Con solo un gesto se puede salvar una vida. No solo de palabra se facilita la comunicación. El lenguaje gestual, y también el corporal, son una forma de comunicación en la que no se utiliza el habla, sino los gestos, posturas corporales y otras señales de contacto visual. Gracias al gesto universal de socorro que hizo una mujer en un control policial aleatorio establecido en la localidad cacereña de Moraleja, la Guardia Civil, ¡siempre la bendita Benemérita!, detuvo a un presunto agresor machista.

Los agentes dieron el alto a un automóvil en el que viajaba un matrimonio con un niño menor de edad. En el transcurso de la identificación fue cuando la mujer aprovechó para, en señal de alerta, realizar el gesto de socorro, mostrando la mano cerrada con el pulgar bajo los dedos. Afortunadamente uno de los agentes se percató rápidamente de la advertencia realizada por la mujer, por lo que la invitó a bajarse del vehículo, una vez en la furgoneta oficial manifestó a los agentes que estaba siendo amenazada por su marido, el conductor del automóvil, y que días antes había llegado a agarrarla del cuello, por distintas cuestiones familiares.

Un simple gesto que, obviamente, hay que conocer, sirvió para cortar el feo devenir que estaba tomando la relación del matrimonio. Vaya usted a saber qué fatales consecuencias hubieran podido llegar a producirse. La habilidad de la mujer y sobre todo, la del guardia civil fueron providenciales. Un gesto tan simple como discreto y silencioso ha servido ya a muchas mujeres en todo el mundo para ser rescatadas de una situación de violencia. Conocer su significado es de vital importancia, además de ser muy efectivo.

Estoy convencida que los integrantes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado conocen sobradamente estos gestos. Lo que hay que hacer es difundirlos entre las mujeres y los niños, sobre todo los más vulnerables. No se puede seguir soportando la sangría que un año y otro se produce en España a causa de la violencia de género, a causa del maltrato que traspasa las lindes del hogar para hacerse común en otros ámbitos, sobre todo entre los más jóvenes, a sabiendas de que ha crecido considerablemente el porcentaje de chicos jóvenes que niega la violencia de género o le resta importancia, arguyendo que es “un invento ideológico”.

También a los niños, a los más pequeños, hay que enseñarles ese gesto salvador ante la posibilidad de secuestro por parte de un depredador infantil. No olvidemos que la violencia contra la mujer y los niños es la manifestación más brutal y extrema de la desigualdad entre hombres y mujeres.