Pero no a un mercado de ocasión con motivo de las fechas que se anuncian, no. El mercado al que me refiero es el de abastos, el de toda la vida, el nuestro, el que llevan décadas remodelando y modernizando sin que vea llegar su hora. Un mercado que si tuviera más vida, estuviera mejor dotado de infraestructuras y convenientemente rehabilitado, haría florecer en derredor multitud de comercios, también de los nuestros, de los que no van quedando muchos. Y no que en sus proximidades solo superviven dos chocolaterías-churrerías, la de mi amigo Lorenzo y la de Malú, que por lo menos ponen calorcito con sus productos, a las frías mañanas del invierno zamorano.

Tenemos que apelar a la proximidad, a consumir productos cercanos, a traer la huerta a casa y no que hasta la marquesina se ha ido quedando vacía con el paso de los años. Hombre, confieso que lo que tampoco se debe hacer es poner precios por las nubes, porque, de esa manera, las ofertas de las grandes superficies, que siempre tienen su atractivo, hacen la puñeta al recinto zamorano por antonomasia. Hay que suavizar los precios hasta donde buenamente se pueda, porque el mercado hace tiempo que dejó de hacer el agosto en cualquier época el año.

La recomendación de ir al mercado parte de uno de los grandes, Josep Roca, sumiller del restaurante El Celler de Can Roca. Josep sostiene que “en lugar de ir cada semana al supermercado, es mejor ir cada semana al mercado y una vez al mes al supermercado”. Lo que, en definitiva ha venido a decir es que “Hay que ir más al mercado y menos al supermercado”. Lo siento por los señores Roig, Fernández y Menéndez, entre otros propietarios de las más importantes grandes superficies de España.

Sin menospreciar a unos, los que fueron llegando y copándolo todo, debo decir y digo que servidora es una defensora a ultranza de los mercados de abastos. Sólo que el nuestro no remonta por obvias razones que pasan por su modernización y no por la calidad de sus productos. Es verdad que, en los últimos años, el mercado de Zamora se ha quedado prácticamente vacío, con unos ayuntamientos que no han sabido gestionar la situación, que han prometido mucho y no han cumplido nada.

Así y todo y a pesar de los gustos de las generaciones más jóvenes, el mercado de abastos tiene su público. Curiosamente, los que vienen de fuera, a la hora de comprar alimentos preguntan por la ubicación de nuestro mercado, Un edificio extraordinario que de haberlo cuidado convenientemente ahora ofrecería una imagen más acorde.