O sea, a un okupa que de forma ilegal se apropia de domicilio ajeno, la in-Justicia, porque el legislador no ha hecho los deberes, le deja campar por sus respetos, a sabiendas de lo que tantos y tantos okupas son capaces de hacer con los domicilios ajenos: destrozarlos. Sin embargo, se realiza un despliegue policial y judicial de envergadura cuando de desahuciar se trata a una pareja de ancianos octogenarios, a una familia numerosa sin posibles o a un matrimonio enfermo. ¡No hay derecho! No se pueden tener dos varas de medir tan dispares.

Al igual que la Seguridad Social, pone toda su maquinaria en marcha por una deuda de tres céntimos, los bancos por un poco más no tienen piedad, no tienen caridad ni con niños ni con ancianos. ¡O pagan o a dormir al raso! No es de extrañar el escaso cariño que el ciudadano le tiene a ese ente que nunca pierde y siempre gana, la banca. Eso cuando no es un casero con malas pulgas y siempre al acecho que, al menor descuido del residente, ¡zas!, inicia los trámites para desahuciar al inquilino, aunque la relación sea de veinte o treinta años. Qué más da.

Aquí en Zamora, sin ir más lejos y aunque me aleje un poco del tema, hay cientos de propietarios de locales que prefieren tenerlos cerrados y al albur de ratas y cucarachas antes que rebajar un euro el precio del alquiler que tienen estipulado. No lo entiendo. A lo mejor es que yo no he sido llamada para estos menesteres y por eso lo veo de manera bien diferente. La gente que tiene establecimientos en régimen de alquiler, acaban cerrando por esta razón, porque los propietarios no tienen en cuenta ni siquiera la situación por la que atravesamos. Así le va a Zamora, en descomposición y cerrada, no precisamente por vacaciones.

A las fuerzas de seguridad tiene que ponérseles mal cuerpo cuando deben intervenir en este tipo de casos que son más habituales de lo que podemos imaginar. Los desahucios están a la orden del día. Encima, los policías no pueden declararse objetores. En materia de vivienda, las administraciones públicas son un desastre. Prometen y vuelven a prometer pero a la hora de cumplir son incapaces de agarrar al toro por los cuernos. La embestida es para el desahuciado. Me da rabia. No sé cómo a los responsables de estas situaciones no se les cae la cara de vergüenza.

Para más inri, las viviendas públicas brillan por su ausencia y los ayuntamientos sin arbitrar soluciones. Les importa un bledo que a dos ancianos les pongan de patitas en la calle.