El orbe taurino no está pasando por su mejor momento. Entre los animalistas y la izquierda radical que cogobierna España, han pegado un puntapié a la tauromaquia expulsándola incluso de un ámbito que le corresponde por derecho: el de la cultura. Hay quien ve la tauromaquia como un festejo franquista, cuando en realidad se remonta a la Edad de Bronce y del toreo se tiene constancia en el siglo XI con la celebración de festejos taurinos en Ávila. Y ya si de considerar cultura a la tauromaquia se trata, hay que remontarse a las culturas, celta, tartésica, griega, cartaginesa y romana. Plinio el Viejo, en su Historia Natural, cuenta que Julio César introdujo en los juegos circenses la lucha entre el toro y el matador armado con espada y escudo, además de la “corrida” de un toro a quien el caballero desmontando derribaba sujetándolo por los cuernos.

El Tribunal Supremo ha insistido en más de una ocasión en un hecho al que no puede darse carpetazo así como así: “la tauromaquia es patrimonio cultural español”. Eso, a pesar de que el Gobierno le haya dado un rejonazo casi de muerte, excluyendo los toros del bono cultural anunciado para jóvenes. La falta de respeto a los taurinos es palmaria. Encima son minorías muy ruidosas las que atizan sin más argumentos que el de siempre, a todos cuantos amán, sienten, profesan, gustan del mundo de los toros.

No me extraña que el consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la comunidad de Madrid, Enrique López, haya dicho que la ley obliga a defender la tauromaquia con uñas y dientes. Los taurinos no se van a dejar ganar la batalla. Tienen razones y argumentos sobrados para presentar batalla a cualquier iniciativa que deje a los toros fuera de juego. Cuanto más se ensañan con este arte, más jóvenes deciden encaminar sus pasos profesionales hacia el mundo del toreo.

Como esta izquierda sabe más que nadie y está por encima del bien y del mal, olvidan que la tauromaquia es un elemento cultural recogido en diferentes legislaciones. La más significativa es la ley 18/2013, de 12 de noviembre, para la regulación de la Tauromaquia como patrimonio cultural, en la que se señala que “el carácter cultural de la tauromaquia es indiscutible y merece ser preservado como un tesoro propio de nuestro país”.

Algunos quieren expoliar este tesoro y se están empleando con saña. Lo grave es la tibieza que emplean unos pocos. Ya va siendo hora de actuar sin disimulos, a cara descubierta, como hacen los taurinos de raza. Y porque ‘la fiesta’, está enraizada en el cúmulo de las mejores tradiciones españolas.