la finalidad de promover cooperativamente el incremento de inversión con perspectiva de género. Un colectivo de activistas feministas y organizaciones de derechos de las mujeres del mundo entero se pusieron en contra del acuerdo porque, según ellos, los antecedentes muy bien conocidos de BlackRock de poner al lucro por encima de los derechos humanos o la integridad del medio ambiente, en grado tal que responde precisamente a la caracterización que el secretario general hizo de aquellas instituciones financieras mundiales «moralmente insolventes» que constituyen la principal amenaza para la igualdad humana y la integridad del planeta. La presión hizo que días después Lopa Banerjee, Directora de la División de la Sociedad Civil de ONU Mujeres, y otros representantes de ONU Mujeres declararan que habían escuchado las preocupaciones y que habían puesto fin a la asociación con BlackRock, la organización “moralmente insolvente”.

En estos tiempos de redes sociales, de indignados y de hiper-transparencia, los seguidores o el tercer sector tienen el poder y lo ejercen; pero ¿es eso necesariamente bueno?

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En estos tiempos de redes sociales, de indignados y de hiper-transparencia, los seguidores o el tercer sector tienen el poder y lo ejercen; pero ¿es eso necesariamente bueno?, ¿es lícito invitar a un invitado cuyas ideas son censurables o, incluso, contrarias a la filosofía de un espacio?, ¿es recomendable que la “filosofía” de un espacio recaiga en los seguidores?, ¿debe el tercer sector condicionar con quien llega o con quien no llega a acuerdos la ONU, una organización de estados?, ¿tiene más legitimidad el tercer sector que los estados?

Entre Toro, Pinilla y San Sebastián me dio por pensar en estas cosas y ahí es donde vi la serie belga de Dos veranos. La serie se sitúa en dos líneas temporales diferentes: una en el presente y otra en un verano de los años 90. Una panda de amiguetes se pega un fin de semana de fiesta, pero la gran fiesta termina en tragedia cuando uno de ellos muere. Treinta años después los mismos amigos se vuelven a juntar, salvo el muerto, claro, para disfrutar de nuevo del verano y el plan no sale como esperaban. Empiezan a salir imágenes grabadas en vídeo del verano de hace treinta años y se plantea hasta qué punto lo sucedido puede afectar y condicionar la vida actual de los participantes. Todos participaron, con diferentes niveles de responsabilidad, en un nada ejemplar suceso. La serie plantea que, quizás, ni todos son culpables, ni todos inocentes. Una serie donde no hay ni blancos ni negros, una serie de grises, precisamente lo que echo en falta en la polémica del Podcast y en las reacciones al memorándum

Vuelvo al trabajo.

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