La Opinión de Zamora

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Enrique Nafría

El otro Fromago

La industria de explotación animal intensiva es una de las que más compromete nuestro planeta

Traslado de ovejas de Tábara por falta de alimento. José Luis Fernández

Del quince al dieciocho de este mes de septiembre, nuestra ciudad recibió más de trescientas mil visitas. Parece que Zamora consiguió otro motivo por el que sentirse orgullosa y un éxito más que celebrar. Sin embargo, antes de lanzar las campanas al vuelo, conviene adoptar otra perspectiva. En estos tiempos posmodernos, en los que se nos llena la boca cínicamente con el evidente cambio climático, la contaminación de acuíferos, la ética ejemplar del siglo XXI -como si fuésemos el vitruvio moral o el fin de la evolución- podemos sin duda mirar hacia otro lado, pero eso no va a hacer que desaparezcan las consecuencias de nuestro modelo económico. La producción láctea occidental e intensiva en general, y la del queso en particular, provoca un sufrimiento profundo a millones de animales explotados y un daño durísimo a los lugares que habitamos.

La industria de explotación animal intensiva es una de las que más compromete nuestro presente y nuestro futuro en el planeta. Además, establece una serie de relaciones con los otros animales que explica muchos de nuestros valores y relaciones sociales de dominación y violencia. Las palabras ética, compromiso ambiental, estilo de vida saludable o respeto, no ocupan el espacio suficiente como para desterrar esta manera hegemónica de entender nuestra forma de habitar el mundo.

Ni la vaca, ni la oveja, ni la cabra dan leche. Se la robamos. Vidas sentenciadas a parir y ser ordeñadas hasta que su producción empieza a disminuir

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La industria láctea atenta contra el medio ambiente. Es una de las principales causas de contaminación de acuíferos y de emisión de gases de efecto invernadero. Su desarrollo implica un empobrecimiento de la diversidad biológica. Los lácteos se venden fundamentalmente en envases de plástico, y gran parte de los productos que se fabrican para alimentar a los animales, mal llamados de granja, proceden de cereales y legumbres extraídas de territorios deforestados en países dominados, así como de la extracción intensiva de peces del mar para fabricar harinas de pescado. Esto supone una sobreexplotación de recursos así como una injusticia social más.

Este tipo de industria exige un ciclo de producción basado en la sustracción de la leche que estaba destinada a la alimentación de otros animales que no somos nosotros; estaba destinada a las crías. Ni la vaca, ni la oveja, ni la cabra dan leche. Se la robamos. Vidas sentenciadas a parir y ser ordeñadas hasta que su producción empieza a disminuir. Las vacas, por ejemplo, estas madres que naturalmente podrían aspirar a una vida de unos 20-25 años, no llegarán más allá de los 5, edad a la que serán enviadas al matadero. Es verdad que hay empresas que maltratan con más crueldad que otras a los animales que explotan, pero ninguna puede escapar a la lógica productivista de maximización del beneficio, por encima de los intereses de los animales que son explotados. La industria láctea es, también y por lo tanto, sufrimiento.

Después del lavado de cara que el lobby de la industria preparó ese fin de semana, con figuras de ovejas de colores, talleres infantiles, discursos amables que identifican el queso con identidades culturales intocables, incluso vinculando la explotación de los animales con su bienestar, uno se queda en el fondo de la desesperanza cuando vive en su propia ciudad un festival de explotación capitalista sin ninguna clase de crítica. El Fromago este, la capital mundial del queso en la que se convirtió Zamora, ha encontrado en la izquierda un apoyo más o, en el mejor de los casos, cierta indiferencia.

Hoy me acerqué a uno de esos carteles pisados que quedan en la resaca de un lunes postdesenfreno. Chisixpiriens o algo así (hay que pensar en el idioma del imperio, pero en catalá o en galego ni de coña). CEOE-Cepyme y Azeco, escuderos de la Diputación. Seguro que este “tinglao” nos ha situado en el mapa y ha traído un montón de dinero a la ciudad. A la hostelería y mantras parecidos que se utilizan para justificarlo todo. Eso sí, en el eje Marina-Catedral. Tal vez al bar de tu barrio no le haya llegado esa riqueza que ha venido desde las multinacionales hasta el establo de Europa, que es en lo que nos hemos convertido y como se conoce a España por ahí arriba. Porque por muy guay que nos creamos y muchas copas de Europa que ganemos, dentro del Norte somos cada vez más Sur.

Aquellos cuatro días el centro de Zamora olía a mierda. En sentido literal y en todos los figurados. Eso sí, todo era muy cheese, chic and inn. And we´re world capital. Congratulations, paisanos, porque lo que cuenta es que han venido trescientos mil. Y que nos hemos puesto de queso hasta el ass.

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