La Opinión de Zamora

La Opinión de Zamora

Manuel Antón.

Historia de un campeón en el Día Mundial del Autismo

Para Iván, campeón paralímpico de natación, con todos los honores y merecimientos

Competición de natación paralímpica JAVIER REGUEROS

Cuando pienso en lo injusto de que unos seres humanos nazcan con “estrella” y otros “estrellados”, me entran ganas de preguntarme por qué… Aunque sé que este tipo de preguntas es mejor no planteárselas, porque no hay respuesta que pueda satisfacer a quienes, sin poderlo evitar, son víctimas de la primera injusticia que te puede deparar la vida.

Siempre que un nuevo ser ve la luz, después de haber estado gestándose durante nueve meses en el vientre de una madre ilusionada con su nacimiento, se espera que nazca sano y pueda llevar una vida normal en amor y compañía de todos cuantos le estaban esperando; por eso, cuando tras nacer, o varios meses e incluso años después se le diagnostica alguna discapacidad que pueda dificultar su desarrollo, para los padres y familiares más cercanos parece como si “el mundo se les viniese abajo” porque, por lo general, nunca se está lo suficientemente preparado para asumir algo así, y mucho menos para afrontar todo lo que viene después.

El 2 de abril es el “Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo” y, aunque no soy ningún experto en la materia, tras conocer una historia que me impresionó, me he documentado lo que he podido para poder escribir acerca de esa alteración neurológica tan extendida en el mundo que, según he leído, padecen 1 de cada 160 habitantes del planeta.

Según la información a que he podido tener acceso, el autismo, aunque no siempre, se suele presentar a edades tempranas y puede manifestarse de muy diversas formas, si bien, en su mayoría, todas tienen que ver con la dificultad para interrelacionarse, comunicarse, razonar e incluso, en no pocos casos, aprender. En su conjunto, todas las afecciones que pueden padecer los autistas se engloban en lo que se conoce como “trastornos del espectro autista” -TEA- que es el término que engloba las diversas discapacidades del desarrollo cognitivo y conductual, que en no pocas ocasiones se presentan asociadas a otras, de carácter físico o mental, que en la mayor parte de los casos limitan el normal desarrollo de quienes de forma congénita o adquirida llegan a contraerlas.

Mas, si bien es cierto que el autismo, como cualquier otra discapacidad o alteración de los sistemas vitales, en las múltiples variantes en que se puede presentar, es una traba importante para el normal desarrollo de las capacidades de relación, de comunicación y hasta de aprendizaje de las personas que lo padecen; la “buena noticia” es que, aunque no tenga cura, un diagnóstico temprano y un tratamiento correcto, además del trabajo diario, pueden llegar a hacer milagros.

El autismo es una traba importante para el normal desarrollo de las capacidades; la “buena noticia” es que, aunque no tenga cura, un diagnóstico temprano y un tratamiento correcto, además del trabajo diario, pueden llegar a hacer milagros

decoration

Eso fue lo que les dijeron a sus padres los especialistas que diagnosticaron a Iván, hoy un hombre “hecho y derecho” que cuando apenas tenía tres años fue diagnosticado con un síndrome de esos raros, poco habitual, y un trastorno del espectro autista de segundo grado. Tal y como quedó reflejado en los informes, las discapacidades de Iván supondrían un escollo para el desarrollo de sus capacidades de comunicación verbal y gestual, y una tendencia a las conductas repetitivas que dificultaría sus posibilidades de entablar relaciones sociales y de amistad; en definitiva, una “cruz” con la que nuestro protagonista tendría que aprender a cargar de por vida.

Cuando Iván nació era un bebé normal, e incluso más activo que la mayoría de los niños de su edad, a juzgar por las habilidades que demostraba en el uso de sus manos y sus constantes balbuceos. No obstante, a medida que fueron pasando los meses sus limitaciones para articular las palabras empezaron a hacerse notar hasta el punto que, ya cumplidos los tres añitos, su incapacidad para comunicarse y para fijar la mirada hizo pensar a sus padres que, o bien estaba sordo, o tenía algún trastorno físico o psíquico que ellos solos no sabían descifrar.

