La Opinión de Zamora

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Gerardo González

Doble residencia

La despoblación no es irreversible si se toman medidas realistas y eficaces

Una mujer teletrabaja desde su residencia. Enric Fontcuberta

He pasado la Semana Santa en mi casa natal de Pajares de la Lampreana. Y como yo al menos un centenar más de personas que residen habitualmente en Madrid, País Vasco y Asturias, pero que recalan periódicamente en el pueblo. He comprobado la afluencia de jóvenes que viven en alegre sociedad con otros muchos. Sería magnífico que algunos de ellos tuvieran la posibilidad de poder subsistir en el pueblo. Darían un golpe de gracia a las cada vez más alarmantes estadísticas de la población censada en las zonas rurales. Hace sesenta años en Pajares vivían 1.300 personas. Ahora hay algo menos de 300. Y bajando, porque la mayoría rebasa los setenta años. Nace un niño cada cuatro o cinco años y es muy probable que en el próximo curso se cierre la única escuela que queda en el pueblo. A mediados del siglo pasado había cinco escuelas con tres maestras y dos maestros.

Hablar de la despoblación rural es pertinente, porque es imperioso fijar población. Solo el “milagro” de una industrialización podría atraer mano de obra necesaria para su desarrollo y consolidación, como sucedió en Ólvega (Soria) con la industria de chorizos Revilla. Este pueblo tenía 1.937 habitantes en 1960 (poco más que Manganeses de la Lampreana en esta misma fecha) y cuenta hoy con más de 3.600; Manganeses tiene actualmente 381 habitantes y con Riego del Camino 498. Juntar municipios está bien, pero no resuelve el problema de fondo: la vertiginosa despoblación. ¿Debería plantearse la posibilidad de favorecer la inscripción en doble residencia para los nacidos en el pueblo y sus descendientes que tienen casa, por lo general nueva o muy bien arreglada, con adecuados servicios municipales, implementados ahora con la instalación de la fibra óptica? Para los jóvenes sería una posibilidad para el teletrabajo.

¿Debería plantearse la posibilidad de favorecer la inscripción en doble residencia para los nacidos en el pueblo y sus descendientes que tienen casa, con adecuados servicios municipales, implementados ahora con la instalación de la fibra óptica?

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Supongo que la viabilidad de doble residencia conllevará ajustes jurídicos, como por ejemplo en qué circunscripción votar, la atención sanitaria, el pago de impuestos, etc. Quizá sea complicado, pero no imposible. Hay que analizar muy bien todas las iniciativas que favorezcan aumentar la población en los pueblos, sobre todo en los que prevalecen las tareas agrícolas de secano, que desde hace muchas décadas no necesitan mano de obra. Tres o cuatro tractores bastan en un término de 30 kilómetros cuadrados, como el que tiene Pajares, para atender eficazmente todas las tierras cultivables.

Otra alternativa es potenciar el alquiler por temporadas de las casas no habitadas. Es un sucedáneo de las casas rurales, que en la Tierra del Pan no han proliferado demasiado. Sin embargo, no resuelven el drama de la despoblación.

No debemos caer en el fatalismo y observar impotentes cómo se vacían los pueblos durante diez meses con personas cada vez más ancianas, que suelen reunirse con demasiada frecuencia en la iglesia para aco

mpañar a los familiares de los difuntos. Resignarse a vivir en una soledad prolongada es aceptar la tragedia de que no se puede hacer nada. Sin embargo, la despoblación no es irreversible, si se toman medidas realistas y eficaces. De no ser así, las tierras se acabarán convirtiendo en yermos y cotos de caza para disfrute de los foráneos, porque proliferarán perdices, codornices y liebres, ahora diezmadas por los herbicidas.

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