¿Por qué no viniste a tiempo volando desde París en la sábana sostenida por el pico de la cigüeña? ¿Qué te pasó para que retrasaras tanto tu llegada, pese a que en Zamora estaba preparado el nido como todos los años esperando al primer bebé desde antes de tomar las uvas de la suerte?

Pues no va a ser cosa de Zamora, que siempre llegamos tarde. Esto va a ser por la cigüeña que ya no sale de viaje y se queda todo el año en el mismo nido, debido al cambio climático que ha hecho que el día de año nuevo hayamos vivido un adelanto de la primavera -que era cuando volvían del sur- y con este tiempo tan variable los animalicos se nos han desorientado. Y que tampoco ha ido a París a por niños, a la ciudad del amor, porque con la marca “Zamora Enamora”, con corazón y amor en medio, hemos acabado por desconcertarla y ha pensado –con razón- que ya no hacía falta viajar a la capital francesa para encontrar el amor y su maravillosa consecuencia en forma de un nuevo habitante para esta tierra ¡Toda la responsabilidad recae en la pobre y despistada ave! Aunque hablando de AVE, también puede ser que haya confiado en que era más rápido venir en tren que volando desde París hasta Zamora - ya tenemos dos estaciones de AVE, en la capital y en Sanabria- y haya dejado al primer bebé del año por esas carreteras a su vez dejadas de la mano del dios diputación, buscando cobertura de móvil para decir a su madre como Gila: “Mamá, que he nacido y soy niño”. Y que su madre le conteste: “¡Que sea la última vez que naces solo!”

Como al margen del humor y de las tradiciones en cuestiones de nacer las madres son las que más saben, tal vez en la contestación a Gila esté la causa del retraso del primer bebé del año que desde el vientre de su madre esté esperando porque no quiere nacer solo ni estar solo. Algo que es muy probable en gran parte de los pueblos de Zamora donde no nace ningún niño y donde se pierde población todos los años.

El primer bebé zamorano del año piensa que hay que ser muy valiente para nacer y vivir en esta tierra. Pero ha visto que los que quedan en su pueblo siguen luchando para que tenga un mundo mejor, que no se rinden

El niño o la niña que no nació el primer día del año, tal vez hubiera vivido en uno de los escasos municipios mayores de mil habitantes, donde iba a tener amigos de su edad, escuela, médico, vecinos, padres y abuelos. Como no llegan a 20 los anteriores, es más posible que naciera en alguno de los 500 pueblos con menos de mil habitantes, de ellos 276 que tienen menos de cien, donde no iba a tener ni amigas de su edad, ni escuela, ni médica y pocas vecinas. Pero eso sí, madres y abuelas, y padres y abuelos ¡todo el pueblo!

El primer bebé del año no nacería solo gracias a tener la gran suerte de contar con la sanidad pública y gratuita que se ha conseguido casi en todo el país, salvo en algunas zonas como la rural de Zamora donde se está desmantelando la atención sanitaria presencial y hay que desplazarse. Por eso puede que no llegase a tiempo de nacer al hospital porque sólo hay en la capital y en Benavente, en cuyo caso podría contar con los sanitarios de atención primaria, también si había y llegaban a tiempo. Y si no, siempre podría nacer acompañado del taxista si llegaba a tiempo, o de la familia y vecindad más cercana si la hubiera. En cualquier caso nacería acompañado de su madre, que le diría asustada tras el parto: ¡hijo, no vuelvas a nacer solo!

El primer bebé del año en los pueblos más pequeños, durante los tres primeros años de la infancia seguiría solo, acompañado de sus padres con suerte porque tal vez trabajaran fuera, en cuyo caso también con suerte podría estar acompañado de sus abuelos. El programa “crecemos” para estar con otros niños hasta los tres años, sólo llega a 31 ayuntamientos de la provincia incluyendo a los de más de mil habitantes, donde también tendría amigos para jugar en las calles del pueblo.

El primer bebé del año, al soplar tres velas ya podría ir a la escuela gracias a la enseñanza pública, porque privada solo hay en cuatro localidades. Eso sí, si fuera de un pueblo pequeño tendría que desplazarse -como para nacer- en autobús escolar si no hay mucha distancia a la comarcal más cercana. O irse para estar interno durante la semana en una escuela hogar si su pueblo quedase muy lejos del “cole” o las comunicaciones fuesen muy malas para ir y volver en el día. Cuando volviera al pueblo por la tarde, seguiría solo o con su familia.

El primer bebé del año, tras acabar la Primaria, tendría los institutos más lejos aún que la escuela comarcal, y se marcharía lejos de su pueblo toda la semana hasta que la finalización del Bachillerato le alejara aún más, hasta la Universidad.

El primer bebé del año cuando tuviera edad de trabajar debería irse fuera del pueblo y de toda la provincia, tal vez al extranjero, para encontrar un puesto de trabajo que en su tierra cada vez es más escaso, como les pasó a sus padres y abuelos. Y si decidiera seguir en el pueblo y en el campo, tendría que hacer muchas cuentas para vivir con el precio que le pagan por vender sus productos y el que le cobran por los mismos cuando va a comprarlos.

El primer bebé del año está pensando si se quedará de mayor en el pueblo: sin escuela ni instituto ni universidad porque ya no lo necesita; sin consultorio pero con transporte a la demanda y “telepresencia” sanitaria sin internet; con salud pese a respirar aire impuro de las macrogranjas próximas y beber agua contaminada por los fertilizantes; con un coche si hay suerte para acceder al ocio de otros pueblos y ciudades pese al estado deplorable de las carreteras.

El primer bebé del año sigue pensando si se quedará en el pueblo con sus gentes que le han enseñado a vivir y a morir como ellos: solos pero con dignidad; con la ayuda de sus vecinos; con el cuidado y respeto del personal sanitario cuando los necesitan; con la solidaridad de la sociedad en los peores momentos como la pandemia ¡Confinado en soledad también por la pandemia!

El primer bebé zamorano del año piensa que hay que ser muy valiente para nacer y vivir en esta tierra. Pero ha visto que los que quedan en su pueblo siguen luchando para que tenga un mundo mejor, que no se rinden porque tienen razón ¡Y que le necesitan para conseguirlo! Luego ha mirado desde el cálido y seguro vientre de su madre a otras tierras y otras gentes que no tienen la suerte de nacer en Zamora, y que va a formar parte de la humanidad que no tiene fronteras: que no está solo.

El primer bebé zamorano del año que como en el poema de Miguel Hernández “Vio turbio su mañana y se quedó en su ayer. No quiso ser”, cuando llegó el segundo día del año ha dicho: ¡Mamá, que he nacido!

Y como a toda la tribu de Zamora y de la humanidad le deseamos: salud, pan, trabajo, techo y libertad ¡Y a luchar por ello, seas niño o niña!