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Ingeniería y sociedad

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Los “antiguos” decían, y tenían como timbre de gloria, de respeto a sí mismos y a los demás, entre otras consideraciones, que el estar formados “a fondo” profesionalmente, les permitía servir bien y con plenitud a la sociedad. Para ello asumían el reto de estudiar con rigor, con seriedad, con exigencia, utilizando todo el tiempo posible para ello. Si así fuere, los resultados de sus tareas profesionales perdurarían en el tiempo y servirían de ejemplo, de modelo, para las generaciones venideras.

Es por todo ello, que las “hornadas” que salen cada año de la Universidad, de los Centros de Formación Profesional, deben conocer “in situ” aquellas infraestructuras, si son el objeto de su estudio y ejercicio laboral, que han sido modélicas, rompedoras, innovadoras, etc., como también deben conocerlas los graduados en ejercicio que no hayan tenido tal posibilidad. Y para un aprendizaje “total” de lo muchísimo que tales obras, como caminos, canales, puertos, saltos hidroeléctricos, etc., enseñan, es conveniente una explicación, y debate, previo por los más expertos en ellas.

Pero el conocimiento no tiene límites, ni fronteras, ni se circunscribe a un grupo de titulados, sino que tendría que ser adquirido por todo tipo de personas con conciencia de sus deberes ciudadanos y personales respecto a la adquisición de saberes, según las posibilidades que se les ofrezcan; obviamente con una exposición adaptada a cada tipo de audiencia.

Así, hay numerosas asociaciones no lucrativas, mecenazgos, etc., como la “Fundación Ingeniería y Sociedad”, que posibilita la asistencia libre a algunas de las conferencias que forman parte del “Curso de Verano de Ingeniería Civil”, como fueron las referentes a “El Viaducto Martín-Gil y otras obras públicas zamoranas” y “La gesta de las presas del Duero” excelentemente expuestas y debatidas en la Escuela Politécnica Superior de Zamora, recordando las aportaciones de los ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, entre otros, como Martín-Gil , Eduardo Torroja Miret, Federico Cantero Villamil, Leonardo Torres Quevedo, y tantos otros.

Y es que “dándose a los demás” los titulados, se dan a sí mismos reputación profesional, divulgan su buen hacer, sirven más y mejor a la sociedad, etc., que considera los gastos de tales actividades divulgativas en la ciudadanía, deducibles en el sistema fiscal.

También muchos profesionales de la ingeniería le han dado “brillo y esplendor” compaginándolas con otras ponderadas actividades como la escritura. Recordemos a Juan Benet y su “Volverás a Región”; llevando el embalse de Porma, en León, su nombre, al haber desarrollado su profesión en la construcción de la presa.

Enhorabuena, agradecimiento y deseos que empiecen a preparar el “XXXIII Curso de Verano de Ingeniería Civil”, al ser posible, otra vez en la capital zamorana o en alguno de los municipios de la provincia, donde seguro serán bien recibidos y acogidos sus componentes.

Marcelino de Zamora

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