Tras varios diagnósticos fallidos, un psicólogo especializado en trastornos del lenguaje empezó a vislumbrar lo que podía ser, y después de realizarle varias pruebas y de contrastar sus opiniones con las de otros especialistas, entre todos llegaron a la conclusión de que Iván presentaba un trastorno del espectro autista de grado intermedio que venía asociado a una discapacidad cognitiva propia de un síndrome poco identificado.

A los pocos meses de empezar las terapias, los padres de Iván fueron observando cambios significativos en el comportamiento de su hijo y, sobre todo, en sus reacciones a los estímulos externos, lo que les hizo concebir fundadas esperanzas

decoration

Los presagios se fueron haciendo realidad y desde tan temprana edad, Iván, de la mano de sus padres, empezó a visitar todos los centros especializados en diagnóstico, tratamiento, adaptación al medio y formación de niños con síndromes raros y algún tipo de trastorno del espectro autista que pudieron tener a su alcance.

A los pocos meses de empezar las terapias, los padres de Iván fueron observando cambios significativos en el comportamiento de su hijo y, sobre todo, en sus reacciones a los estímulos externos, lo que les hizo concebir fundadas esperanzas de que, si todos colaboraban, poco a poco los avances podrían irse notando cada vez más. De cualquier manera, eran conscientes de que Iván tendría que acostumbrarse a vivir con ciertas limitaciones, aunque, tal y como les habían dicho los especialistas, confiaban en que cuanto más se esforzaran todos, más lejos podría llegar.

Así que, sin darle más vueltas al “asunto”, se pusieron manos a la obra pues, de cuanto pudieran poner en el empeño unos y otros dependería, en gran parte, la cima que podría alcanzar Iván.

Queriendo hacer valer el dicho que reza “no hay barreras infranqueables” empezaron a explorar todos los campos en los que podría progresar, en la seguridad de que los progresos que pudieran irse notando, fueran los que fueren, le servirían para ir reforzando su autoestima y la moral de todos cuantos estuvieran dispuestos a ayudarle.

Los padres de Iván sabían que en la vida de su hijo habría muchos más momentos malos que buenos y que lo importante era hacer todo cuanto estuviera en sus manos para sacar el mayor provecho posible de los buenos pues, también lo sabían, era en los que había que apoyarse para no desfallecer jamás.

Con cuatro años, Iván empezó a ir a un colegio de esos que llaman de integración, en el que, al disponer de aulas y profesionales especialmente preparados para el trabajo con niños, digamos, “especiales”, poco a poco, y con mucho esfuerzo, fue cursando la educación primaria y evolucionando en la secundaria, hasta el tope que por sus limitaciones pudo llegar.

Cuando, porque era inevitable, tuvo que abandonar “su cole” para ir a otro centro más especializado en la formación de alumnos con limitaciones intelectuales, sufrió un bajón importante que pronto pudo superar gracias al buen hacer de sus nuevos profesores y al cuidado que ponían sus padres a la hora de buscarle cualquier ocupación que en sus ratos libres le pudiera motivar. Así, Iván pudo continuar con sus estudios, a un nivel de exigencia adecuado a sus posibilidades, lo que le permitió recobrar la ilusión y la confianza precisa para poder seguir con su particular escalada.

Sus padres, conocedores de lo que disfrutaba Iván en las piscinas de verano, por lo mucho que le gustaba nadar, consideraron que, dado el empeño que siempre ponía en la superación de cualquier obstáculo o dificultad, podría dar mucho de sí, como así fue

decoration

La adolescencia la llevó solo regular porque, si difícil es tal etapa para la mayoría de los que la pasan, mayor dificultad tienen los que deben transitar por ella con la “cruz añadida” de alguna discapacidad; por ello, sus padres, aconsejados por expertos, decidieron que la mejor forma de estimular a Iván para que “sobreviviese” a los estragos que deja la adolescencia en no pocos niños normales y en casi todos los que arrastran alguna limitación, podía ser inscribirle en un club de natación pues, conocedores de lo que disfrutaba Iván en las piscinas de verano, por lo mucho que le gustaba nadar, consideraron que si entraba en él con buen pie, dado el empeño que siempre ponía en la superación de cualquier obstáculo o dificultad, podría dar mucho de sí, como así fue.

