La Opinión de Zamora

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Editorial azul

Acuíferos: los pulmones de la provincia en peligro

Un pozo de sondeo en Zamora desde el aire. E. F.

El agua subterránea, la que hace posible su potabilización en el 97% de los casos, se acaba. Y la poca que subsiste lo hace en mal estado, con nitratos y pesticidas que terminan en los grifos de las cocinas de buena parte de los hogares de la provincia, sobre todo en los pueblos. La España Vaciada, donde Zamora tiene el triste honor de ser un territorio abanderado, se queda sin acuíferos de calidad y lucha ante un presente de esquilmados constantes, contaminación, una sequía persistente que aumenta con cada ola del calor y las evidencias de un cambio climático de que ya nadie puede o debe dudar.

Ante este panorama no es de extrañar que Naciones Unidas haya declarado este 2022 como el del agua bajo el lema “Hacer visible lo invisible”. Un líquido elemento que supone el 87% de las reservas mundiales y que se ha descuidado como recurso hídrico de primera necesidad, pese a ser la fuente natural para mantenernos vivos.

A las puertas del verano y tras los dos años de pandemia, los 248 municipios de la provincia se preparan para recuperar sus fiestas y, con ellas, a miles de visitantes que harán que la población habitual se duplique en el más moderado de los supuestos. No han llegado esos festejos y ya se cuentan por decenas los pueblos con problemas de abastecimiento. Vuelven esas imágenes que bien podrían pertenecer a una cinta de Buñuel, salvo por las marcas que aparecen en los botellones de agua y las camionetas con las que las instituciones reparten casa a casa, como acabamos de presenciar en Arcenillas, sin agua potable y con una potabilizadora móvil hasta donde los vecinos deben de acudir para llenar sus envases. Esta es la solución propuesta para esta localidad al menos hasta septiembre del año en curso. En 2008 dieron con un acuífero que, mantenían los expertos, solucionaría el sistema de abastecimiento por cien años. La realidad ha sido otra muy distinta. No duró ni una década.

Los acuíferos de agua subterránea no tienen dueño, son los pulmones de todos los zamoranos y hay que salvarlos

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Cualquiera se cree con derecho a buscar un pozo en su finca y explotarlo para el regadío, consumo o hasta para una piscina particular. Pero esa excavación, por mucho que se produzca en su propiedad, afecta a un bien común, acuíferos de cientos de kilómetros que pertenecen a toda la ciudadanía. Donde uno extrae, otro se queda sin recurso. Eso ocurre hoy por hoy en Zamora. Precisamente en Arcenillas se ha instalado la que puede ser la bomba a más profundidad de toda la provincia: 174 metros bajo tierra y muchísima potencia, pero que ni tan siquiera es capaz de asegurar un caudal de apenas unos cuantos miles de litros a la hora, lo que puede parecer un hilo si se compara con los 60.000 litros por hora que obtiene la vecina localidad de Corrales.

El agua en Zamora se está agotando. Quien lo dice no es un vecino sabio de cualquier pueblo, que también lo sabe solo con mirar a su alrededor con la sabiduría de los hombres del campo, sino también Javier Hernández Parejo, responsable de la empresa JESLL que ha realizado la mayor parte de los pozos encargados por la Diputación y que conoce como pocos el mapa de acuíferos zamoranos. Y no dejan de bajar, según comprueban día a día los perforadores, que ven los pozos cada vez más bajos y la necesidad en algunos núcleos de población de tratar de recurrir a antiguas balsas, como en el caso de Castillo de Alba. La otra opción es esperar a unas lluvias cada año más escasas que permitan recuperar los manantiales. Como si se tratase de maná caído del cielo.

PUENTE DE LA CARRETERA SOBRE EL ARROYO REGUERA JAVIER SAINZ

Ante este panorama, similar en otras provincias y regiones de otros países, el relator especial de la ONU sobre los derechos humanos del agua potable y el saneamiento, Pedro Arrojo, ya ha pedido el fin de la contaminación y sobreexplotación de las aguas subterráneas (lo que obliga a un abastecimiento más lejano aumentando así los precios). El agua es y debe ser considerada y gestionada como un bien común. Su escasez colisiona con las necesidades de la agricultura y de las explotaciones ganaderas, cada vez más numerosas en cuando a cabezas de ejemplares y que causan la proliferación de nitratos. A más producción agrícola mayor uso de fertilizantes. Zamora no es una excepción, ya que más del 40% de los acuíferos del país están en peligro por la contaminación de los residuos de la industria agrícola y ganadera. Que convivan ambos modelos es el reto de las administraciones competentes. El consumo, el caudal de los ríos en verano, el sostenimiento de ecosistemas y las necesidades de agricultura e industria es posible, aunque parezca un rompecabezas imposible de encajar. Ahí está el proyecto para conectar a los municipios de Tierra de Campos y Tierra del Pan con la potabilizadora de Benavente, cuyo abastecimiento llegaría desde el Tera. Esa es la senda a seguir, porque el problema apremia soluciones inminentes.

Solo el Duero tiene 64 masas de agua con una superficie de 87.366 kilómetros cuadrados. Las comunidades autónomas, en este caso la de Castilla y León, debe aplicar tal y como piden las autoridades europeas soluciones contundentes

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Solo el Duero tiene 64 masas de agua con una superficie de 87.366 kilómetros cuadrados. Las comunidades autónomas, en este caso la de Castilla y León, debe aplicar tal y como piden las autoridades europeas soluciones contundentes. La contaminación y escasez de acuíferos es un problema común. Lo que para nada es aceptable es que en muchos pueblos de Zamora los vecinos no tengan acceso a agua potable salvo que esperen el reparto de garrafas o que vayan, bidón en mano, a la potabilizadora portátil de turno instalada como parche a un gran problema. De ahí que cada región tenga la obligación de aplicar un plan dirigido de forma expresa a las zonas de foco tóxico, reducir el uso de nitratos y mejorar el manejo del estiércol. Casi la mitad de los acuíferos de España están en peligro de contaminación. Una pésima noticia en provincias como Zamora, que como si de una pesadilla estival se tratase, lo revive cada verano con los miles de emigrantes y turistas que buscan reencontrarse con sus pueblos, con los paisajes naturales, con sus ríos y, con agua fresca que beber cuando el calor aprieta.

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