La Opinión de Zamora

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Tomas Gestoso

El fin del motor de combustión

La transición requerirá una gran transformación de la industria del automóvil

Coche eléctrico en un punto de recarga Europa Press

La Unión Europea prohibirá la venta de coches con motor de combustión en 2030. La polémica medida no sólo afectará a los coches de gasolina y diésel, también a los híbridos, híbridos enchufables, de gas e incluso de combustibles sintéticos o biocombustibles. La decisión del parlamento europeo es una de las medidas más drásticas y de mayor impacto social en las recogidas en el plan 2050, que pretende la disminución de las emisiones en el territorio europeo. Esto no significa que se prohíba el uso de coches con motores de combustión, simplemente no será posible comprarlos nuevos. Pero, ¿estarán los modelos permitidos suficientemente desarrollados?

Tras la prohibición solo queda una posibilidad, la venta de coches eléctricos, y dos tecnologías, el eléctrico de baterías, y el eléctrico de pila de hidrógeno. De hecho, la Unión Europea exigirá a los estados miembros que amplíen la capacidad de carga en consonancia con la venta de vehículos de cero emisiones. Esto implicará que se instale un punto de recarga de eléctricos cada 60 kilómetros y un punto de repostaje de hidrógeno cada 150 kilómetros además de un punto de repostaje de hidrógeno público y accesible en cada núcleo urbano.

La realidad de los coches eléctricos es diversa. La ausencia de emisiones en la circulación es su mayor argumento, pero también presentan costes de uso inferiores a los coches de combustión, beneficios fiscales, aparcamiento gratuito en la vía pública, una mayor amplitud a igualdad de tamaño exterior y hasta una conducción muy suave y agradable. Además, el número de puntos de carga disponibles no para de crecer e incluso empieza a desplegarse una infraestructura de postes ultrarrápidos, estratégicamente distribuidos por la red de autovías y autopistas. Sin embargo, tiene grandes inconvenientes como el tiempo de carga, la autonomía, la escasa infraestructura de carga y la degradación de la batería. Pero sobretodo, la gran desventaja de los coches eléctricos es su precio.

Los coches con pila de hidrógeno como combustible están poco desarrollados. Desde el lado positivo, sobresalen por una autonomía superior a la de los coches eléctricos y un repostaje más sencillo y ágil, casi tan rápido como el de los modelos de combustión. Desde el lado negativo, existen pocos modelos disponibles y además tienen un coste muy elevado pues la fabricación de la celda de combustible es muy cara. Además, no existen puntos de carga de estos modelos en España.

Los coches eléctricos deben mejorar sus características de autonomía y tiempo de carga pues aún están muy lejos de los coches convencionales. Respecto de los coches con hidrógeno como combustible será complicado que sean una opción, pues no hay una infraestructura desarrollada en España. La transición requerirá una gran transformación de la industria del automóvil y grandes inversiones de capital público y privado.

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