La Opinión de Zamora

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Luis Miguel de Dios

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Las polémicas palabras de García-Gallardo auguran una legislatura muy conflictiva

Ya lo dice un viejo y conocido refrán: “cuando el diablo no tiene qué hacer, con el rabo espanta moscas”. O sea, cuando a uno le sobra tiempo, le puede dar por cualquier cosa… especialmente si tiene un objetivo claro por muy discutible que parezca. Así ha sucedido con la intervención del vicepresidente de la Junta, Juan García-Gallardo (Vox), que ha desatado críticas, protestas y ha “obligado” al propio presidente, Alfonso Fernández Mañueco, a pedir disculpas y perdón, algo que el propio García-Gallardo no ha hecho ni parece que vaya a hacer. Al contrario, se ratifica, saca pecho y se muestra orgulloso de salir a mitin diario y a contradecirse entre lo que dice y sus actuaciones.

Comentaba al principio que lo de tener que dedicarse a llenar el tiempo que sobra, ya sea a espantar moscas con el rabo o a otros menesteres más dañinos, deriva, precisamente, de eso, de moverse con mucho tiempo libre. Resulta que el señor García-Gallardo no tiene ninguna función concreta, al margen de una Vicepresidencia sin tareas específicas. Es decir no lleva competencias en Agricultura, como tuvo Jaime González, ni en Empleo (las ejerció Rosa Valdeón) ni es portavoz, como Francisco Igea, por citar tres ejemplos de tres partidos distintos. No, don Juan solo es vicepresidente, pero sin más dedicación que esa. Quizás por ello únicamente cobre unos 80.000 euros al año, una cantidad irrisoria dada su dedicación a esta tierra y el peso de tanto y tan duro trabajo. Y, claro, si uno se levanta por la mañana, desayuna, se arregla, va al despacho, en coche oficial, pasa lista a los suyos y ya no tiene sobre la mesa problemas concretos, convendrán conmigo en que son muchas, e irresistibles, las tentaciones para hablar de lo que sea.

El revuelo que se montó, incluso a nivel nacional e internacional, fue enorme. Mucha gente del PP se llevó las manos a la cabeza y comenzó a atisbar lo que ya se barruntaba: los perjuicios que la alianza con Vox puede acarrearle a su partido

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Y más si el presidente, don Alfonso, lleva un mes sin decir ni pío y haciendo bolos y una turné por congresos, nombramientos, proclamaciones y tomas de posesión de cargos del PP. Por Castilla y León no se le veía mucho, pero sí por Madrid en la entronización de Ayuso; en Galicia en la toma de posesión del sustituto de Núñez Feijóo o en Andalucía apoyando a Moreno Bonilla. Aquí no hacía declaraciones más que los discursos de ritual en inauguraciones, visitas y demás, o sea cuando los periodistas no pueden preguntar por nada. Y cuando don Alfonso habló, el pasado jueves, fue obligado por la polémica que habían desatado las palabras de García-Gallardo, que le dijo, en las Cortes, en el templo de la soberanía popular, que se dice, a una procuradora socialista discapacitada que la iba a tratar “como si fuese una persona como las demás”. El revuelo que se montó, incluso a nivel nacional e internacional, fue enorme. Mucha gente del PP se llevó las manos a la cabeza y comenzó a atisbar lo que ya se barruntaba: los perjuicios que la alianza con Vox puede acarrearle a su partido. ¡Ah, pero el Poder es el Poder! Y tal vez por eso el señor Fernández Mañueco tuvo que salir, dubitativo y a trompicones, a pedir “disculpas y perdón” por las palabras del vicepresidente, que, por cierto, ni las ha retirado ni se ha disculpado; solo ha afirmado que fueron manipuladas. Menos mal que están grabadas, escritas y demás. ¿Y por qué ha salido Mañueco a pedir perdón por algo que ni él, ni su partido, ha dicho o hecho? Sí, hombre, has acertado. Esa cosa tan etérea y sublime que es el Poder. Obviamente, para que don Alfonso siga mandando en Castilla y León, don Juan tiene que continuar en la Vicepresidencia, aunque no tenga nada más que hacer que, desde cualquier tribuna, dar mítines sobre las excelencias de Vox y la necesidad de acabar con el sanchismo.

El vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo, conversa con el presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco en el Pleno de las Cortes mir_ical

El exabrupto de García-Gallardo sobre la socialista Noelia Frutos fueron un peldaño más en la escalera de barbaridades y mentiras que el señor vicepresidente soltó en las Cortes sobre el aborto, la educación sexual de los niños, la violencia de género (Vox dice intrafamiliar), la memoria histórica y un largo, y ya sabido, etc. Hasta desde sus socios del PP tuvieron que decirle que había hablado, criticado y ofrecido sus soluciones en asuntos que ni son de su competencia ni de los departamentos que ostentan los consejeros propuestos por Vox. Don Juan lo invade todo.

Y luego está su reiteración, esta vez expresada en la sede del legislativo, de suprimir las autonomías. Un lujo que España no se puede permitir, dijo. Es posible que haya gente que piense así y otros al contrario. Sin embargo, creo que todos coincidimos en una cosa: no es muy ético pedir que se acabe con algo de lo que usted está cobrando 80.000 euros. Lo ético y coherente sería que usted renunciase a ese sueldo o que dimitiese. Sorpréndanos. Pero una cosa es predicar y otra dar trigo. O consejos vendo que para mí no tengo. ¡Ay, el refranero!

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