Los estudiantes de Castilla y León tienen los mejores resultados del país y parte del extranjero. La comunidad que más jóvenes expulsa fuera de su lugar de origen, salvo Ceuta y Melilla, también es Castilla y León. Materia prima pulida para su exportación. De nada, Comunidad Autónoma de Madrid. You’re welcome, Londres.

Cuando hago recados en Zamora siempre paso por Octubre, por Venga Va, por Mis Cuentos Infantiles. Compruebo, aliviada, que siguen ahí. Procuro comprar algo, que los negocios no viven del aire. Y les digo que les admiro porque es cierto. Algunos de los mejores lugares de la ciudad los han creado jóvenes que no tendrán más de 35 años. Madera de la buena.

Tomar la decisión de volver aquí no es fácil, pero si esperas a alguna razón material para hacerlo es probable que no ocurra nunca. De las promesitas de estos días electorales lo propio es no creerse nada. Decir que vas a poner descuentos en unos autobuses rurales que apenas existen para unos jóvenes que no están tiene guasa. Y así todo.

Me creí durante mucho tiempo el relato de que todo lo que soñábamos con hacer solo podía materializarse lejos de aquí. Ahora pienso exactamente lo contrario. Creo que la vida que queremos muchos ya solo es posible en lugares como este

No han previsto un futuro para nosotros en Castilla y León, así que tendremos que inventárnoslo. Otros ya lo están haciendo: en Riego del Camino, un pueblo de 96 habitantes que perdió cinco en el último recuento, no hay ya ni escuela ni tienda pero sí una clínica de neurorrehabilitación, El árbol de la vida, que saca adelante una veinteañera. Oro fino.

Yo he pasado la mitad de mi existencia -toda mi vida adulta hasta la pandemia- fuera de aquí. Sé lo que es tener prisa por irse a los dieciséis, lo que es querer estar más cerca pero no aquí a los 24 y también lo que es entristecerse por no saber si habrá retorno posible al cumplir los 30. Por esta tierra lo he sentido ya casi todo.

Me creí durante mucho tiempo el relato de que todo lo que soñábamos con hacer solo podía materializarse lejos de aquí. Ahora pienso exactamente lo contrario. Creo que la vida que queremos muchos ya solo es posible en lugares como este. Que en el despropósito neoliberal que nos devora esta tierrita llana, tranquila, honesta es un oasis.

Hasta hace poco me escribía gente para que les aconsejara sobre irse: a un Erasmus, a una beca, a un trabajo en otro país. Era oficialmente una experta en estar fuera. Desde hace un año me escriben amigos que quieren regresar pero tienen miedo. Me estoy convirtiendo, parece, en una experta en volver. A mandar.

No les pinto pajaritos en el aire. Pero como sé lo que es estar dentro de esa “jaula de oro” que mencionan tantos, sí les digo que se puede escapar porque es cierto. Si tienes algo de red aquí, familia, amigos, un pedacito de tierra con la que nadie pueda extorsionarte, ya eres más libre de lo que puedes soñar en otros sitios.

No le diré a nadie nunca que no se vaya. Ni siquiera a mi hijo de 13 meses al que ya le he comprado una sudadera de la Universidad de Salamanca a ver si cuela. Pero sí le aseguraré a quien me quiera escuchar que se puede volver. Que ojalá vuelvan. Que aquí podemos hacer cosas estupendas. Estudia y vuelve.