Una de las expresiones más repetidas por el genial Antonio Fraguas (Forges), durante su carrera de humorista y dibujante, fue la de “dremíadelamorhermoso”, que se escribe y pronuncia todo seguido, tal y como ahora la escribo. La sacaba a la luz alguno de sus personajes, con relativa frecuencia, como reacción ante algo sorprendente. Y fueron muchas las cosas sorprendentes que acontecieron durante la vida profesional de Forges, reflejando en sus dibujos, mayormente, escenas relacionadas con el costumbrismo y la crítica social. Raro era el día, o la semana, que no se le ponían los ojos en blanco a alguno de sus personajes. De manera que esta expresión y la de “Gensanta” (Virgen Santa) también inventada por él, estaban a la orden del día, de la misma manera que los “bocatas” o los “muslámenes”, o ambos vocablos (que lo uno no quita lo otro) también hechos populares.

Pues eso, a lo que iba. Que, de haber seguido el humorista con nosotros, alguna de sus “viejecitas” habría exclamado aquello del “dremíadelamorhermoso”, cuando hace unos pocos días la presidenta de la Comunidad de Madrid y el presidente del PP, se enzarzaron en una discusión, a distancia, por mor de las comidas multitudinarias de Navidad. Esas que instituciones y empresas suelen hacer por estas fechas. Pero, aunque parece que fuera ayer, hace ya tres años que nos dejó Forges y, consecuentemente, no pudimos tomar el café de la mañana sonriendo con su afilado punto de vista.

Porque razones para ello no le hubieran faltado, ya que vino a resultar que cuando el presidente del PP recomendaba encarecidamente a sus seguidores y afiliados que no acudieran a celebraciones muy concurridas, no fuera a ser que fueran presa de ese virus asesino que ahora hace llamarse “Ómicron”, no tardó ni un segundo en saltar a la palestra la presidenta de la Comunidad de Madrid diciendo todo lo contrario, e impulsando a los ciudadanos a participar en una especie de inmolación colectiva. El líder nacional Casado, esta vez actuó con prudencia, y la presidenta Ayuso se fumó otro puro (es a lo que nos tiene acostumbrados) con la salud de los madrileños, demostrando, una vez más, que le importan un comino. Y es que, realmente, lo único que tiene in mente, tanto ella, como el gurú de atiplada voz que le asesora, son los votos a conseguir en las siguientes elecciones.

El caso de la pandemia es de gran trascendencia, de ahí que la gente se pregunte cómo algunos políticos pueden ser tan frívolos al estar jugando con la salud de los ciudadanos, como si se tratara de una simple partida de dados

“Dremíadelamorhermoso” le sale a cualquiera que pensé sobre ese sucedido. ¡En manos de quienes estamos! ¿Porque si se actúa así dentro de un mismo partido, que puede esperarse cuando la pelea se dispute con los partidos de la competencia?

Ninguno de los dos – presidente y presidenta - hicieron mención a dato científico alguno, o a informes médicos, sino, exclusivamente, a lo que le habían recomendado los asesores del “mercado” del voto. Eso sucedió mientras la gente caía como chinches en comidas grupales. Sin distinción de gremios, pues lo mismo eran oficinistas que sanitarios los contagiados. ¡Gensanta!, que Dios nos coja confesados.

Entre tanto, la presidenta y su entorno han ido dejando algunas perlas, como éstas: “es una excusa de Génova en la lucha interna por el poder”, “la gente solo quiere acudir a las cenas que convoca Ayuso”,” no hay motivos para anular celebraciones”.

“Con las cosas de comer no se juega” nos decía mi abuela. Era en pocas ocasiones, pero de mucha trascendencia. Cuando lo decía lo acompañaba con un gesto adusto, para que los nietos lo entendiéramos. El caso de la pandemia es de gran trascendencia, de ahí que la gente se pregunte cómo algunos políticos pueden ser tan frívolos al estar jugando con la salud de los ciudadanos, como si se tratara de una simple partida de dados.

Échate a temblar, que la cosa no ha hecho más que empezar, le decía un militante a otro, mientras pensaba, por lo bajini, cuando iba a llegar la ocasión de poder decir aquello de ¿Qué hay de lo mío?

Y los medios de comunicación, tibios como el agua del baño de un bebé, no le han dado la trascendencia que lleva consigo este tipo de actuaciones. Parecen dar por hecho que en política todo vale. Y así nos va. De seguir por ese camino, cualquier día habrá que darle la razón al genial Forges, autor de más de ochenta mil dibujos, cuando decía aquello de que “Los periódicos en España se hacen, en primer lugar, para que los lean los periodistas; luego los banqueros; más tarde para que el poder tiemble; y, por último, e inexistente término, para que los hojee el público”.