Trata a las personas como te gustaría que siempre trataran a tus hijos. Me parece tan impactante esta frase que siempre he procurado transmitirla y contagiarla en mi parcela profesional.

La necesidad de pensar o imaginar que la persona que tienes enfrente es nuestra madre, hermano, hija o mejor amigo es importante a la hora de interactuar, de comunicarse, de, en su caso, dirigir a los demás.

Cada persona tiene un estilo y una forma de liderar y de tomar decisiones. Durante casi mis 20 años trabajando en escenarios asociados tradicionalmente al colectivo masculino, he observado muy estrechamente a compañeros, subordinados y superiores. La conclusión es que no puedo establecer diferencias en relación con el éxito de la tarea basándome sólo en el género. El trabajo siempre se realiza, puede necesitar más tiempo o esfuerzo, pero sale, siempre sale y, la mayoría de las veces, de manera exitosa independientemente si quien mandaba o tenía que obedecer fuera hombre o mujer.

Pero vivimos en la era del capital humano y en un día tan señalado como hoy (8 de marzo, día de la mujer trabajadora) debemos focalizar y centrarnos en aquellas cualidades donde las mujeres destacan de manera significativa por encima de los hombres.¿Tienen estas cualidades esencialmente femeninas repercusiones en el ámbito laboral? Debemos decir que sí. Rotundamente sí.

Mujer, mujer, mujer. Ya hemos demostrado que podemos hacer cualquier cosa que haga un hombre. Lo hemos demostrado y lo estamos demostrando cada día. No tenemos que esforzarnos más en ello

La doctrina científica aporta datos en este sentido. Los estudios de Eysenck, ya a mediados del siglo pasado, mostraban diferencias estadísticamente significativas entre hombres y mujeres en una variable clave cuando se habla de trabajar en equipo, de la capacidad de ponernos en el lugar de los demás. Las mujeres muestran más calidez, más cercanía y por tanto más empatía y más potencial para vincularse con los demás….

¿Es importante la empatía para saber liderar? Sí, sin duda alguna.

Haga usted la prueba ahora mismo, solo debe pensar en el mejor jef@ que haya tenido y descríbale con un adjetivo.

Estoy convencida de que la mayoría de ustedes habrán pensado en calificativos del tipo “se preocupaba por mí”, ”era generos@”, “mostraba interés por mí”. También, un alto porcentaje de ustedes, amables lectores, habrán recurrido a la emocionalidad y variables personales para determinar si consideran un buen o una buena superior.

Reconocimiento, consideración, ponerse en el lugar del prójimo, son conductas que se encuadran bajo el techo de la empatía, factor fundamental a la hora de liderar.

La empatía está muy relacionada con el trabajo en equipo. Y la importancia del equipo, de las metas organizacionales o institucionales por encima de las personales. A veces, cuando fallan las organizaciones es por que fallan sus lideres, puesto que estos estaban más orientados al objetivo individual que al del equipo, al de la organización.

Las mujeres, por norma general, siempre recuerdan el poder de influencia de los mensajes a los demás. Nos sorprenderíamos vertiginosamente si supiéramos que más que el “qué” es el “cómo” lo que más moviliza y motiva a los demás.

No lo dudéis. Utilizar vuestras facultades femeninas para ser mejores y hacer mejor este mundo que nos ha tocado vivir

Un buen líder, sea hombre o mujer, debe saber rodearse de los mejores, de hacer brillar a su equipo, de reconocer públicamente los éxitos, sus bondades y sus logros. Pero, ya en privado, intentar mitigar los defectos del grupo, potenciar lo mejor de cada uno y hacer que las debilidades se conviertan en fortalezas.

Ponerse en el lugar de los demás, es un buen camino para liderar un cambio ¿Por dónde empiezas tú?

Mujer, mujer, mujer. Ya hemos demostrado que podemos hacer cualquier cosa que haga un hombre. Lo hemos demostrado y lo estamos demostrando cada día. No tenemos que esforzarnos más en ello.

Algunas somos simples amas de casa, otras trabajadoras, algunas líderes. La sociedad actual demanda el trabajo de todas y cada una de nosotras. Nada tenemos que demostrar. Simplemente trabajar de la mejor forma que sepamos y podamos hacer. La sociedad lo requiere y nosotras estamos dispuestas a ello.

Si lo hacemos bien, si conseguimos trabajar o liderar un equipo, si utilizamos nuestras cualidades intrínsecas, nuestra calidez y empatía naturales, lo conseguiremos antes y mejor… y con el reconocimiento de los hombres.

Reconocimiento que, si bien no nos hace falta, refuerza nuestro ego y, con ello, avanzaremos para tener una sociedad más igualitaria. Sin tantos atropellos, injusticias y desafueros.

No lo dudéis. Utilizar vuestras facultades femeninas para ser mejores y hacer mejor este mundo que nos ha tocado vivir.

Y no te olvides. Trata a los demás como sin fueran de tu propia familia. El mundo, la sociedad funcionaria mejor… y será más justa.

(*) Doctora en Psicología con Mención Europea, Experta en Criminología, Criminal Profiling y VioGeN. Profesora del Centro Superior de Estudios de la Defensa (CESEDEN) Departamento de Liderazgo