La Opinión de Zamora

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Carmen Ferreras

Zamoreando

Carmen Ferreras

¡Hay que jorobarse!

La prostitución debería ser cosa del pasado

Dos prostitutas en un polígono LOZ

Zamora no precisa ni narco pisos, ni prosti pisos, si se me permite expresarlo así. Zamora necesita industria, empresas con ganas de invertir, de crear puestos de trabajo, de hacer piña en torno a una ciudad y provincia dormidas, sin acicates, vacías y no solo de almas, también de contenidos. Sin embargo, ya ve usted, y cito el titular de nuestro periódico: “La prostitución en pisos se dispara en Zamora”. “Siete nuevas viviendas abren sus puertas en la capital”. O sea, que hay más viviendas destinadas al ejercicio del oficio más viejo del mundo. Otros oficios son los que me gustaría que se ejercieran en la vieja y destartalada Zamora.

¿Sabrá esto Irene Montero? Debe actuar de inmediato. La prostitución debería ser cosa del pasado. En la actualidad resulta anacrónica. Hoy en día, el sexo está al alcance de cualquiera. El feminismo debe salir de su zona de confort y luchar denodadamente contra esta lacra que, desgraciadamente, aumenta. Quiero felicitar, por su labor callada y entiendo que eficaz, a la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida. Tienen un trabajo ímprobo por delante. Más de un centenar de mujeres con las que trabaja en la provincia así lo atestiguan.

La Montero seguro que sigue en la inopia. En ese mundo paralelo que se ha creado, hecho de soflamas y discursos sin argumentos, que no soportan una segunda lectura. Decía eso de que el sexo está al alcance de cualquiera sin tener que acudir a la prostitución, a tenor del aspecto que presentaba la plaza multiusos de La Martina, los pasados días de calor. El ‘tocameroque’ que se traían las parejitas que disfrutaban de la sombra y que se extendía a los bancos que jalonan el paseo peatonal, era, como poco, de película porno. Algunas, incluso, traspasaron los límites. Es lo que tiene ‘la calor’.

No es grato tener no ya en el mismo rellano, sino en el mismo edificio un ‘prosti piso’. Sobre todo si viven niños. El trajín de gente, por mucho que se quiera disimular, y ciertos aspectos denotan la realidad. Me pregunto si no se puede hacer algo al respecto. Sólo nos faltaba que esta moda, tan extendida desde hace años en provincias limítrofes, se asentara en nuestra ciudad, encima con carácter retroactivo. ¡Hay que jodobarse!

Entiendo que hay profesionales del asunto a las que les va la marcha, que lo han elegido, sobre todo las de alto standing que, haberlas haylas. Lo lamentable es que la mayoría viven una pesadilla, son producto de un engaño, de trata pura y dura, si es que la trata puede ser pura. A esas mujeres hay que rescatarlas e incluso ante la falta de perspectiva laboral, devolverlas a sus países de origen, si es que así lo desean, para que aquí no se vean obligadas a vivir no con la letra escarlata, pero sí con el estigma de haber ejercido obligadas la prostitución.

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