La Opinión de Zamora

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Carmen Ferreras

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Carmen Ferreras

Inflación y OTAN

Nada sabemos del paquete de medidas anunciado por Sánchez

Foto de familia en la cumbre de la OTAN JUAN JOSÉ FERNÁNDEZ / MARIO SAAVEDRA| EUROPA PRESS/A.Ortega.POOL

Me estoy acordando de aquellas manifas de los ochenta, en las que el grito unánime de los manifestantes no era otro que: “Otan no, bases fuera”. Ahora la oposición a la OTAN y a las bases se centra en una parte del Gobierno, los sillones que calienta la podemía, y la extrema izquierda junto al independentismo más radical. Porque, cuarenta años después la OTAN no solo sigue existiendo sino que gracias a Putin ha salido reforzada de la Cumbre de Madrid y las bases norteamericanas permanecen y aumentan sus efectivos, con permiso de las Cortes donde Sánchez se verá obligado a contar con el apoyo y el respaldo del PP de Feijóo a quien, en este caso, no le dará un manotazo porque no le estorbará. Y eso, a pesar de no haber perdido ocasión de poner al Partido Popular a los pies de los caballos, también durante los fastos OTAN.

Y, mientras todos, más o menos, nos congratulábamos del éxito de la Cumbre, de la flexibilidad de Erdogan para que Suecia y Finlandia, no sin contrapartidas, puedan pertenecer al Club y de que Ceuta y Melilla cuenten también con el escudo protector, en caso de agresión, del Pacto Atlántico, la inflación se desbocaba a dos dígitos y los precios crecían el 10,2%, su nivel más alto desde 1985. Esto ha pasado desapercibido, ya nos recuperaremos, que dice la parte del Gobierno más optimista. La realidad dice todo lo contrario y si los economistas y expertos no se equivocan, puede que vivamos uno de los otoños más calientes de la historia de nuestra democracia.

Las cosas no están para fastos ni lanzamiento de venturosos y alegres cohetes en España. La cosa está para atarse fuertemente los machos y ahorrar porque lo que está por venir no es nada halagüeño. La subida de los carburantes, los alimentos y bebidas alcohólicas, frente a la estabilidad registrada el año anterior, y los precios prohibitivos de hoteles y restaurantes han propiciado una escalada no deseada. Una escalada angustiosa que deja los bolsillos mermados.

Los restaurante parecen haberse puesto de acuerdo, algo hay al respecto, para incrementar el precio de sus cartas. Ni el menú del día se libra de la pertinente subida. Lo tremendo del caso es que el verano parece que impide pensar y se llenan por igual los restaurantes, los chiringuitos, los bares, las tascas, allá donde se ofrezca algo más que un muerdo para saciar el hambre.

Nada sabemos del paquete de medidas anticrisis anunciado por Sánchez. Lo que sí sabemos es que en un solo mes el índice que mide el coste de la vida ha crecido 1,5 puntos.

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