Cuando iba a cumplirse el primer año de permanencia de Iván en el club de natación, sus entrenadores, valorando sus capacidades y su fuerza de voluntad, empezaron a enseñarle los “intríngulis” de la competición y, fundamentalmente, a aceptar que cuando se compite igual que se puede ganar también se puede perder; cosa que no resultó nada fácil, pues si el miedo a fracasar ya es algo que no todos los deportistas logran asumir, mucho menos los autistas, en los que la frustración siempre es un sentimiento con el que hay que contar.

Superación

A pesar de todo, y teniendo claro que las cosas nunca serían fáciles, Iván empezó a competir con nadadores de su misma edad y similares condiciones físicas y psíquicas, superando todos los obstáculos y circunstancias que se fueron presentando.

La primera prueba en que participó la pasó con nota -quedó cuarto de entre diez- lo que le hizo salir del agua muy satisfecho y con mucha ganas de seguir compitiendo. Ello propició que cada día fuese encontrándose mejor, más fuerte y más convencido de que podría llegar a donde se propusiese, y solo hizo falta que fuese pasando el tiempo para ir comprobando que el empeño que ponía para superarse día a día iba dando sus frutos. La constancia y su capacidad de sacrificio llevaron a Iván a lo más alto y, tras ganar en un campeonato a todos los nadadores de su categoría, fue seleccionado para participar en unas pruebas clasificatorias que, caso de superarlas, podían asegurarle la participación en los Juegos Paralímpicos que pronto tendrían lugar.

El grado de motivación que le supuso a Iván su selección para competir en las fases previas de las Paralimpiadas “le puso alas”, y si ya había venido entrenando bien desde que ingresó en su club, fue a partir de entonces cuando empezó a tomarse su preparación como si de estar opositando a notarias se tratara.

Llegó el día de las pruebas de selección e Iván no defraudó. Compitió a gran altura y se alzó con una de las plazas que daban derecho a participar en las Paralimpiadas que tendrían lugar al año siguiente.

Tal fue el nivel de preparación y el estado de forma, tanto físico como mental, en que llegó Iván al día “D”, que solo tuvo que demostrar en la piscina lo que ya llevaba años demostrando a cuantos le conocían

decoration

La preparación para los Juegos Paralímpicos la hizo alternando los entrenamientos libres, con su entrenador de siempre, con los que periódicamente tenía que realizar en régimen de concentración con la selección nacional, en la que, además de técnicos deportivos, había psicólogos especializados en el trato con discapacitados cuya misión era preparar a los deportistas para que, llegado el momento, y sucediera lo que sucediera, siempre supieran y tuvieran presente que lo importante era participar.

Tal fue el nivel de preparación y el estado de forma, tanto físico como mental, en que llegó Iván al día “D”, que solo tuvo que demostrar en la piscina lo que ya llevaba años demostrando a cuantos le conocían, cuál era, su gran tesón, su afán de superación y su convicción de que podría ganar, como así fue.

A los veintidós años, nuestro querido Iván se convirtió en campeón paralímpico de natación, con todos los honores y merecimientos.

Así se escribe la historia de un ser humano discapacitado que, a pesar de la “cruz” con que tuvo que aprender a ir por la vida, supo y pudo hacerse mayor sin sentirse inferior a los demás.

Ojalá el ejemplo de Iván pueda servir a cuantos, pudiéndose encontrar en situaciones similares a las que se encontró él, tengan la suerte de tener al lado personas que sepan y les puedan ayudar.

Compartir el artículo

stats